Puntos de vista

Los niños más pequeños tienen más probabilidades de transmitir SARS-CoV-2 a la familia

Los niños pequeños tienen más probabilidades que sus hermanos mayores de transmitir el SARS-CoV-2 en sus hogares, según un análisis de los registros de salud pública en Ontario, Canadá, un hallazgo que cambia la creencia común de que los niños desempeñan un papel mínimo en la propagación de COVID-19.

El estudio realizado por investigadores de Public Health Ontario, publicado en versión electrónica en JAMA Pediatrics, encontró que los adolescentes (de 14 a 17 años) eran más propensos que sus hermanos menores a llevar el virus al hogar, mientras que los bebés y los niños pequeños (hasta 3 años) tenían aproximadamente 43% más de probabilidades que los adolescentes de contagiar a otras personas en el hogar.

Los niños o adolescentes fueron la fuente del SARS-CoV-2 en aproximadamente uno de cada 13 hogares de Ontario entre junio y diciembre de 2020, muestra el estudio. Investigadores de Public Health Ontario analizaron los registros de salud de 6.280 hogares con un caso de COVID-19 pediátrico y un subconjunto de 1.717 hogares en los que un niño de hasta 17 años era la fuente de transmisión en un hogar.

El papel de los niños pequeños en la transmisión parecía lógico para algunos expertos que han estado siguiendo la evolución de la pandemia. «Creo que lo más sorprendente fue cuánto tiempo persistió la narrativa de que los niños no transmitían el SARS-CoV-2», comentó Sam Scarpino, Ph. D., director general de vigilancia de patógenos en Rockefeller Foundation.

Mientras tanto, el menor uso de mascarillas, el regreso a la escuela y las actividades y el ataque de la variante delta han cambiado la dinámica de propagación, destacó el Dr. Andrew Pavia, jefe del Departamento de Enfermedades Infecciosas Pediátricas de la University of Utah.

«Los adolescentes y los niños en edad de escuela secundaria y preparatoria han tenido tasas de infección mucho, mucho más altas en el pasado. Ahora, cuando miramos las tasas de niños en edad escolar, son las mismas que las de los niños en edad de escuela secundaria y preparatoria, y estamos viendo más y más en los grupos de edad preescolar», indicó.

En todo caso, el estudio puede subestimar el papel que juegan los niños pequeños en la propagación de COVID-19 en las familias, ya que solo incluyó casos sintomáticos como fuente inicial y es más probable que los niños pequeños sean asintomáticos, añadió el Dr. Pavia.

La variante delta aumenta la preocupación; es más del doble de infecciosa que las variantes anteriores y ha provocado un aumento en los casos pediátricos, incluida alguna infección conjunta con otras enfermedades respiratorias circulantes, como el virus sincicial respiratorio.

No obstante, el estudio de Ontario proporciona evidencia valiosa para respaldar la adopción de medidas para proteger a los niños de la transmisión en las escuelas, incluidos los requisitos de usar cubrebocas, realizar pruebas frecuentes y una mejor ventilación, destacó Scarpino.

«No podremos controlar la COVID-19 sin vacunar a las personas más jóvenes», concluyó.

Vea el análisis completo en:

Los niños más pequeños tienen más probabilidades de transmitir SARS-CoV-2 a la familia – Medscape – 23 de agosto de 2021.

Vea el artículo de referencia en:

Paul LA, Daneman N, Schwartz KL, et al. Association of Age and Pediatric Household Transmission of SARS-CoV-2 Infection. JAMA Pediatr. Published online August 16, 2021. doi:10.1001/jamapediatrics.2021.2770

Consideraciones sobre el manejo del dolor agudo en el adulto mayor

En las últimas décadas se ha registrado un aumento dramático en la esperanza de vida y así, los cambios en las pirámides poblacionales están redefiniendo las necesidades de la salud en la población moderna.

El sitio web de especialidades Anestesiología, recomienda este artículo publicado en la Revista Mexicana de Anestesiología 2021; 44 (1), donde se revisa este tema en el contexto de dicha nación.

En México, de 1990 al 2010, se identificó incremento en: la esperanza de vida (en 1990 de 71 años y en 2010 de 76 años), en la mediana de edad (en 1990 una mediana de 19 años y en 2010 de 26 años) y en la tasa de crecimiento de la población geriátrica (cercana a 4% de 2000 a 2010).

En 2010 el país contaba con poco más de 10 millones de ancianos (uno de cada 10 habitantes) y se estima que para 2029 se habrá duplicado el número de adultos mayores.

La principal morbilidad de este grupo poblacional son las enfermedades crónico-degenerativas, las cuales frecuentemente se acompañan de dolor. No es de extrañarse que cada vez más pacientes ancianos sean intervenidos quirúrgicamente y hasta un 62% de ellos reportan dolor agudo postoperatorio (DAPO) severo.

El envejecimiento se asocia a una respuesta reducida al estímulo doloroso, fenómeno conocido como presbialgesia, lo cual se traduce en menores requerimientos analgésicos. Cuando, además, el paciente anciano cuenta con demencia u otras alteraciones de la cognición se deberán utilizar escalas conductuales.

Existen diversas condiciones fisiológicas en el anciano que lo hacen propenso a acumulación de fármacos y retraso en su eliminación. Además, existe un riesgo aumentado de interacciones farmacológicas por polifarmacia, hechos que se deberán tener en cuenta al abordar clínicamente el dolor en el paciente geriátrico.

El objetivo de esta revisión es analizar las prácticas del abordaje farmacológico en el manejo del dolor en el paciente geriátrico en función de mejorar su calidad de vida.

Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) son considerados de riesgo en ancianos frágiles por aumentar la posibilidad de sangrado, sin mencionar el potencial daño en pacientes nefrópatas o con trastornos de la coagulación. El paracetamol es un analgésico noble a nivel gástrico, renal y cardiovascular y es considerado de primera línea en osteoartrosis degenerativa.

Se sugiere no sobrepasar dos gramos al día en ancianos frágiles. Al utilizar analgésicos opioides se sugiere iniciar con la mínima dosis analgésica y escalar lentamente en caso de que el alivio del dolor lo requiera, evitando así efectos adversos.

Los autores concluyen que el abordaje farmacológico racional debe considerar los aspectos fisiológicos y emocionales que comúnmente se presentan en este grupo.

En cualquier caso, el adulto mayor debe abordarse de forma integral y multidisciplinaria.  Es necesario generar la evidencia suficiente que norme nuestras conductas respecto al impacto que los fármacos tienen en nuestros pacientes.

Vea el artículo completo en:

Covarrubias-Gómez A, Alvarado-Pérez J, Templos-Esteban LA, et al. Consideraciones analgésicas sobre el manejo del dolor agudo en el adulto mayor. Rev Mex Anest. 2021;44(1):42-50. doi:10.35366/97776.

También:

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