La depresión es frecuente entre las personas con cáncer. A menudo, los síntomas depresivos son una reacción normal o un efecto directo de una enfermedad tan grave y potencialmente mortal. Por lo tanto, es difícil establecer cuándo los síntomas depresivos se convierten en un trastorno propiamente dicho y deben tratarse con medicamentos. La literatura científica actual revela que los síntomas depresivos, incluso cuando son leves, pueden repercutir en la evolución del cáncer, al reducir la calidad de vida general de las personas y afectar su cumplimiento del tratamiento contra el cáncer, además de aumentar posiblemente la probabilidad de muerte.
Esta revisión encontró un efecto beneficioso potencial de los antidepresivos versus placebo en los participantes con cáncer y depresión. Sin embargo, la certeza de la evidencia es muy baja y, a partir de estos resultados, es difícil extraer implicaciones claras para la práctica. La administración de antidepresivos en personas con cáncer debe considerarse de forma individual y, teniendo en cuenta la falta de datos comparativos, la elección del fármaco a prescribir podría basarse en los datos sobre la eficacia del antidepresivo en la población general de personas con depresión mayor, teniendo también en cuenta que los datos sobre personas con otras enfermedades graves sugieren un perfil de seguridad positivo para los ISRS.
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La depresión en las personas diagnosticadas con cáncer es sin lugar a dudas un factor que afecta la decisión del paciente de someterse a diferentes tratamientos. Este es un tema al que los psicólogos de los policlínicos, médicos, enfermeras, los integrantes del centro municipal de Salud Mental y de todo el que pueda contribuir desde su posición, deben contribuir.