
El síndrome de fatiga crónica (SFC) se caracteriza por mareos, problemas de sueño, dolor crónico y fatiga. Durante años, los médicos clínicos han debatido si el SFC era realmente una afección, debido a su difícil diagnóstico y a la ausencia de biomarcadores.
Ahora, los investigadores están comenzando a comprender los problemas fisiológicos subyacentes a la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica (EM/SFC). Estos hallazgos, que han revelado vínculos complejos entre el metabolismo, el microbioma intestinal y la inmunidad, también podrían beneficiar a los pacientes con COVID prolongada, quienes a menudo presentan síntomas similares a los de la EM/SFC.
En este estudio, publicado en Nature Medicine, los investigadores utilizaron herramientas computacionales para analizar datos de análisis de laboratorio realizados en muestras de 249 personas.
«Nuestro estudio logró una precisión del 90 % al distinguir a las personas con SFC, lo cual es significativo dado que los médicos actualmente carecen de biomarcadores fiables para el diagnóstico», afirmó la Dra. Derya Unutmaz, autora del estudio y profesora de inmunología en el Laboratorio Jackson (JAX). «Algunos médicos dudan de que se trate de una enfermedad real debido a la ausencia de marcadores de laboratorio de valor diagnóstico, atribuyéndola en ocasiones a factores psicológicos”.
Este estudio combinó el análisis de síntomas clínicos y tecnologías ómicas para encontrar nuevos biomarcadores de EM/SFC. Dado que el trastorno es tan variable entre pacientes, fue crucial vincular los síntomas con datos biológicos. Se consideraron conjuntamente las variaciones en el microbioma intestinal, los metabolitos, los factores inmunitarios y los síntomas clínicos como el dolor de cabeza, los trastornos del sueño y los mareos. Los investigadores desarrollaron una novedosa herramienta computacional para aprovechar todos estos datos, provenientes de 153 pacientes y 96 personas sanas durante cuatro años.
El trabajo demostró que los datos de las células inmunitarias podían predecir la gravedad de los síntomas; y los datos del microbioma intestinal proporcionaron información sobre los problemas intestinales, del estado de ánimo y del sueño. Los pacientes con EM/SFC durante cuatro años o menos presentaban redes menos alteradas en comparación con quienes habían estado enfermos durante más de una década.
En individuos sanos, las interacciones y vínculos entre el microbioma intestinal, los metabolitos y el sistema inmunitario reflejaban un equilibrio saludable. Sin embargo, aquellos aquejados con EM/SFC, se observó una alteración y un trastorno significativos en pacientes con trastornos del sueño, dolor, fatiga y alteraciones del estado de ánimo.



