Para Pepe el día que le cambió la vida fue «muy extraño». Salió bien temprano de su casa, pero con muchas incertidumbres apretándole el pecho. Apostaba por dejar a un lado las jeringuillas, las suturas y el uniforme blanco, para sumergirse en la gestión editorial de Infomed. Sería el jefe de su Departamento de Revistas Médicas.
Tenía entonces 28 años.
Presentó allí sus títulos de Licenciado en Enfermería y de Máster en Informática en Salud. Pero si algo aún le estremece es el cariño con el que le recibieron.
Ya han pasado más de 2 décadas y José Enrique Alfonso Manzanet (Pepe), no solo sigue ocupando esta responsabilidad, sino que también se convirtió en Profesor Titular y Doctor en Ciencias de la Educación y la Investigación.
Su historia, merece ser contada hoy a propósito del Día de la Ciencia Cubana.
El hechizo
«En este trabajo y en este lugar me he formado como profesional y como ser social. Yo no tenía ni idea de que existía este proyecto en desarrollo de una red de personas e instituciones de salud liderada por Pedro Urra, con un estilo de trabajo y una organización diferentes, que no estaba acostumbrado a ver y a sentir desde una institución hospitalaria. Creo que me atrapó más esa organización en equipo que el propio trabajo. Luego, cuando descubrí que yo era parte de ella y que podía aportar mucho, quedé hipnotizado para siempre.
Y con esa hipnosis desarrollé mi investigación acerca de la conceptualización teórico-metodológica de la gestión editorial de las revistas científicas como una actividad formativa en el entorno profesional».
– ¿Cómo es su día a día?
«Yo soy el responsable de que todo el proceso editorial funcione y con calidad. Que cada cual haga su parte y que las revistas salgan al público con calidad y en tiempo. Cuento con un equipo de 27 personas que hacen todo el procesamiento editorial y yo asumo la revisión final a cada bloque de artículos para su publicación».
– ¿Qué cree haberle aportado a Infomed?
«Todo este tiempo he centrado mi trabajo en lograr que la producción científica del sistema nacional de salud sea visualizada con rigor al más alto nivel y en los mejores espacios, pero a través de nuestros propios soportes, es decir, desarrollar nuestras revistas científicas para que sean tan importantes y competitivas como cualquier revista en el mundo, y que logren ser ese complemento de la actividad práctica en medicina que tanto necesitan nuestros especialistas.
Cuando iniciamos el proyecto SciELO Cuba, solo había 18 revistas (todas de salud). Hoy tenemos 90 títulos de revistas de todas las áreas de la ciencia. El desarrollo de esa plataforma creo que ha sido un gran logro. SciELO es de mucha importancia para Cuba, y yo estoy muy feliz de ser su conductor desde el inicio».
– ¿Qué es lo que más hay de la editorial hoy en Pepe?
«Tengo muy gratos recuerdos de mis primeros compañeros. Y también de todas las generaciones de editores que han trabajado con nosotros. De cada uno de ellos tengo una huella, y estoy seguro de que también me recuerdan. Mi espíritu siempre ha sido el de hacer equipo y convertirlo en familia. Antes me consideraban como su hijo, ahora a los que están yo los considero igual. Se trata del traspaso de saberes y de la forma en que se hace.
Creo que si me define algo es el sentimiento de querer siempre transmitir el conocimiento porque este es un arma muy poderosa».
– ¿Tiene alguna revista favorita?
«Todas, absolutamente. Cada una me ha enseñado algo nuevo. Algunas ya existían cuando yo empecé, y otras nacieron conmigo. Ayudé a concebir su embrión y hoy son grandes publicaciones y muy prestigiosas. Conozco cómo funcionan todas, cuáles son sus debilidades, sus fortalezas y perspectivas.
Son como mis hijas. Hablo de 80 revistas y 13 boletines, 93 en total en el sistema de salud».
– ¿Hay metas?
«Muchísimas, pero sin duda la más grande de todas es seguir haciendo que las revistas médicas cubanas, que son el soporte de visibilidad de la producción científica de nuestros médicos, tengan cada día más calidad y con ello que sean más reconocidas a nivel internacional. Es mi forma de contribuir a enseñarle al mundo lo que los cubanos somos capaces de hacer».
Y con ese objetivo Pepe llega todos los días al lugar donde encontró acomodo su vida profesional, al reino mágico que descubrió con temores el 29 de julio del 2002, y al que hoy se consagra con toda la seguridad posible.
Por: Mylenys Torres