Según un análisis de UNICEF, desde el comienzo de la COVID-19, 139 millones de niños y niñas en todo el mundo han vivido bajo una situación de confinamiento obligatorio en el hogar durante al menos nueve meses. Otros 193 millones han vivido bajo polÃticas de confinamiento recomendado. Esta situación también ha pasado factura a la infancia cubana quien se ha visto afectada por el paso de la pandemia y las necesarias medidas de aislamiento fÃsico.
Por su edad y condición, los niños y niñas son especialmente sensibles a cambios de rutinas y hábitos de vida. No sorprende entonces que muchos reaccionaran a las medidas de confinamiento con desajustes emocionales y cambios en sus comportamientos. Pero ¿cuáles podrÃan ser en especÃfico las consecuencias del aislamiento fÃsico y los cambios en la dinámica de vida familiar para su salud mental?
Al inicio de la pandemia UNICEF ya preveÃa que millones de niños y niñas no recibirÃan educación como consecuencia del cierre de escuelas. Y que fueran los niños y niñas quienes correrÃan el mayor riesgo de sufrir abusos, explotación y violencia, mientras que los cierres económicos, el distanciamiento social y las medidas de confinamiento también plantearÃan graves amenazas para su salud, bienestar y protección.
Fue asÃ, que en mayo 2020 la oficina de UNICEF en Cuba, apoyó un estudio pionero realizado por profesores de la Facultad de PsicologÃa de la Universidad de La Habana sobre los efectos psicológicos del aislamiento fÃsico en niños, niñas y adolescentes cubanos debido al confinamiento en sus hogares.
La primera conclusión fue que, aunque la infancia cubana se muestra resiliente y sin los sÃntomas de una afectación psicológica severa, los niños y las niñas estudiados, mostraron la presencia de sÃntomas de malestar psicológico.
El sobreapego a las madres; reacción muy común en la infancia por causa de la búsqueda de seguridad y protección, cuando las condiciones de vida se alteran de modo notable fue uno de los más frecuentes. Se identificaron conductas rebeldes, desafiantes y voluntariosas, sobre todo en los niños de tres años y en los mayores de doce, coincidiendo con dos etapas que se distinguen por transiciones agudas del desarrollo que, como norma, marcan el funcionamiento psicológico de niños de la primera infancia y de adolescentes, respectivamente.
Entre otros sÃntomas se detectaron horarios de sueño alterados, irritación y llantos frecuentes, dificultad para concentrarse, apetito exagerado, miedo y agresividad.
Múltiples retos para la familia
La mayor dificultad reportada por las familias (madres, padres, cuidadores) es la de lograr organizar la vida en casa, con nuevos horarios y rutinas. En el marco de la pandemia puede resultar agotador proveer a los niños y niñas de actividades atractivas y potenciadoras de su desarrollo psicológico, sin que medie la interacción con sus amigos y en el espacio limitado del hogar.
A ello se suman los retos de lidiar con manifestaciones de conducta caracterizadas por actitudes desafiantes, rebeldes y voluntariosas, el manejo de las actividades propias de estudio, y el simultanear con efectividad los cuidados de los hijos y las labores domésticas. Esto último representa una sobrecarga de roles en la familia y en particular, en las madres.
El aislamiento fÃsico ha enfrentado a las familias al dilema de lidiar con los deseos del niño de salir a la calle y la imposibilidad de acceder a ello. El tema se complejiza aún más al tener que manejar las relaciones entre hermanos, mantener un buen estado emocional de los familiares y supervisar el tiempo de exposición a los dispositivos tecnológicos.
Estudio en el hogar
Es difÃcil no poder salir de casa, pero más difÃcil aún organizar el estudio en tiempos de aislamiento fÃsico. Las teleclases y otras formas de orientación del aprendizaje y la actividad de estudio, no son nuevas en Cuba, pero son las mejores opciones considerando que el uso de Internet es todavÃa incipiente en el paÃs.
Aun asÃ, casi el 70% de niños y niñas de la muestra de estudio, ofreció resistencia para estudiar. Según la publicación, el 5,5% de los niños y las niñas no lograban concentrarse en las tareas escolares.
No sorprende entonces que para madres y padres la tarea de apoyo al aprendizaje de hijos e hijas, acompañada del sentimiento de responsabilidad por el resultado escolar en este perÃodo, haya generado tensiones. El estudio en el hogar les ha hecho fungir como maestros, organizando el tiempo dedicado a esa tarea, que incluye: dosificación de contenidos, aclaración de dudas, supervisión y evaluación del aprendizaje, todo ello sin contar con la preparación profesional adecuada.
A poco más de un año desde el inicio de la pandemia en Cuba, la mayorÃa de los/as alumnos/as (82,5%) continúan sin poder asistir a clases presenciales, y aunque el Ministerio de Educación ha tomado nuevas medidas de continuidad de los servicios educativos, el estudio en el hogar sigue siendo un enorme reto para las familias.
El cuidado de la salud mental de las madres y padres es imprescindible y aún más cuando esta se ve afectada por el inmenso reto de simultanear entre garantizar los insumos necesarios para la vida y mantener el funcionamiento familiar en condiciones de adversidad, requiriendo modos de organización y actuación completamente novedosos.