Convocan al I Taller Nacional de Imagen en Cirugía Pediátrica y a la III Jornada de la Cátedra Dr. Francisco Domínguez Roldán

La Cátedra Honorífica Dr. Francisco Domínguez Roldán, adjunta a la Sociedad Cubana de Imagenología (SCI), y la Sección de Radiología Pediátrica de esa Sociedad, en coordinación con los Capítulos de la SCI de Villa Clara y Matanzas y el Grupo Científico de Gestión de Intangibles en entidades de Salud de la Universidad de Matanzas, convocan al evento «Imágenes entre Puentes 2022», que en esta oportunidad acogerá al I Taller Nacional «Imagen en Cirugía Pediátrica» y a la III Jornada de la Cátedra Dr. Francisco Domínguez Roldán.

Dedicado a los Profesores Dr. Crisanto Abad Cerulia, Dr. José Muñiz Escarpenter, Dr. Tomás Enrique Mederos Guzmán y Dr. Pedro Abelardo Vilorio Barrera y en conmemoración del X Aniversario del grupo de trabajo de Radiología Pediátrica de la SCI, el encuentro se desarrollará del 4 al 6 de abril de 2002, y tiene como objetivos actualizar y socializar aspectos relacionados con las imágenes médicas en Cirugía Pediátrica.

Más información a través de los contactos del evento.

Impacto de la pandemia de la COVID-19 sobre la esperanza de vida

esperanza de vida y COVID-19

En este artículo de la publicación periódica International Journal of Epidemiology, órgano oficial de la Asociación Internacional de Epidemiología (International Epidemiological Association, IEC) los autores, aprovechando los métodos de descomposición demográfica, examinaron qué grupos de edad contribuyeron a los cambios en la esperanza de vida en el año 2020 y en qué medida las reducciones observadas en este indicador fueron atribuibles a las muertes oficialmente notificadas por la COVID-19.

Este estudio es el primero que utiliza una recopilación sin precedentes de datos demográficos de 29 países, que representan a la mayor parte de Europa, Chile y los Estados Unidos de América (EE.UU.), para examinar los impactos de la pandemia sobre la esperanza de vida en el año 2020, contextualizados con las tendencias del período 2015-2019.

La esperanza de vida al nacer es la medida más utilizada de la salud y la longevidad de la población. Se refiere al número medio de años que viviría una cohorte sintética de recién nacidos si experimentara, a lo largo de su vida, las tasas de mortalidad observadas en un periodo determinado.

Por ello, este indicador suele denominarse «esperanza de vida por períodos», ya que simula y resume las implicaciones de un perfil de la mortalidad de un año natural. Aunque no describe el curso de la vida real de una cohorte, y no debe interpretarse como una proyección o previsión de la vida de algún individuo, proporciona una descripción oportuna de los patrones de la mortalidad en la etapa estudiada.

La principal ventaja de la esperanza de vida por períodos es que está estandarizada por edades, lo que la convierte en el indicador preferido para las comparaciones entre los países con poblaciones de diferentes tamaños y estructuras de edad, y a lo largo del tiempo.

Antes de la pandemia, la esperanza de vida al nacer generalmente aumentaba de forma casi monótona en la mayoría de los países a lo largo del siglo XX y hasta el siglo XXI. En las últimas décadas, las mejoras en la esperanza de vida entre los países de renta alta se debieron principalmente a los avances logrados en las edades más avanzadas (≥65 años), aunque persiste una importante heterogeneidad entre estas naciones, que se ha hecho más prominente desde el año 2010.

Mientras que las poblaciones de algunos países de la Europa del Este y del Báltico experimentaron ganancias significativas en la esperanza de vida en la última década, otras fueron testigos de una desaceleración notable en el ritmo de las mejoras y, en algunos casos, estancamientos o incluso retrocesos temporales. Por ejemplo, la esperanza de vida en los EE.UU., Inglaterra y Gales y Escocia sólo experimentó avances limitados en la última década. Estas tendencias atípicas se han relacionado con mejoras más lentas relacionadas con la mortalidad en la vejez y con aumentos en las tasas de mortalidad en la edad laboral.

