En este artÃculo, publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases, los autores se propusieron identificar los factores de riesgo de la infección por el SARS-CoV-2 en los adultos (de 18 años y más) del Reino Unido que habÃan recibido una primera o una segunda dosis de una vacuna contra la COVID-19 entre el 8 de diciembre de 2020 y el 4 de julio de 2021 y describir las caracterÃsticas de la enfermedad posvacunación.
Este estudio prospectivo, basado en la comunidad, anidado y de casos y controles utilizó los datos autoinformados (por ejemplo, sobre la demografÃa, la ubicación geográfica, los factores de riesgo para la salud y los resultados de la prueba de la COVID-19, los sÃntomas y las vacunas) de los adultos (18 años y más) usuarios de la aplicación para teléfonos móviles COVID Symptom Study.
De esta forma se recopilaron los datos de 1 240 009 adultos participantes, en la que los voluntarios registraron en la aplicación para teléfonos móviles (COVID Symptom Study) sus sÃntomas, resultados de las pruebas y el historial de la vacunación. Entre los participantes se encuentran personas que recibieron al menos una dosis de las vacunas de Pfizer, de Moderna o de AstraZeneca entre el 8 de diciembre de 2020 y el 4 de julio de 2021, asà como un grupo de control de personas no vacunadas.
Entre los que informaron haber recibido una primera dosis de alguna vacuna anti-COVID-19, 6 030 (0.5 %) mostraron posteriormente un resultado positivo para el SARS-CoV-2, mientras que de los 971 504 con una segunda dosis, 2 370 (0.2 %) fueron posteriormente positivos para el SARS-CoV-2.
En el análisis de los factores de riesgo, los adultos mayores (60 años y más) debilitados se asociaron con la infección posvacunación después de la primera dosis de la vacuna contra la COVID-19 (odds ratio [OR] 1.93, intervalo de confianza [IC] 95 % 1.50-2.48; p<0.0001), mientras que los que vivÃan en zonas muy desfavorecidas tenÃan las mayores probabilidades de una infección posvacunación después de su primera dosis (OR 1.11, IC 95 % 1.01-1.23; p=0.039).
Los individuos sin obesidad (Ãndice de masa corporal, IMC, <30 kg/m2) tuvieron menores probabilidades de infección tras su primera dosis de la vacuna anti-COVID-19 (OR 0.84, IC 95 % 0.75-0.94; p=0.0030).
Las probabilidades de tener sÃntomas a largo plazo, de al menos cuatro semanas de duración tras el contagio, también fueron un 49 por ciento más bajas en el grupo de las personas vacunadas infectadas.
En resumen, respecto al análisis del perfil de la enfermedad, la vacunación (en comparación con la no vacunación) se asoció con una reducción de las probabilidades de hospitalización o de tener más de cinco sÃntomas de la enfermedad en la semana posterior a la primera o la segunda dosis, y de los sÃntomas de larga duración (≥28 dÃas) tras la segunda dosis. Casi todos los sÃntomas se notificaron con menos frecuencia en los individuos infectados vacunados que en los no vacunados, y los participantes vacunados tenÃan más probabilidades de ser asintomáticos, especialmente si tenÃan 60 años o más.
Los investigadores reportaron que, de casi 1 millón de personas que estaban totalmente vacunadas, solo el 0.2 por ciento reportó haber sufrido una infección posvacunación.  Aquellos que se contagiaron después de haberse vacunado tuvieron más o menos el doble de las probabilidades de ser asintomáticos que los que se infectaron sin estar vacunados. Las probabilidades de hospitalización fueron un 73 por ciento más bajas en el grupo de los infectados después de la vacunación, que en el grupo infectado y no vacunado.
Los autores reconocen que la investigación tiene limitaciones, la más notable es que son los mismos pacientes quienes reportan los datos. Además, la COVID-19 prolongada es difÃcil de estudiar, puesto que comprende una amplia gama de sÃntomas que pueden variar enormemente en intensidad.
No obstante, los resultados señalan que algunos individuos siguen infectándose con el SARS-CoV-2 después de la vacunación; y los datos recopilados sugieren que los adultos debilitados y de edad avanzada y los que viven en zonas más desfavorecidas tienen un mayor riesgo. Sin embargo, la COVID-19 parece ser menos grave en los individuos vacunados que en los no vacunados.
Estos hallazgos son relevantes para las polÃticas sanitarias posteriores a la vacunación y ponen de relieve la necesidad de equilibrar las medidas de la protección personal, en los individuos con el riesgo de la infección tras la vacunación, con los efectos adversos de las restricciones sociales en curso.
Para los grupos de riesgo podrÃan considerarse estrategias como la priorización oportuna de las vacunaciones de refuerzo y la optimización de las medidas de control de la infección. También es necesario investigar cómo mejorar la respuesta inmunitaria a la vacunación en las personas con un mayor riesgo de la infección posvacunación.
En conclusión, con la finalidad de minimizar la infección por el SARS-CoV-2, afirman los investigadores, las poblaciones en riesgo deben ser objeto de esfuerzos para aumentar la eficacia de la vacuna y las medidas de control de la infección. Estos hallazgos podrÃan respaldar la precaución a la hora de relajar el distanciamiento fÃsico y otras medidas de protección personal en la era posterior a la vacunación, en particular en lo que respecta a los adultos mayores debilitados y a las personas que viven en las zonas más desfavorecidas, incluso si estas personas están vacunadas, y podrÃan tener implicaciones para las estrategias como la vacunación de refuerzo.
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