IPK: 88 años velando el sueño de Cuba

Responsable: Mirta Núñez Gudás

Dpto. Servicios Especiales de Información

IPK

Dicen que, en ciertos lugares de Cuba, la ciencia tiene olor. En el Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” (IPK), a veces huele a reactivo, a bata recién lavada, a madrugada sin fin. Pero la mayor parte del tiempo huele a compromiso. A ese compromiso silencioso de quienes saben que el país entero respira más tranquilo porque ellos siguen ahí, vigilando.

El IPK cumple 88 años, y no es solo un aniversario: es la historia viva de un país que aprendió —muchas veces con dolor— que la salud pública se defiende con talento, con rigor y con una voluntad colectiva que no admite descanso.

Desde su fundación, el Instituto nació marcado por un apellido que ya forma parte del ADN sanitario de Cuba: Kourí. Primero, Pedro Kourí Esmeja, el visionario que soñó y construyó esta casa de ciencia cuando hablar de enfermedades tropicales era casi hablar de destino. Luego Gustavo Kourí Flores, el hombre que modernizó al IPK, que lo convirtió en referencia regional, que puso a Cuba en el mapa de la investigación epidemiológica y cuya huella sigue recorriendo cada uno de sus pasillos.

Hoy, esa herencia también se honra bajo la conducción de la Dra. Vivian Kourí Cardella, actual directora del Instituto, quien ha asumido con rigor y sensibilidad la misión de preservar el legado familiar y proyectarlo hacia los desafíos sanitarios del presente.

La impronta de esa familia insigne continúa viva en la obra colectiva de un ejército blanco que, en horas difíciles, vuelve a demostrar que el IPK no es solo un centro: es una manera de servir.

Porque si algo ha enseñado la historia es que las epidemias siempre regresan. A veces con nombres viejos, otras con máscaras nuevas. Y cada vez que vuelven, el Instituto despierta un latido más acelerado: la vigilancia, los diagnósticos oportunos, la atención a cada caso, la investigación que no duerme. En esas horas tensas —como las que vive el país hoy— el IPK se convierte en puerto seguro, en brújula y escudo.

Detrás de cada informe epidemiológico, de cada muestra procesada en tiempo récord, de cada estrategia sanitaria, hay rostros conocidos y respetados por toda Cuba y otros que pocas veces salen en los titulares: microbiólogos que no conocen la palabra descanso, laboratoristas de manos veloces y precisas, epidemiólogos que revisan mapas hasta el amanecer, técnicos que afinan equipos como si afinaran un violín, enfermeras que sostienen el ánimo cuando las cifras inquietan. Y también los que limpian, transportan, ordenan, sostienen —porque sin ellos la ciencia no camina.

Hoy, cuando la nación vuelve a enfrentar días complejos, el Instituto responde como siempre: con ciencia y corazón, y por eso desde él se han difundido los protocolos nacionales para el manejo de pacientes con chikungunya.

Porque así ha sido desde el principio: El IPK no nació para mirar la enfermedad. Nació para vencerla.

Por: Mylenys Torres Labrada.

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