El análisis de la esperanza de vida realizado en esta investigación muestra que la pandemia se cobró un sorprendente peaje en la salud de la población en el 2020 en la mayor parte de Europa, los EE.UU. y Chile. Sólo los hombres y las mujeres de Dinamarca y Noruega, y las mujeres de Finlandia, lograron evitar el descenso en la esperanza de vida, según los resultados obtenidos en esta comparación transnacional entre 29 países.

Los EE.UU., seguidos de los países de Europa del Este como Lituania, Bulgaria y Polonia, experimentaron las mayores pérdidas en la esperanza de vida en el 2020, superiores para los hombres que para las mujeres en la mayoría de estas naciones.

Este documento revela que la población de 22 de los países incluidos en la investigación experimentó pérdidas en la esperanza de vida superiores a medio año en el 2020. Las mujeres de 8 de estos estados y los hombres de 11 experimentaron pérdidas de más de un año.

Para contextualizar, estas naciones han tardado una media de 5,6 años en lograr, recientemente, un aumento de un año en la esperanza de vida, un progreso que se ha visto anulado en el transcurso de 2020 por la COVID-19.

Para los países de Europa Occidental como España, Inglaterra y Gales, Italia y Bélgica, entre otros, la última vez que se observaron pérdidas de tal magnitud en un solo año fue durante la Segunda Guerra Mundial.

Mientras que en Europa el aumento de la mortalidad en los grupos de edad ≥60 años contribuyó en mayor medida a las pérdidas en la esperanza de vida, la pandemia supuso un empeoramiento de la mortalidad en la edad laboral (<60 años) en los EE.UU., y este grupo etario fue el que más contribuyó a las pérdidas en la esperanza de vida en los varones.

A pesar de tener una población más joven, los EE.UU. también presentaron mayores comorbilidades en estos grupos de edad, en comparación con las poblaciones europeas con mayor vulnerabilidad a la COVID-19. Otros factores, como los relacionados con las desigualdades en el acceso a la asistencia sanitaria de la población en edad laboral y el racismo estructural, también pueden contribuir a explicar este aumento de la mortalidad.

En los países de Europa del Este (Lituania, Bulgaria y Polonia), así como en Inglaterra y Gales y Escocia, donde también se ha observado un reciente estancamiento de la esperanza de vida debido al deterioro de la mortalidad en la mediana edad, igualmente se produjo un aumento de la mortalidad en el grupo de edad de <60 años.

El aumento de la mortalidad en el grupo de edad de 60 a 79 años fue el que más contribuyó a la pérdida en la esperanza de vida en los estados de Europa del Este, en comparación con los países de Europa Occidental, como España, Italia y Bélgica, donde el aumento de la mortalidad en los grupos de edad de ≥80 años tuvo un impacto considerable sobre este indicador.

La evidencia emergente de las naciones de ingresos bajos y medios (como Brasil y México), que han sido devastados por la pandemia, sugieren que las pérdidas en la esperanza de vida en estas poblaciones pueden ser incluso mayores. También es probable que varíen sustancialmente entre subgrupos dentro de un mismo país. Sin embargo, actualmente la falta de datos limita las comparaciones directas y más desglosadas entre una gama más amplia de estados, y se necesitan con urgencia para comprender los impactos totales de la pandemia sobre la mortalidad.

En conclusión, la esperanza de vida al nacer disminuyó de 2019 a 2020 en 27 de los 29 países estudiados. Los hombres de los Estados Unidos de América y de Lituania experimentaron las mayores pérdidas en la esperanza de vida al nacer durante 2020 (2,2 y 1,7 años, respectivamente), pero se documentaron reducciones de más de un año para los hombres en 11 de los países incluidos en el estudio y en 8 entre las mujeres. Las reducciones se atribuyeron principalmente al aumento de la mortalidad por encima de los 60 años y a las muertes oficiales por la COVID-19.

De acuerdo a los resultados de la investigación los autores señalan que la pandemia de la COVID-19 desencadenó un aumento significativo de la mortalidad en el año 2020 de una magnitud que no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial en Europa Occidental o desde la desintegración de la Unión Soviética en la Europa del Este. Las mujeres de 15 países y los hombres de 10 terminaron con una esperanza de vida al nacer más baja en el 2020 que en el 2015.

El estudio revela que, aunque la COVID-19 podría verse como un impacto transitorio en la esperanza de vida, la evidencia de la morbilidad potencial a largo plazo debido a la COVID-19 prolongada y a su repercusión en la atención tardía a otras enfermedades, así como el aumento de las desigualdades derivadas de la perturbación social y económica ocasionadas por esta enfermedad, sugieren que las cicatrices de la pandemia en la salud de la población pueden ser más duraderas.

