El 14to Congreso Internacional de Educación Superior, Universidad 2024, que se celebró en La Habana, Cuba, del 5 al 9 de febrero, concita el interés científico nacional e internacional con un enfoque centrado en la “Educación Superior del Futuro: transformación social, calidad, pertinencia y sostenibilidad”.
La continuidad de estos eventos científicos en el país con una participación de más de 2 000 delegados nacionales y extranjeros procedentes de 45 países de todas partes del mundo ya no extraña a nadie pues Cuba es un país que exhibe desde hace años un resultado sobresaliente en este campo que lo convierte en un verdadero país–universidad, que se sintetiza en más de un millón y medio de profesionales desde 1959 y más de un 12 % de su población total con nivel universitario.
Como otras veces, autoridades y universitarios se reúnen convocados para movilizar el potencial humano, las capacidades científicas y tecnológicas, y los valores humanistas que pueden promover la educación superior, con el fin de valorar el avance de la Agenda 2030 del Desarrollo Sostenible.
Como expresara el ministro de Educación de Cuba, Dr. C. Walter Baluja García en sus palabras de bienvenida en el Congreso, éste está “concebido como ámbito de intercambio y reflexión acerca del compromiso inobjetable de nuestras instituciones con la pertinencia, la calidad y la sostenibilidad de su labor en función del progreso de nuestros países, y en el contexto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Esperamos que se convierta en terreno propicio para promover alianzas, redes y proyectos que favorezcan las mejores soluciones a las problemáticas y retos que enfrentan nuestras instituciones, con la visión de una educación superior como un bien público y social, un derecho humano universal, y un deber de los Estados.”
Teniendo en cuenta los antecedentes y las presentes misiones, considero conveniente compartir algunas de las ideas generales y específicas contenidas en estas reflexiones en torno a la universidad de ayer, hoy y del mañana.
Trataremos de expresar algunos de los rasgos distintivos que deben estar presentes en la educación superior tanto hoy como en el porvenir.
La enseñanza universitaria debe reflejar las condiciones de vida y la existencia misma de los pueblos y proyectar una visión adelantada de su desarrollo posible en el porvenir teniendo como contexto la época a nivel mundial; debe democratizarse en cuanto a las posibilidades de acceso, abriendo vías para el ingreso de personas de todos los estratos sociales, y siempre que sea posible mantener el carácter gratuito o el otorgamiento amplio de becas, en fin, debe despojarse de su carácter elitista al ultranza; debe abarcar, además de la formación primaria de pregrado, el amplio espectro de la formación de posgrado para ser viable la educación continuada de los egresados.
Debe además, asumir la convocatoria de universidad para todos, con la inclusión de carreras y cursos flexibles para los adultos e incluso para las personas de la tercera edad; debe utilizar los medios como la televisión y las nuevas tecnologías de la información, para ofrecer los complementos de los cursos regulares y de cursos virtuales parciales o completos, tanto en la enseñanza presencial tradicional, como en la enseñanza semipresencial y a distancia.
También debe contemplar la investigación como un componente esencial en los programas del plan de estudio de las carreras, que los estudiantes desarrollarán de conjunto con los profesores, desarrollando así un binomio docencia-investigación en la adquisición de los conocimientos, de modo que sirvan para el desarrollo de las habilidades científicas de los egresados en los diversos campos y sus aportes para la institución y sus comunidades; debe propiciarse, además de las investigaciones realizadas en las instalaciones de los departamentos docentes o cátedras, aquellas que puedan desarrollarse en centros de investigaciones de más alto nivel y adscriptos a la universidad o vinculados con ella y teniendo en cuenta también las fábricas y empresas productivas y la colaboración extranjera; debe valorarse la inclusión de investigaciones propias de la vida universitaria, teniendo en cuenta la composición, dinámica y características específicas de la población estudiantil y las inherentes el proceso pedagógico.
Nuestra Educación Superior debe contemplar el cogobierno armónico de profesores y estudiantes en la vida institucional universitaria a todos los niveles; debe ser fuente de ciencia y conciencia, y el papel formativo de los recursos humanos que desempeñan según las necesidades de los países; debe tener como fin inmanente superior la formación integral de modo que sus egresados sean mejores profesionales y mejores ciudadanos; debe considerar al estudiantado un componente activo y creador del proceso formativo integral y a los profesores como hombres que deben consagrarse a enseñar cómo se aprende, cómo se consulta, cómo se investiga; debe proyectar su acción transformadora y creativa hacia la sociedad, a través de profesores y estudiantes, interactuando con ella a través de los planes de extensión universitaria, y en la que se integren la ciencia, la técnica y la cultura.
Alineada con los nuevos tiempos, debe contribuir con sus resultados académicos e investigativos al desarrollo social y proyectarlos tanto nacional como internacional, a través de un sistema de publicaciones propias y otras ajenas diversas; debe desarrollar un fuerte espíritu ético, solidario, cooperativo y humanitario en sus egresados que permitan brindar su ayuda a su propio pueblo y otros pueblos en situaciones diversas: normales, críticas o de catástrofes; debe velar por cumplir los indicadores contemplados en los procesos de acreditación académica y someterse a la evaluación externa periódica; debe tener un enfoque y desempeño económico en su presupuesto que permita su desarrollo sustentable.
En el mundo de hoy y de mañana es imperativo enfrentar los retos que plantean asuntos críticos y del desarrollo como son los relacionados con el medio ambiente; la aplicación armónica de la informatización y la inteligencia artificial; la integración, la internacionalización y la innovación como condición del desarrollo; .la integración de la ciencia, la cultura, la salud, la economía, la ética y la política en función de la justicia social, la equidad, la igualdad, la paz, todos los derechos y deberes concomitantes, la felicidad y el bienestar de los individuos y de los pueblos. En fin, la vida soñada por la humanidad.
Por: Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular, Consultante y Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio del MINSAP al Mérito Científico por la obra de toda la vida.