El predominio de la gota está en aumento en todo el mundo y aunque los fármacos en fase de desarrollo son prometedores para mejorar la eficacia y la tolerabilidad del tratamiento, los expertos advierten que «la gota continúa mal controlada».
«Para ser una enfermedad muy bien comprendida, la gota está notablemente infratratada», advirtió el Dr. Robert A. Terkeltaub, profesor de medicina de la University of California en San Diego y jefe de reumatologÃa del VA Medical Center de San Diego, ambos en San Diego, Estados Unidos. «Esto es sorprendente y lamentable porque el alopurinol existe desde hace unos 60 años, aproximadamente».
Los ensayos aleatorizados y controlados demuestran que de 80 % a 90 % de los pacientes con gota pueden tratarse eficazmente hasta el objetivo con los tratamientos contra la gota existentes. «En el curso de uno o dos años, los brotes de gota mejoran y los pacientes evolucionan bien», afirmó el Dr. Terkeltaub.
Al reducir los niveles excesivos de urato sérico, los tratamientos actuales frenan la formación de cristales solubles de urato monosódico que se precipitan dentro de las articulaciones y los tejidos blandos, induciendo una respuesta local intensamente inflamatoria. Estos tratamientos reducen la frecuencia de los dolorosos brotes de gota.
«Muchos pacientes con gota no se encuentran bajo ningún tratamiento para reducir el ácido úrico», afirmó en una entrevista la Dra. Sara K. Tedeschi, maestra en salud pública, profesora adjunta de medicina en la Harvard Medical School, en Boston, y jefa de enfermedades artrÃticas inducidas por cristales en el Brigham and Women’s Hospital, también en Boston, Estados Unidos.
«Lamentablemente, un problema común con la gota es la inercia terapéutica», señaló la Dra. Tuhina Neogi, Ph. D., jefa de reumatologÃa del Boston Medical Center, en Boston, Estados Unidos.
A escala mundial, solo un tercio de los pacientes con gota inician un tratamiento reductor del ácido úrico y más de 50% lo abandonan al cabo de un año. En consecuencia, la eficacia de los tratamientos reductores del ácido úrico ha caÃdo muy por debajo de 50%, apuntó el Dr. Terkeltaub.
«Creo que la gota se ha tomado menos en serio de lo que deberÃa durante bastante tiempo», explicó en una entrevista. Su impacto en la salud y el bienestar no es un asunto trivial. Un estudio reciente demostró que el diagnóstico de gota se asociaba a un mayor riesgo de ansiedad y depresión, y hay evidencia nueva que indica que los brotes se asocian a un mayor riesgo de episodios cardiovasculares, incluidos el infarto de miocardio mortal y el ictus.
«Necesitamos fármacos que no solo sean eficaces, sino también seguros, y debemos incorporar datos del mundo real a nuestra evaluación de la eficacia del tratamiento, especialmente cuando hay comorbilidades», subrayó el Dr. Terkeltaub.
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