Para extender este estudio a un conjunto más amplio de países se necesitan los datos sobre la mortalidad por todas las causas con un desglose detallado por edad y sexo y, para un análisis más profundo, son necesarias otras características como el estatus socioeconómico y el origen étnico para evaluar los impactos desiguales de la pandemia de la COVID-19 sobre la mortalidad.

Vea el artículo completo en:

Aburto JM, Schöley J, Kashnitsky I, Zhang L, Rahal C, Missov TI, et al. Quantifying impacts of the COVID-19 pandemic through life-expectancy losses: a population-level study of 29 countries. International Journal of Epidemiology [Internet]. 2021 [citado 24 Nov 2021]:[12 p.].

Artículos recomendados desde el sitio web cubano de Inmunología

El sitio web cubano de Inmunología propone a nuestros usuarios la lectura de un grupo de artículos científicos sobre el tema: «COVID-19: vacunación, embarazo, inmunoinformática, inmunopatogenia, secuelas».

The Future of SARS-CoV-2 Vaccination — Lessons from Influenza
Pregnancy influences immune responses to SARS-CoV-2
Tracking the pipeline: immunoinformatics and the COVID-19 vaccine design
COVID super-immunity: one of the pandemic’s great puzzles
Hybrid immunity improves B cells and antibodies against SARS-CoV-2 variants
Immune dysregulation and system pathology in COVID-19
Immune signatures underlying post-acute COVID-19 lung sequelae

Detectan en tres países nueva variante de COVID-19

Coronavirus

Un motivo de preocupación llega desde Sudáfrica, donde científicos y autoridades sanitarias confirmaron la detección de una nueva variante del coronavirus, identificada como B.1.1.529.

La variante presenta una constelación muy inusual de mutaciones, pero su significado aún es incierto, explicó el profesor Tulio de Oliveira, de la Plataforma de Innovación en Investigación y Secuenciación de KwaZulu-Natal.

La variante B.1.1.529 se detectó por primera vez el 11 de noviembre en Botsuana, donde ya se han secuenciado tres casos. Más tarde se confirmaron seis casos en Sudáfrica y uno en Hong Kong en un viajero que regresaba del país africano.

La preocupación se deriva de su posible impacto en la transmisibilidad y por su potencial capacidad de evadir la inmunidad o protección previa.

Tom Peacock, virólogo del Imperial College de Londres, publicó esta semana en el sitio web de intercambio de genoma GitHub detalles sobre una nueva variante del COVID-19 que posee un número extremadamente alto de mutaciones y que podría desencadenar nuevas oleadas de la enfermedad.

La cantidad increíblemente alta de mutaciones en la proteína de pico sugiere que esto podría ser una preocupación real, escribió Peacock.

Concretamente, esta nueva variante presenta 32 mutaciones en la proteína de pico, capaces de afectar a la capacidad del virus para infectar células y propagarse, así como dificultar que las células inmunes del cuerpo lo ataquen.

En un hilo de Twitter, Peacock señala que mucho debería ser monitoreado debido a este horrible perfil de picos.

Peacock concluyó que la exportación de la variante a Asia implica que podría estar más extendida de lo que muestran los datos de secuenciaciones de genomas.

“Mutar hasta extinguirse”, el extraño curso de la variante delta que desconcierta a Japón.

El pasado mes de agosto Japón se encontraba en medio de la quinta y mayor ola de coronavirus desde que comenzó la pandemia. Llegó a registrar más de 20 000 casos diarios.

Aquel rebrote estaba impulsado en gran medida por la variante delta que arrasó por el mundo entero y que por su alta transmisibilidad acabó reemplazando a otras mutaciones del patógeno.

Pero aquel mes fue también un punto de inflexión para el país asiático.

Desde entonces los casos se han desplomado a un ritmo vertiginoso y hoy, mientras varios países con porcentaje de vacunación similar combaten una nueva ola de contagios, Japón respira tranquilo y este martes 23 de noviembre registró poco más de 100 nuevas infecciones.

Y según un grupo de científicos, una explicación que toma fuerza en esta desconcertante caída de casos es que la variante delta podría estar, literalmente, autodestruyéndose.

