
El 4 de septiembre del 2010 la Asociación Mundial para la Salud Sexual (World Association for Sexual Health, WAS) anunció el establecimiento del Día Mundial de la Salud Sexual. En esta primera ocasión se celebró con el tema «Salud sexual es mucho más que hablar de eso… un diálogo intergeneracional». La WAS agrupa 82 instituciones representantes a su vez, de una amplia gama de asociaciones profesionales, organizaciones no gubernamentales, organizaciones humanitarias, universidades e individuos. Incluye diversos temas como medicina, psicología, educación de la sexualidad, promoción de la salud, sociología y antropología.
La WAS sostiene relaciones oficiales con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y la Federación Internacional de Planificación Familiar. Tiene también vínculos con UNFPA; Unesco, y otras organizaciones internacionales. Su misión es promover la salud sexual, abogar por los derechos sexuales y alentar la participación de todas las personas sin discriminación ni prejuicio.
Esta celebración pretende ser una forma de vincular la acción con la promoción de una discusión abierta e informada sobre un aspecto fundamental del ser humano: su sexualidad y sus derechos sexuales. Su objetivo fundamental es difundir la información sobre sobre estos temas con basamento científico y especializado.
La salud sexual es un estado de bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad; no es simplemente la ausencia de enfermedad, disfunción o enfermedad. La salud sexual requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia». Para que la salud sexual se logre y mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y ejercidos a plenitud.
Organización Mundial de la Salud, 2002
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha definido la salud sexual como «la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad».
Ambos organismos consideran que, para que pueda lograrse y mantenerse la salud sexual, deben respetarse los derechos sexuales de todas las personas.
Este año 2022, el tema de la celebración es: ¡Hablemos del placer!, considerando que el placer es una parte importante de la salud sexual, la cual, a su vez, es fundamental para la salud y el bienestar en general.
Tal y como está formulado en la «Declaración de la WAS», el significado de placer sexual es complejo, multifacético y diverso. Esto es, los sentimientos en torno al placer sexual son subjetivos, se construyen socialmente y pueden incluir distintas actividades. Los componentes biológicos del placer incluyen, entre otros, las respuestas de los órganos del sistema nervioso, las hormonas y el flujo sanguíneo genital. Mientras que las conceptualizaciones del pasado han hecho hincapié en los aspectos fisiológicos y genitales del placer sexual, las concepciones más recientes consideran que el placer tiene conexiones emocionales, cognitivas, físicas y además entre la mente y el cuerpo.
La Asociación Mundial para la Salud Sexual exhorta a todos los gobiernos, organismos intergubernamentales y no gubernamentales, instituciones académicas, autoridades de salud y educación, promotores de la salud, profesionales que trabajan en el área de sexualidad, activistas, medios de comunicación, actores del sector privado y la sociedad en general, y en particular, todos los miembros de la WAS a:
- Promover el placer sexual en las leyes y la política pública como parte fundamental de la salud sexual y el bienestar, basado en los principios de los derechos sexuales entendidos como derechos humanos, incluida la autodeterminación, la no discriminación, la privacidad, la integridad corporal y la igualdad.
- Reconocer que importantes barreras a la expresión sexual y a la experiencia de placer tienen sus raíces en diversos sistemas de políticas públicas y de marcos legales; y de usos y costumbres desde la cultura y la injusticia económica. Estas barreras se manifiestan en innumerables formas desde coerción explícita a arraigos culturales menos obvios, pero igualmente perjudiciales que conllevan sentimientos de vergüenza estigma y culpa. El liderazgo de las instituciones es esencial para identificar las barreras en un nivel social ya sean basadas en leyes o normas y expectativas culturales, y promoviendo discusiones abiertas y efectivas para facilitar el cambio.
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