Los amigos de Mike Thomson no quieren quedarse en su casa, ya que vive a media cuadra de una transitada autopista en una vÃa que se ha utilizado cada vez más como pista de carreras de alta velocidad que divide la ciudad capital de California y por donde pasan camiones grandes que arrojan diésel, motocicletas que aceleran y automóviles que han sido modificados ilegalmente para hacer aún más ruido.
Casi el único momento en que hay calma es el sábado por la noche entre las 3 y las 4 a. m., comentó Thomson. El resto del tiempo el estruendo es casi constante y la mayorÃa de las noches se despierta 5 o 6 veces. «Los autos pasan y no tienen silenciadores», comentó Thomson, de 54 años, quien trabaja remodelando casas. «Es terrible. No se lo recomiendo a nadie».
Thomson es vÃctima de la contaminación acústica o sonora, que los expertos en salud advierten que es un problema creciente que no se limita a nuestros oÃdos, sino que causa trastornos relacionados con el estrés, como ansiedad, hipertensión e insomnio.
Los legisladores de California aprobaron dos leyes en 2022 destinadas a acallar el medio ambiente. Una ordena a Patrulla de Carreteras de California que verifique las cámaras de detección de ruido, que eventualmente pueden emitir multas automáticas para los automóviles que hacen ruido por encima de cierto nivel. La otra obliga a los conductores de automóviles modificados ilegalmente a repararlos antes de que puedan renovar su registro.
«Hay un aspecto de nuestra sociedad al que le gusta ser ruidoso y orgulloso», mencionó el senador estatal Anthony Portantino, demócrata de Glendale y autor de la ley de cámaras de ruido. «Pero este no deberÃa afectar la salud de otra persona en un espacio público».
Las leyes de California tomarán tiempo y tendrán un efecto limitado, pero los expertos en control del ruido las calificaron como un buen comienzo. Aun asÃ, no hacen nada para abordar la contaminación acústica aérea de los helicópteros de la policÃa, los drones que zumban y otras fuentes de ruido, que son competencia del gobierno federal, dijo Les Blomberg, director ejecutivo de Noise Pollution Clearinghouse.
En octubre de 2021, la American Public Health Association declaró que el ruido es un peligro para la salud pública. Décadas de investigación asocian la contaminación acústica no solo con la interrupción del sueño, sino también con una serie de afecciones crónicas, como enfermedades cardiacas, deterioro cognitivo, depresión y ansiedad.
«A pesar de la amplitud y gravedad de sus impactos en la salud, el ruido no ha sido priorizado como un problema de salud pública durante décadas», se lee en la declaración. «La magnitud y la gravedad del ruido como peligro para la salud pública justifican la adopción de medidas».
Cuando hay un ruido fuerte, el sistema auditivo señala que algo anda mal, desencadena una respuesta de lucha o huida en el cuerpo y secreta hormonas del estrés que causan inflamación y, en última instancia, pueden provocar enfermedades, dijo Peter James, profesor asistente de salud ambiental en la Harvard T.H. Chan School of Public Health en Boston, Estados Unidos.
La exposición constante al ruido aumenta el riesgo de enfermedad cardiaca en 8% y de diabetes en 6%, según muestra la investigación. En 2020, la Agencia Europea de Medio Ambiente estimó que la exposición al ruido causa alrededor de 12.000 muertes prematuras y 48.000 casos de enfermedades cardiacas cada año en Europa Occidental.
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