¿Es esto posible? ¿Podría repetirse en otros lugares del mundo?

Múltiples causas

Varias hipótesis pueden estar detrás de esta repentina caída de casos e incidencia de la variante delta.

Más del 75 % de residentes ya fueron vacunados en Japón y las medidas de distanciamiento social y el uso extendido de mascarillas son seguidos a rajatabla por la población, reportan medios nacionales.

Pero otros países reúnen condiciones similares y registran muchos más casos diarios. En España, por un ejemplo, un 80% de residentes ya recibió la vacunación completa y las mascarillas siguen utilizándose en espacios cerrados.
Y este martes, pese a tener una tercera parte de la población de Japón, registró casi 7 000 casos diarios.

Es este tipo de comparaciones la que ha llevado a que científicos japoneses, basándose en observaciones genéticas, manejen la hipótesis de la autoextinción de la variante delta.

La variante delta en Japón era muy contagiosa y desplazó a otras variantes. Pero al acumularse las mutaciones, creemos que se volvió un virus defectuoso incapaz de replicarse, dijo el genetista Ituro Inoue, del Instituto Nacional de Genética en Japón, al periódico The Japan Times.

Considerando que los casos no han aumentado, creemos que en algún momento durante esas mutaciones el virus se dirigió directamente hacia su extinción natural, agregó Inoue.

La teoría de Inoue arroja algo de luz sobre la desaparición tan repentina de la variante delta en Japón que sorprende a muchos.

Sobre todo teniendo en cuenta que recientemente muchos países occidentales, con vacunaciones avanzadas, han tenido que retomar estrictas medidas de confinamiento.

Pero Japón parece ser un caso peculiar en que los casos de coronavirus se desploman en caída libre a pesar de que trenes y restaurantes están llenos desde que acabó el último estado de emergencia el pasado octubre.

Que distintas variantes de un virus desaparezcan es algo que lleva sucediendo desde el comienzo de la pandemia. Sucede todo el tiempo en virus de animales y humanos. Recordemos que las variantes alfa, beta y gamma han sido mayoritariamente reemplazadas por las variantes delta, contextualiza para BBC Mundo el virólogo Julian Tang, de la Universidad de Leicester en Reino Unido.

Esto es realmente una cuestión de aptitud viral en cualquier anfitrión. Quizás hay algo en la inmunidad de la población japonesa que ha cambiado la forma en que el virus se comporta allí. El tiempo dirá si pasará también en otro país, agrega Tang.

Estudios previos han probado que en Asia hay más personas que tienen una enzima de defensa llamada APOBEC3A y que ataca a distintos virus, incluido el coronavirus que causa la COVID-19, en comparación con los habitantes de otras regiones como África y Europa.

De este modo, investigadores del Instituto Nacional de Genética y la Universidad Niigata estudiaron si esa enzima podía inhibir la actividad del coronavirus.

El equipo comparó datos de diversidad genética de las variantes delta y alfa en muestras clínicas infectadas en Japón entre junio y octubre. Durante el estudio, observaron que las mutaciones del virus parecieron detenerse repentinamente en medio de su desarrollo evolutivo, se volvieron defectuosas e impidieron la replicación del virus.

Encontraron mutaciones en la proteína nsp14, que tiene que ver con la reparación de defectos de replicación. Si hay más mutaciones de lo normal en esta proteína, estas pueden inactivarla o hacerla ineficiente, lo que puede originar una debacle en el patógeno, explica el profesor José Manuel Bautista, catedrático de bioquímica y biología molecular de la Universidad Complutense de Madrid en España.

A pesar de que Bautista cree que la caída abrupta de casos se debe también a factores como la vacunación masiva y las medidas de distanciamiento, le llama la atención el pronunciamiento de la curva de contagios.

Lo normal es que baje poco a poco si la gente se aísla, porque los ya infectados siguen notificándose días más tarde. Es bastante dramática y exagerada la caída de casos y apunta a que la teoría de la autodestrucción es posible, añade el académico.

A pesar de la sorprendente caída de casos en Japón, los científicos guardan cautela y evitan hacer diagnósticos sobre lo que pueda pasar en el futuro.

La pandemia está en constante evolución y ha demostrado que, a pesar de vacunaciones y medidas de contención, el mundo todavía no está a salvo de nuevos rebrotes.

