Los virus transmitidos por artrópodos, también conocidos como arbovirus, contribuyen de manera esencial a la carga mundial de enfermedades infecciosas debido a su potencial epidémico y su capacidad de adaptarse al huésped, al vector y al medio ambiente. Esto puede resultar en importantes impactos sanitarios, sociales y económicos.
Las actividades humanas que crean ecosistemas favorables para la interacción vector-huésped; los viajes, el comercio, el transporte, el cambio climático, la globalización y las tendencias cada vez mayores hacia la urbanización y la conversión del paisaje han facilitado la expansión de estos virus. Algunos como el Zika y el Chikungunya han surgido y resurgido en el Nuevo Mundo en las últimas décadas.
El 27 de mayo de este año, el director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minsap) declaró la presencia de casos de transmisión local de fiebre Oropouche en la región oriental de Cuba. Hasta esa fecha, las autoridades de salud en Cuba reportaron 74 casos confirmados, en Santiago de Cuba (54) y Cienfuegos (20).
Para la región de las Américas, la Organización Panamericana de la Salud, reportó hasta la semana epidemiológica 29, actualizada al 1 de agosto de 2024, un total de 8.078 casos confirmados de infección por OROV
¿Podría el OROV establecerse en Cuba? ¿Qué medidas debemos tomar para prevenir una epidemia de grandes proporciones? ¿A qué nos enfrentamos?
Los especialistas Ángel A. Escobedo y Alfonso J. Rodríguez-Morales comparten sus reflexiones sobre el tema en carta al editor publicada en New Microbes and New Infections, Volume 62 (2024).