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La inmunoterapia logró una supervivencia imposible hasta ahora en pacientes con melanoma avanzado

Los avances en materia de inmunoterapia van a la vanguardia en el tratamiento del cáncer. Es que la también llamada terapia biológica funciona ayudando al sistema inmunitario a identificar y eliminar las células cancerosas, y ahora nuevos estudios demostraron que es capaz de mejorar la supervivencia global a largo plazo en un número creciente de cánceres.

Según una investigación publicada en el New England Journal of Medicine, los resultados de este tratamiento serían alentadores para pacientes con melanoma avanzado.

El ensayo clínico siguió a los participantes durante una década y demostró que el tratamiento con una combinación de nivolumab e ipilimumab ofrece una supervivencia prolongada en comparación con otros tratamientos.Estos datos sugieren que, tras diez años, casi la mitad de los pacientes tratados con esta combinación siguen vivos sin signos de cáncer.

En qué consistió el estudio

El ensayo clínico, denominado CheckMate 067, incluyó a 945 pacientes con melanoma avanzado que no habían recibido tratamiento previo. Estos pacientes fueron divididos en tres grupos de forma aleatoria para comparar la efectividad de tres regímenes de tratamiento distintos. El primer grupo recibió nivolumab en combinación con ipilimumab, administrados cada tres semanas durante cuatro dosis, seguido de nivolumab cada dos semanas.

El segundo grupo fue tratado con nivolumab en monoterapia, mientras que el tercero recibió ipilimumab en monoterapia, con un placebo añadido en ambos casos. Los pacientes continuaron el tratamiento hasta que se detectó progresión de la enfermedad, surgieron efectos secundarios intolerables o decidieron abandonar el ensayo.

El objetivo principal del estudio fue evaluar la supervivencia global y la supervivencia específica del melanoma a largo plazo, con un seguimiento mínimo de 10 años. También se buscaba determinar la durabilidad de las respuestas al tratamiento y los posibles efectos secundarios a largo plazo.

Según los autores, entre ellos Jedd Wolchock y F. Stephen Hodi, el estudio marcó un hito en la investigación sobre el melanoma, ofreciendo la mayor cantidad de datos de seguimiento a largo plazo para una combinación de inmunoterapias en este tipo de cáncer. A lo largo de los diez años, se evaluaron diferentes aspectos de seguridad y eficacia de los tratamientos, mostrando resultados consistentes y positivos para los pacientes tratados con inhibidores de puntos de control inmunitario.

Resultados de supervivencia a largo plazo

Los resultados a largo plazo del ensayo son impresionantes. La supervivencia global media de los pacientes tratados con nivolumab más ipilimumab fue de 71,9 meses, lo que representa una mejora notable en comparación con los 36,9 meses para aquellos tratados con nivolumab en monoterapia y los 19,9 meses en el grupo que recibió únicamente ipilimumab.

En cuanto a la supervivencia específica del melanoma, aquellos pacientes que recibieron la combinación de fármacos lograron una supervivencia superior a los 120 meses, es decir, más de 10 años, mientras que los que recibieron solo nivolumab sobrevivieron una media de 49,4 meses, y los tratados con ipilimumab, 21,9 meses.

Estos datos destacan la superioridad de la combinación de inmunoterapias para prolongar la vida de los pacientes con melanoma avanzado.

Un dato clave es la durabilidad de la respuesta en los pacientes que lograron estar libres de progresión a los tres años. El 96 % de aquellos tratados con la combinación de nivolumab e ipilimumab sobrevivió diez años sin que la enfermedad regresara. Esto demuestra el impacto a largo plazo de la inmunoterapia en la mejora del pronóstico de pacientes con melanoma metastásico, una enfermedad que hace apenas una década tenía una expectativa de vida de solo seis meses.

Los resultados respaldan la eficacia sostenida de los inhibidores de puntos de control inmunitario y confirman que muchos pacientes pueden alcanzar una vida prolongada sin la amenaza constante de la progresión del melanoma.

Qué son y cómo funcionan los inhibidores de puntos de control inmunitario

La inmunoterapia con inhibidores de puntos de control inmunitario, como nivolumab e ipilimumab, actúa liberando los “frenos” que el cáncer impone sobre el sistema inmunitario. En condiciones normales, las proteínas PD-1 y CTLA-4 limitan la respuesta del sistema inmunitario para evitar daños colaterales en tejidos sanos.

Sin embargo, los tumores malignos aprovechan estos mecanismos para pasar desapercibidos y seguir creciendo sin ser atacados. Los inhibidores de puntos de control bloquean estas proteínas, permitiendo que las células T, encargadas de destruir las células cancerosas, actúen con mayor efectividad. Esto es particularmente relevante en cánceres como el melanoma, donde las células tumorales desarrollan estrategias sofisticadas para evadir el sistema inmunológico.

