El tabaco altera la respuesta inmunitaria incluso años después de dejar de fumar

Responsable: Mirta Núñez Gudás

Dpto. Servicios Especiales de Información

Tabaquismo

Cada vez que entramos en contacto con un patógeno, el sistema inmunitario debe dar una respuesta lo suficientemente rápida, coordinada y efectiva como para conseguir librarnos de la infección. Que lo consiga o no depende de muchos factores: la genética, la edad, el sexo… Pero también de si fumamos o hemos fumado en el pasado.

Según una investigación que acaba de publicar la revista Nature, fumar genera un entorno inflamatorio generalizado que hace que la respuesta inmunitaria resulte poco eficaz cuando sufrimos una infección, este entorno inflamatorio permanece durante años en antiguos fumadores.

Necesitamos un sistema inmunitario rápido y efectivo

En las primeras horas tras la invasión del patógeno, respondemos poniendo en marcha elementos de la inmunidad innata (también llamada inespecífica) que, a pesar de su rapidez, se basa en patrones de respuesta que son parecidos para muchos patógenos. Por tanto, aunque resulta esencial en las primeras fases de la infección, es una respuesta relativamente poco eficaz.

No sucede lo mismo con la posterior respuesta específica, que reconoce de manera selectiva a cada agresor y es mucho más potente, aunque necesita varios días para alcanzar su máxima intensidad.

Otro aspecto esencial para que ambas respuestas funcionen es que todos los elementos del sistema inmune respondan de manera coordinada y con la intensidad correcta. Una respuesta débil provocará la rápida expansión del patógeno. Y una intensidad excesiva ocasiona también graves problemas al crear un entorno hiperinflamatorio, como sucede en la respuesta frente a la covid-19.

¿Factores genéticos o ambientales?

Sabemos que no todos respondemos de la misma manera frente a una infección. Pero ¿por qué? ¿Cuáles son los factores que condicionan la respuesta? ¿Son genéticos o ambientales?

Tratando de responder a estas preguntas, investigadores franceses pusieron hace años en marcha el proyecto Milieu Intérieur para el que reclutaron una cohorte de 1 000 personas deliberadamente homogéneas desde el punto de vista genético. Analizaron si las respuestas inmunitarias variables eran consecuencia de factores genéticos o bien ambientales, tales como la edad, el sexo, el índice de masa corporal, infecciones previas, etc.

La respuesta es que la inmunidad innata está, en gran medida, condicionada por factores genéticos, mientras que tanto ellos mismos como otros investigadores encontraron que los factores ambientales, en especial la edad y el sexo, modifican la inmunidad específica.

Confirmado: el tabaco altera la respuesta inmunitaria

El tabaco es un factor ambiental que promueve el desarrollo de muchas enfermedades pulmonares, exacerbando, entre otras cosas, la inflamación pulmonar y dificultando la respuesta a bacterias. Pero, además, el tabaco está ligado también a otras muchas enfermedades como pueden ser las enfermedades vasculares o la aparición de ciertos tumores.

Por todo ello, los investigadores del consorcio Milieu Intérieur incluyeron este parámetro en su búsqueda de nuevos factores ambientales que explicasen la variabilidad de la respuesta inmune. Tras obtener células inmunitarias de las 1 000 personas pertenecientes a esta cohorte, las expusieron a diferentes agentes que estimulan la respuesta inespecífica (microbios, hongos o virus) y otros que disparan la respuesta específica.

La respuesta que ocasionaba la estimulación con cada uno de los agentes fue medida a través de la liberación de sustancias solubles que las células inmunitarias producen cuando son activadas (citocinas), y que juegan papeles importantes desde el punto de vista clínico.

Los investigadores agruparon las respuestas en función de 136 factores ambientales, y observaron que las infecciones previas por citomegalovirus (infección muy común), el índice de masa corporal y el tabaquismo eran los factores que más se asociaban a una respuesta alterada. Pero, de entre ellos, el tabaco era el factor ambiental más potente y el único que igualaba la influencia de aquellos otros sobre los que no podemos hacer nada, como son la edad y la genética.

El tabaco, pues, modificaba sustancialmente tanto la respuesta inmunitaria específica como la inespecífica.

Vea el texto completo en: The Conversation – 14 febrero 2024.

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