“Por lo que sabemos del virus y sus modos de transmisión, este brote aún puede contenerse; el objetivo (…) es contenerlo y detenerlo”, dijo la doctora Rosamund Lewis, experta en viruela, quien forma parte del Programa de Emergencias de la agencia de la ONU.
La experta aseguró que “el riesgo para el público en general parece ser bajo”.
La OMS considera que es poco probable que el virus mutara, pero la transmisión puede estar siendo impulsada por un cambio en el comportamiento, a medida que la gente vuelve a socializar cuando se levantan las restricciones del COVID-19 en todo el mundo.
Los últimos datos reportados por los Estados a la OMS, hasta el 22 de mayo, indican más de 250 casos confirmados y sospechosos de viruela del mono procedentes de 16 países y regiones.
Los síntomas pueden ser muy similares a los experimentados por los pacientes de viruela, aunque son menos graves desde el punto de vista clínico. Visualmente, son dramáticos, con pústulas elevadas y fiebre en los casos más graves que pueden durar de dos a cuatro semanas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó la semana pasada la versión preliminar de las Estadísticas Mundiales de Salud 2022. Este documento tiene un claro enfoque en los resultados alcanzados durante la pandemia, destacando que la COVID-19 sigue siendo una amenaza mundial pese a la disminución de los contagios.
Las estadísticas revelan hasta qué punto la pandemia ha estado afectando los sistemas de salud en todo el mundo, en algunos casos restringiendo severamente el acceso a servicios vitales. Es probable que estas interrupciones retrasen el progreso global tanto en la esperanza de vida como en la esperanza de vida saludable, logrado en los primeros 20 años del siglo.
La esperanza de vida global al nacer aumentó de 66,8 años en 2000 a 73,3 años en 2019, y la esperanza de vida saludable aumentó de 58,3 años a 63,7 años. Esto se debió en gran medida a los avances en la salud materno-infantil, y a las importantes inversiones y mejoras en los programas de enfermedades transmisibles, como el VIH, la tuberculosis y la malaria. Pero los datos de 2020 muestran cómo las interrupciones del servicio contribuyeron a un aumento de las muertes por tuberculosis y malaria entre 2019 y 2020.
Antes de la pandemia, también existían tendencias alentadoras a nivel mundial en la reducción del retraso en el crecimiento infantil, el consumo de alcohol y tabaco, así como en un mayor acceso a agua potable gestionada de forma segura, saneamiento gestionado de forma segura, higiene básica y combustibles y tecnologías limpios para cocinar alimentos.
Estos avances se vieron respaldados en parte por una duplicación del gasto mundial en salud entre 2000 y 2019, alcanzando el 9,8 % del producto interno bruto mundial. Pero aproximadamente el 80 % de ese gasto se produjo en países de ingresos altos, y la mayor parte (alrededor del 70 %) provino de los presupuestos gubernamentales. En los países de bajos ingresos, el gasto de bolsillo fue la principal fuente de gasto en salud (44 %), seguida de la ayuda externa (29 %).
Si bien la cobertura de servicios ha mejorado en los últimos 20 años, el gasto catastrófico en salud ha empeorado. Con la actual recesión económica mundial y los sistemas de salud luchando por brindar continuidad de los servicios de salud, es probable que la pandemia de COVID-19 detenga el progreso logrado en la cobertura de servicios y empeore aún más la protección financiera a nivel mundial. Esto se debe a que algunas personas no pueden acceder a la atención en absoluto porque no pueden pagarla. Además, entre aquellos que buscan y obtienen servicios, existe un mayor riesgo de enfrentar dificultades financieras debido al gasto de bolsillo en salud que antes de la pandemia.
Al mismo tiempo, la falta crónica de reconocimiento del papel central de la atención primaria de la salud y de financiación adecuada de elementos clave como el personal sanitario ralentizó la eficacia de la respuesta a la COVID-19 y provocó interrupciones en la atención de rutina que amenazan con poner en peligro aún más la capacidad de los países para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la salud de 2030.
