El 3 de junio de 1924, en conmemoración del día del natalicio de Victoria Brú Sánchez, la Asociación Nacional de Enfermeras de la República de Cuba (ANERC), bajo la presidencia de Pelegrina Sardá y Sardá, celebra por primera vez, el Día de la Enfermera Cubana.
Victoria Brú nació el 3 de junio de 1876 en Managua, provincia de La Habana. Desde muy joven sentía vocación por la enfermería, de ahí que asistiera y velara a familiares y amigos enfermos.
Ingresó en la escuela de enfermeras del hospital «Número Uno» en el año 1903 y se graduó en 1906. Obtuvo plaza en el hospital de Remedios y en 1907 se trasladó para el hospital «Número Uno», hoy Hospital Clínico Quirúrgico «General Calixto García Íñiguez», en La Habana, Cuba.
El 27 de febrero de 1906 fue ascendida a Superintendente de la Escuela de Enfermeras del hospital de Santiago de Cuba. Con ese mismo cargo se traslada al hospital de Puerto Príncipe, hoy Camagüey, y el propio año, al hospital Psiquiátrico de La Habana. El 21 de enero de 1910 es nombrada Superintendente del hospital «Número Uno» y de su Escuela de Enfermeras, donde laboró por 4 años.
En el año 1914 es trasladada al hospital de Cienfuegos, con igual responsabilidad. Allí se encontraba desempeñando estas funciones cuando, en 1918, se declaró una terrible epidemia de influenza.
En esos momentos Victoria estaba de licencia por problemas de salud, pero hasta su retiro llegaban las noticias de las víctimas que hacía la terrible epidemia. El hospital estaba lleno de enfermos, el trabajo era excesivo. En los barrios pobres de la ciudad la enfermedad tenía más víctimas y eran más graves sus efectos.
Victoria Brú se reincorporó de inmediato al trabajo y, acompañando a sus alumnas, iba de casa en casa ordenando medidas higiénicas, aislando a los enfermos, aseando a los niños, dando esperanzas de aliento a los moribundos.
Fue víctima de la propia epidemia que la recluyó en cama durante varios días. Luego regresó al trabajo pero tras una recaída muere el 7 de diciembre de 1918. Se convirtió así en mártir de la humanitaria profesión que había elegido, siguiendo su firme vocación.
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