El uso de inmunoterapias ha demostrado ser altamente efectivo, sobre todo en tumores con una alta carga mutacional, como el melanoma. Los tratamientos con nivolumab e ipilimumab se han convertido en una opción estándar para pacientes con melanoma metastásico y se están investigando para otros tipos de cáncer.

Además, la investigación sigue avanzando para identificar nuevas combinaciones de inhibidores de puntos de control inmunitario y otras terapias complementarias, con el objetivo de ampliar la eficacia de estos tratamientos. Este mecanismo no solo es clave para el melanoma, sino que ha abierto nuevas vías en el tratamiento de otros tipos de cáncer.

Lea el texto completo del artículo en:

Jedd D. Wolchok, Vanna Chiarion-Sileni, Piotr Rutkowski, C. Lance Cowey, Dirk Schadendorf, John Wagstaff, et al. Final, 10-Year Outcomes with Nivolumab plus Ipilimumab in Advanced Melanoma. N Engl J Med September 15, 2024, DOI: 10.1056/NEJMoa2407417 .

Dagmar García Rivera—a career of passion and resilience

En la sección de Perfiles de la revista The Lancet Regional Health Americas se publicó un artículo dedicado a la investigadora cubana Dagmar García-Rivera, titulado: Dagmar García Rivera—a career of passion and resilience.

Dagmar es farmacéutica de profesión y subdirectora de Investigación y Desarrollo del Instituto “Finlay” de Vacunas en La Habana, Cuba.

Al pertenecer a una familia de profesores universitarios, no le resultó difícil elegir una carrera centrada en la investigación: “Yo crecí en una casa donde oíamos… sobre conocimientos, estudios universitarios, doctorados… yo entendí desde que era muy joven que necesitaba estudiar para hacer algo importante”, dice.

Sus modelos a seguir, su padre y un profesor de química de la escuela, influyeron en ella para convertirse en investigadora, como ella afirma: “Este profesor fue muy importante para despertar mi interés por la ciencia… mi padre y otros… me permitieron ver que con la carrera de Farmacia pude encontrar la relación que quería entre química y biología”.

Leer el texto completo en:

Pucu, Elisa. Dagmar García Rivera—a career of passion and resilience. The Lancet Regional Health – Americas, Volume 37, 100885

Publica la red de Portales de Infomed, nuevo sitio dedicado a la fiebre de Oropouche

Este sitio web es un espacio creado por el Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas (CNICM), con el objetivo de respaldar una emergencia de Salud Pública. Su propósito es brindar información nacional e internacional actualizada sobre la fiebre de Oropouche a los profesionales de la salud de Cuba y el mundo.

Ofrece enlaces a recursos de información tales como: artículos científicos, bases de datos, guías de práctica clínica, noticias de actualidad y aspectos generales de la enfermedad, que irán incorporándose según se avance en la publicación de los mismos.

Forma parte de la red de sitios de salud Infomed y sus contenidos están dirigidos a médicos, enfermeros, investigadores , estudiantes y técnicos del Sistema Nacional de Salud, interesados en el tema.

Una de sus propuestas es el Observatorio centífico, servicio creado con el objetivo de monitorear, compilar, analizar y visualizar el comportamiento de la información científica y tecnológica publicada en todo el mundo sobre la fiebre de Oropouche. Tiene frecuencia mensual y es parte del Plan de Medidas elaborado en nuestro país para el enfrentamiento a esta emergencia sanitaria desde el área de las ciencias de la salud.

Acceda al sitio desde aquí: https://temas.sld.cu/oropouche/.

Usted también puede ser parte de su crecimiento, proponiendo recursos y sugiriendo nuevas secciones.

Información a los miembros de la red Infomed

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Nuestros especialistas están trabajando intensamente para restablecer a la mayor brevedad posible los servicios afectados.

Ofrecemos disculpas por las molestias ocasionadas y agradecemos su comprensión mientras se trabaja en solucionar esta situación.

El gran aporte de Finlay a la ciencia mundial

El 14 de agosto de 1881, el doctor Carlos Juan Finlay subió al estrado para presentar, ante los miembros de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, reunidos en sesión, su trabajo titulado «El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla».

Cuentan estudiosos de la obra del sabio cubano que leyó el texto sin hacer ningún énfasis especial, esbozando con naturalidad cada una de las condiciones que consideraba necesarias para la propagación de la enfermedad.

Al igual que hizo el 18 de febrero de ese propio año, en la Conferencia Sanitaria Internacional, efectuada en Washington, expuso su revolucionaria teoría acerca del probable contagio de la fiebre amarilla mediante un vector biológico, sin reparar en las miradas de incredulidad que primaban en el auditorio.

Sin embargo, en esta ocasión fue más allá de ese enunciado, al identificar a la hembra del mosquito denominado hoy Aedes aegypti, como el sujeto intermedio capaz de pasar la agresiva dolencia de un individuo enfermo a uno sano.

