Una carta firmada por 124 académicos y publicada en Internet la semana pasada ha causado un gran revuelo en la comunidad de investigadores de la conciencia. En ella se argumenta que una destacada teorÃa que describe lo que hace consciente a alguien o a algo -denominada teorÃa de la información integrada (TII)- deberÃa calificarse de pseudociencia. Desde su publicación el 15 de septiembre en el repositorio de preimpresos PsyArXiv, la carta ha provocado que algunos investigadores discutan sobre la etiqueta y a otros les preocupe que aumente la polarización en un campo que ya ha lidiado con problemas de credibilidad en el pasado.
«Creo que es incendiario describir la TII como pseudociencia», afirma el neurocientÃfico Anil Seth, director del Centro para la Ciencia de la Conciencia de la Universidad de Sussex, cerca de Brighton (Reino Unido), y añade que no está de acuerdo con la etiqueta. «La TII es una teorÃa, por supuesto, y, por tanto, puede ser empÃricamente errónea», afirma Christof Koch, investigador meritorio del Allen Institute for Brain Science de Seattle (Washington) y defensor de la teorÃa. Pero afirma que deja muy claros sus supuestos: por ejemplo, que la conciencia tiene una base fÃsica y puede medirse matemáticamente.
Hay docenas de teorÃas que intentan comprender la conciencia -todo lo que experimenta un ser humano o no humano, incluido lo que siente, ve y oye-, asà como sus fundamentos neuronales subyacentes. La TII se ha descrito a menudo como una de las teorÃas centrales, junto con otras como la teorÃa del espacio de trabajo neuronal global (GNW), la teorÃa del pensamiento de orden superior y la teorÃa del procesamiento recurrente. Propone que la conciencia surge del modo en que se procesa la información dentro de un «sistema» (por ejemplo, redes de neuronas o circuitos informáticos), y que los sistemas más interconectados, o integrados, tienen mayores niveles de conciencia.
Un malestar creciente
Hakwan Lau, neurocientÃfico del Riken Center for Brain Science de Wako (Japón) y uno de los autores de la carta, afirma que algunos investigadores del campo de la conciencia se sienten incómodos ante lo que perciben como una discrepancia entre el mérito cientÃfico de la TII y la considerable atención que recibe en los medios de comunicación populares por la forma en que la promueven sus defensores. «¿Se ha convertido la TII en una teorÃa puntera debido primero a la aceptación académica, o se debe al ruido popular que en cierto modo obligó a los académicos a darle reconocimiento?», se pregunta Lau.
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