La pandemia de COVID-19 sigue constituyendo un evento extraordinario que continúa afectando negativamente a la salud de grupos poblacionales de todo el mundo.
Así acordó por unanimidad el Comité de Emergencias convocado por el Director General de la OMS en virtud del Reglamento Sanitario Internacional (2005) (RSI) sobre la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) en su undécima reunión celebrada el 11 de abril de 2022.
Se declaró también que la COVID-19 conlleva un riesgo de propagación internacional y de interferencia con el tráfico internacional, y requiere una respuesta internacional coordinada.
El Comité subrayó la importancia de que los Estados Parte se preparen para futuros escenarios con la ayuda de la OMS y continúen con el uso robusto de herramientas esenciales (como vacunas, tratamientos y diagnósticos). El Comité coincidió en que la pandemia de COVID-19 sigue siendo una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII) y ofreció su asesoramiento al Director General.
El Director General declaró que la pandemia de COVID-19 sigue constituyendo una ESPII. Aceptó el asesoramiento del Comité y lo remitió a los Estados Parte como recomendaciones temporales en virtud del RSI.
El Comité de Emergencias volverá a reunirse en un plazo de tres meses o anteriormente, a discreción del Director General. El Director General dio las gracias al Comité por su labor.
Para leer todas las recomendaciones del Comité en inglés, ingresar a:
Casi toda la población mundial (99%) respira un aire que supera los límites de calidad recomendados por la OMS y pone en peligro su salud. Un número récord de más de 6000 ciudades de 117 países están ahora monitoreando la calidad del aire, pero las personas que viven en ellas siguen respirando niveles insalubres de materia particulada fina y dióxido de nitrógeno, siendo las personas que viven en los países de ingresos bajos y medianos quienes sufren las exposiciones más altas.
Estos datos han llevado a la Organización Mundial de la Salud a subrayar la importancia de frenar el uso de combustibles fósiles y a tomar otras medidas tangibles para reducir los niveles de contaminación del aire.
La actualización de 2022 de la base de datos de la Organización Mundial de la Salud sobre la calidad del aire- wn inglés, publicada en vísperas del Día Mundial de la Salud, cuyo tema este año es «Nuestro planeta, nuestra salud», introduce por primera vez mediciones en tierra de las concentraciones medias anuales de dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante urbano común y precursor de la materia particulada y el ozono. También incluye mediciones de partículas con diámetros iguales o inferiores a 10 μm (MP10) o 2,5 μm (MP2,5). Ambos grupos de contaminantes se originan principalmente en las actividades humanas relacionadas con la combustión de combustibles fósiles.
La nueva base de datos sobre la calidad del aire es la más amplia hasta la fecha en cuanto a la cobertura de la exposición a la contaminación del aire en tierra. Unas 2000 ciudades y asentamientos humanos más registran ahora los datos del monitoreo en tierra de la materia particulada MP10 y/o MP2,5 en comparación con la última actualización. Esto supone que casi se ha sextuplicado la notificación de datos desde la puesta en marcha de la base de datos en 2011.
Mientras tanto, la base de evidencia sobre el daño que la contaminación del aire causa al cuerpo humano ha ido creciendo rápidamente y apunta a un daño significativo causado incluso por niveles bajos de muchos contaminantes atmosféricos.La materia particulada, especialmente la MP2,5, es capaz de penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo, lo que afecta a los sistemas cardiovascular, cerebrovascular (accidentes cerebrovasculares) y respiratorio. Cada vez hay más pruebas de que la materia particulada afecta a otros órganos y causa también otras enfermedades.