Así, el noble galeno nacido en la ciudad de Puerto Príncipe, actual Camagüey, el 3 de diciembre de 1833, completó su genial descubrimiento, que mostró por primera vez ante el mundo una nueva forma de contagio de las enfermedades epidémicas.

Ese hallazgo marcó una ruptura con las concepciones prevalecientes hasta entonces en la medicina internacional, según las cuales estas solo podían diseminarse por contacto directo entre las personas, o debido a la influencia de un factor ambiental.

Como describe el fallecido doctor José López Sánchez, reconocido biógrafo de Finlay y estudioso de la historia de las ciencias, cuando el sabio cubano terminó de hablar, permaneció en el podio, a la espera de alguna opinión o cuestionamiento. Pero reinaron el silencio y la suspicacia en los rostros de la mayoría de los académicos allí reunidos.

PRECURSOR DE LA LUCHA ANTIVECTORIAL

Pasaron casi 20 años para que su postulado de prevenir la fiebre amarilla con la destrucción del agente transmisor fuera sometido, finalmente, a prueba por el Gobierno interventor estadounidense.

Basadas en las recomendaciones de Finlay, en 1901 La Habana fue escenario de una masiva batida contra el mosquito. Para el sabio cubano, la clave del éxito radicaba en destruir las larvas en los propios criaderos, con énfasis en las acumulaciones de agua estancada.

La certeza de lo planteado por Carlos J. Finlay quedó plenamente demostrada, y la temible enfermedad muestra una marcada disminución. Un informe sanitario de la época declara que esta ha sido vencida gracias a la campaña de saneamiento propugnada por el sabio cubano.

Con la toma de posesión del presidente To­más Estrada Palma, el 20 de mayo de 1902, es nombrado Jefe Superior de Sa­nidad. Al frente de ese mandato, confecciona el primer código sanitario que hubo en Cuba.

Entre sus primeras medidas, estableció de manera obligatoria la vacunación contra la viruela en todo el país, abogó por crear mecanismos que garantizaran el saneamiento sistemático, y prohibió los baños en determinadas áreas del litoral norte habanero, al considerar que las aguas estaban contaminadas.

Igualmente, dispuso no echar basura en la vía pública, y dedicó notables esfuerzos a los controles epizoóticos, para prevenir enfermedades transmitidas por animales domésticos.

Los planteamientos del más universal de los científicos cubanos destinados a la eliminación del mosquito permitieron erradicar la fiebre amarilla, una de las dolencias más mortíferas que padeció la humanidad durante siglos, en Panamá, Río de Janeiro, Veracruz, Nueva Orleans y en otros lugares del hemisferio occidental, donde los reiterados brotes ocasionaron un incalculable número de fallecidos.

EL NOBEL QUE PUDO SER

Carlos Juan Finlay también ejerció la oftalmología, incluso publicó un artículo en el que expuso algunas consideraciones generales sobre la extracción de cataratas, describiendo un nuevo método quirúrgico.

Dotado de un espíritu innovador, diseñó un dispositivo para atenuar la brillantez de la luz natural y disminuir las molestias en los operados, así como un efectivo vendaje ocular.

En 1864 escribió un artículo en la Revista Anales, la más notoria publicación de corte científico editada en la Isla, titulado Bocio exoftalmológico-observación, en el cual, para algunos historiadores, describe el primer caso de hipotiroidismo en Cuba.

Igualmente, prestó particular atención a prevenir la aparición del tétano en el recién nacido, orientando la desinfección obligada de las manos y los instrumentos que empleaban, por las personas encargadas de cortar y retirar el cordón umbilical.

Reportó, asimismo, el primer caso de filaria en sangre observado en América, e hizo importantes estudios sobre el cólera en La Habana, a partir de la severa epidemia desatada en la ciudad, en 1868.

Propuesto en siete ocasiones al Premio Nobel de Fisiología y Medicina entre 1905 y 1915, Finlay recibió en 1907 la Medalla Mary Kingsley, conferida por el Instituto de Medicina Tropical de Liverpool, la más importante institución del mundo en Infectología de la época, y un año más tarde, la Orden de la Legión de Honor, otorgada por el Gobierno de Francia.

La Unesco lo ubica entre los seis más grandes microbiólogos de la historia. En 1872 resultó elegido Miembro de Número de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, y en 1895, Miembro de Mérito.

Si bien hubo intentos de silenciar su monumental obra, y hasta de arrebatarle la paternidad de la teoría del mosquito como transmisor de la fiebre amarilla, el xii Congreso de Historia de la Medicina celebrado en Roma, en 1954, ratificó que solo a Carlos Juan Finlay le corresponde el mérito de haber logrado tan extraordinario descubrimiento.

Hombre modesto, altruista y perseverante, falleció a las 5:45 de la tarde del 20 de agosto de 1915, según el certificado de defunción expedido por su médico de cabecera, el doctor Alberto Díaz Albertini.

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