La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos y que internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.
Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazo, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.
Esta práctica se concentra en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como algunos países asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Paquistán) y algunas pequeñas comunidades de Latinoamérica. Asimismo, persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia y Nueva Zelanda.
En los últimos 25 años, la prevalencia de la mutilación genital femenina ha disminuido en todo el mundo. En la actualidad, una niña tiene un tercio menos de probabilidades de sufrirla que hace 30 años. Sin embargo, las crisis humanitarias como los brotes de enfermedades, el cambio climático o los conflictos armados, entre otras, podrían hacer peligrar el mantenimiento de estos logros y consecuentemente hacer retroceder los avances hacia la consecución de la igualdad de género y del fin de la mutilación genital femenina para 2030.
Cuando quedan ocho años para que finalice la década de acción, podemos afirmar que es posible eliminar esta práctica nociva si nos aliamos con los hombres y niños. Sus voces y acciones pueden transformar normas sociales y de género que están profundamente arraigadas, lo que permitiría que las niñas y mujeres puedan desarrollar por completo sus derechos y su potencial en términos de salud, educación, ingresos e igualdad.
Para promover la erradicación de esta terrible práctica es necesario realizar esfuerzos coordinados y sistemáticos en los que participen las comunidades en torno a la concienciación sobre los derechos humanos, la igualdad de género, la educación sexual y la atención a las víctimas de la ablación.
Hombres, acabad con la mutilación genital femenina #MenEndFGM
Con esta filosofía, en 2012 la Asamblea General de la ONU designó el 6 de febrero como el Día Internacional de Tolerancia Cero para la Mutilación Genital Femenina, una jornada de concienciación para ampliar y dirigir los esfuerzos para la eliminación de esta práctica.
Este 2023 el Programa conjunto del Fondo de Población (UNFPA) y UNICEF sobre la eliminación de la mutilación genital femenina lanzan el tema: «Aliarse con hombres y niños para transformar las normas sociales y de género y acabar con la mutilación genital femenina».
El UNFPA y el UNICEF hacen un llamamiento a la comunidad mundial a aliarse con los hombres y los niños y fomentar su participación para acelerar la eliminación de esta práctica nociva y dar voz de las mujeres y las niñas. Organizaciones de todo el mundo han lanzado diversas iniciativas para implicar y asociarse con hombres y niños para que asuman así un papel activo. Con estas propuestas, se han conseguido más aliados masculinos, como líderes religiosos y tradicionales, trabajadores sanitarios, funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, miembros de la sociedad civil y organizaciones de base, entre otros, y han propiciado notables logros en la protección de mujeres y niñas.
Únete a nuestra campaña virtual de este año y participa en las redes sociales. ¡Comparte con el mundo cómo #MenEndFGM! (HombresAcabadLaMGF)!
Datos y cifras
- En 2023, 4,32 millones de niñas en todo el mundo corren el riesgo de sufrir mutilación genital femenina (fuente).
- En países como Eritrea, Etiopía, Guinea y Sudán, porcentajes significativos de hombres y niños se oponen a la mutilación genital femenina (fuente).
- El UNFPA calcula que en 2030 podría haber hasta 2 millones más de casos de mutilación genital femenina debido a la pandemia del COVID-19 (fuente).
- Una de cada cuatro niñas y mujeres víctimas, es decir, unos 52 millones en todo el mundo fueron mutiladas por personal sanitario. Lo cual señala una tendencia alarmante en la medicalización de la mutilación genital femenina.