El NO2 se asocia a las enfermedades respiratorias, sobre todo al asma, lo que provoca síntomas respiratorios (como tos, sibilancias o dificultad para respirar), ingresos hospitalarios y visitas a los servicios de urgencias
La OMS revisó el año pasado sus directrices sobre la calidad del aire, haciéndolas más estrictas en un esfuerzo por ayudar a los países a evaluar mejor la salubridad de su propio aire.
«Los problemas energéticos actuales ponen de manifiesto la importancia de acelerar la transición a sistemas energéticos más limpios y saludables,» dijo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. «Los elevados precios de los combustibles fósiles, la seguridad energética y la urgencia de hacer frente al doble reto sanitario que suponen la contaminación del aire y el cambio climático ponen de manifiesto la urgente necesidad de avanzar más rápidamente hacia un mundo mucho menos dependiente de los combustibles fósiles.»
La pandemia por COVID-19 demostró que los sistemas de salud necesitan la vigilancia genómica para detectar y abordar rápidamente los riesgos. Esta tecnología ha sido fundamental en la respuesta, desde la identificación de un nuevo coronavirus hasta el desarrollo de las primeras pruebas de diagnóstico y vacunas, pasando por el seguimiento y la identificación de nuevas variantes del virus.
Los datos recogidos por la OMS muestran que, en marzo de 2021, el 54% de los países del mundo tenían esta capacidad. En enero de 2022, gracias a las grandes inversiones realizadas durante la pandemia, la cifra había aumentado al 68%. Se lograron avances aún mayores en el intercambio público de datos de secuenciación: en enero de 2022, un 43% más de países publicaron sus secuenciaciones en comparación con el año anterior.
En las Américas, se han procesado hasta ahora 307.407 secuencias del virus del SARS-CoV-2 a través de la red regional de la OPS, que incluye laboratorios de 26 países. Ocho laboratorios regionales de secuenciación en Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá, México, Trinidad y Tobago y Estados Unidos prestan apoyo a los países con capacidades limitadas de secuenciación y los ayudan a compartir la información con las bases de datos mundiales.
La OPS hace un seguimiento de las variantes del SARS-CoV-2 que son motivo de preocupación por país y subregión, y publica los datos en un tablero para mostrar dónde están apareciendo y circulando las variantes. La OPS ha proporcionado apoyo, incluyendo formación y material crítico, a los laboratorios nacionales para ayudarles a aumentar sus capacidades de secuenciación.
«La secuenciación genómica rutinaria del SARS-CoV-2 es una estrategia para aumentar la cantidad de datos disponibles para la comunidad mundial», dijo el doctor Jairo Méndez Rico, asesor regional en enfermedades virales de la OPS. “Esto ayuda a desarrollar protocolos de diagnóstico, proporciona información para el desarrollo de vacunas y nos permite comprender la evolución y la epidemiología molecular del virus”, añadió.
Varios programas de salud pública -desde el ébola hasta el cólera- utilizan la vigilancia genómica para comprender un patógeno a su nivel molecular, pero la COVID-19 ha puesto de manifiesto los retos que supone llevar este proceso a escala.
«Las complejidades de la genómica y los retos de mantener las capacidades en diferentes entornos, incluidas las necesidades de mano de obra, significan que la mayoría de los países no pueden desarrollar estas capacidades por sí solos. La estrategia mundial ayuda a no perder de vista las perspectivas y proporciona un marco de acción unificador. La OMS espera trabajar con los países y los socios en este campo tan importante y dinámico», dijo el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS.
«La vigilancia genómica es fundamental para reforzar la preparación y la respuesta a las pandemias y epidemias», sostuvo el doctor Michael Ryan, Director Ejecutivo del Programa de Emergencias de Salud de la OMS. «Esta pandemia ha puesto de manifiesto que vivimos en un mundo interconectado y que somos tan fuertes como nuestro eslabón más débil. Mejorar la vigilancia mundial de las enfermedades significa mejorar la vigilancia local de las mismas. Ahí es donde tenemos que actuar, y esta estrategia nos proporcionará la base».