Pinta el mundo de naranja. ¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres YA!

Casi 1 de cada 3 mujeres ha sufrido abusos a lo largo de su vida. En tiempos de crisis las cifras aumentan, como se vio durante la pandemia de COVID-19 y las recientes crisis humanitarias, conflictos y desastres climáticos. Un nuevo informe de ONU Mujeres, basado en datos de 13 países desde la pandemia, recoge que 2 de cada 3 mujeres padecieron alguna forma de violencia o conocían a alguna mujer que la sufría. Por desgracia, solo 1 de cada 10 dijo que recurriría a la policía en busca de ayuda. A su vez, se llegó a la conclusión que estas mujeres tienen más probabilidades de enfrentarse a situaciones de pobreza y escasez de alimentos.

Si bien la violencia de género es generalizada, esta puede y debe prevenirse. Detener esta violencia comienza por creer en las sobrevivientes, adoptando enfoques integrales e inclusivos que aborden las causas fundamentales, transformen las normas sociales dañinas y empoderen a las mujeres y las niñas. Con servicios esenciales en los sectores policial, judicial, sanitario y social, y con suficiente financiación para la lucha por los derechos de las mujeres, podemos poner fin a la violencia de género.

A fin de sensibilizar sobre esta relevante lacra, este año la ONU promueve el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el lema “Pinta el mundo de naranja: ¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres YA!”. Y es que para las Naciones Unidas, como cada año, el naranja es el color estrella de las campañas para representar un futuro más brillante y libre de violencia contra mujeres y niñas.

Como en años anteriores, este día internacional marca el comienzo de una campaña por parte de las Naciones Unidas denominada Campaña Únete, la cual plantea 16 días de activismo (25 nov-10 dic) que concluyen coincidiendo con el Día Internacional de los Derechos Humanos.

Dicha iniciativa, liderada por el Secretario General de las Naciones Unidas y la agencia ONU Mujeres desde 2008,  tiene como fin prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas en todo el mundo, pidiendo una acción global para aumentar la conciencia, impulsar la promoción y crear oportunidades para el debate sobre retos y soluciones.

Entre sus múltiples iniciativas,  la ONU organiza un acto oficial el 24 de noviembre (10.00-11.30am ET) que puedes seguir en línea a través de la web ONU Mujeres, y al que puedes inscribirte previamente para recibir notificaciones. La campaña también incluye el lanzamiento de un nuevo informe con datos actualizados sobre la violencia de género, así como multitud de iniciativas digitales en las que puedes participar.

Por qué debemos eliminar la violencia contra la mujer

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.

En forma general, la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye:

  • violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio);
  • violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético);
  • trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual);
  • mutilación genital, y
  • matrimonio infantil.

Para mayor clarificación, la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.”

Los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas. Por ejemplo, las desventajas tempranas en materia de educación no solo constituyen el obstáculo principal para alcanzar la escolarización universal y hace cumplir el derecho a la educación de las niñas, luego también le restringe el acceso a la educación superior a la mujer y limita sus oportunidades de empleo.

Aunque todas las mujeres, en todas partes del mundo, pueden sufrir violencia de género, algunas mujeres y niñas son particularmente vulnerables, ejemplo de ellas son las niñas y las mujeres más mayores, las mujeres que se identifican como lesbianas, bisexuales, transgénero o intersex, las migrantes y refugiadas, las de pueblos indígenas o minorías étnicas, o mujeres y niñas que viven con el VIH y discapacidades, y aquellas en crisis humanitarias.

La violencia contra la mujer sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas. Lo que es más, la promesa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de no dejar que nadie se quede atrás, no podrá cumplirse sin primero poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.

Enlaces relacionados

  • Categorías de anuncio

    open all | close all
  • Categorías de aviso

  • Categorías de editoriales

  • Categorías de entrevista

  • Categorías de informes y sello

    open all | close all
  • Categorías sello – entidades

    open all | close all
  • Categorías de Noticia

    open all | close all
  • Secciones de noticias

    open all | close all
  • Archivo Anuncios

  • Archivo Avisos

    • Archivo Editoriales

      • Archivo Entrevistas

        • Archivo Informe y sello

        • Archivo Nota Oficial

          • Archivo Noticias

          • Archivo Obituarios

            • Actualidad

            • Salud es el Tema