
Nuevos datos de un estudio a largo plazo esclarecen las trayectorias de los síntomas de depresión que se presentan entre la adolescencia y la adultez temprana, lo que podría ayudar a identificar cuándo intervenir en la depresión del adolescente y en qué casos.
«La depresión suele surgir inicialmente en la adolescencia y para muchos es un trastorno de por vida. La evolución clínica de la depresión a largo plazo es muy variable», afirmaron los investigadores en Lancet Psychiatry.
El equipo analizó las trayectorias de síntomas de depresión de la adolescencia en 4.234 participantes en el Estudio Longitudinal de Padres e Hijos de Avon basado en la población inglesa.
Se evaluaron los síntomas de depresión autonotificados en 10 ocasiones entre los 10 y 25 años de edad utilizando el cuestionario breve de estado de ánimo y sentimientos y se evaluaron los episodios de trastorno depresivo mayor a los 13, 15, 17,5 y 25 años.
La Dra. Bryony Weavers y sus colaboradores del Wolfson Center for Young People’s Mental Health en la Cardiff University identificaron cuatro grupos de trayectoria de depresión:
- El grupo «estable-bajo» (54%) tenía síntomas de depresión que se mantuvieron bajos durante el periodo del estudio.
- El grupo «adulto-creciente» (25%) tenía síntomas que comenzaron más tarde en la adolescencia y alcanzaron su máximo en la edad adulta.
- El grupo «adolescente-limitado» (14%) tenía síntomas depresivos que comenzaron más tarde en la adolescencia y remitieron al inicio de la edad adulta.
- El grupo «adolescente-persistente» (7%) tenía síntomas de depresión de inicio temprano que persistían en la edad adulta.
La depresión persistente en la adolescencia se asoció con resultados desfavorables en la edad adulta, tales como alteración funcional (62%), autolesiones suicidas (27%), problemas de salud mental (25%) y 16% que no estudiaba, trabajaba o se capacitaba, informaron los investigadores.
La depresión limitada en la adolescencia se asoció con estrés transitorio en la adolescencia, pero al inicio de la edad adulta la alteración funcional y las dificultades de salud mental eran similares a las del grupo con depresión estable-baja, señalaron.
El grupo persistente también tuvo tasas más altas de adversidad temprana (pobreza y experiencias adversas en la infancia) que el grupo limitado y tuvo la susceptibilidad genética más elevada a la depresión.
«Comprender cómo los antecedentes en la infancia y las experiencias vividas por las personas jóvenes pueden desencadenar o agudizar los síntomas persistentes de depresión durante la transición a la adolescencia es esencial para proporcionar una atención psiquiátrica integral», escribieron las doctoras Alison Fogarty y Fiona Mensah, del Murdoch Children’s Research Institute, en Melbourne, Australia, en un comentario adjunto.
«La carga de salud mental y la alteración que presenta esta cohorte de jóvenes acentúa la necesidad de servicios sostenidos exhaustivos. Los servicios de atención psiquiátrica especializada podrían apoyar solo a una proporción de personas jóvenes, priorizando a aquellas con cuadros clínicos más graves», afirmaron.
«Este estudio resalta la necesidad de servicios que reconozcan y respondan con rapidez a los trastornos de la salud mental en jóvenes y mantengan el apoyo durante periodos sostenidos de recuperación y curación», concluyeron.