Las trampas de los huracanes

Responsable: Patricia Alonso Galbán

Dpto. Servicios Especiales de Información

El mapa muestra la recurva iniciada por el huracán Wilma en octubre de 2005. Clasificados por la escala Saffir-Simpson en los rangos de categoría 1 (vientos máximos sostenidos de 119 a 153 kilómetros por hora);  2, de 154 a 177;  3, entre 178 y 208; 4, de 209 a 251; y categoría 5 a partir de los 252 km/h, los huracanes suelen tener asociada una extensa área de nublados con chubascos, lluvias y tormentas eléctricas, capaz de cubrir un diámetro de hasta 600 kilómetros o más.

Esa característica condiciona que la zona de influencia de sus efectos se expanda mucho más allá del punto de localización de la región central del organismo ciclónico tropical, señalado en el mapa por los meteorólogos.

Precisar el punto de inicio de la llamada recurva es, quizá, el momento de máxima tensión para los meteorólogos en el seguimiento de los huracanes, en particular cuando se desplazan por los mares al sur de nuestro archipiélago.

La definición del referido término implica el cambio de la dirección general de la trayectoria hacia el oeste y el oestenoroeste, por un giro gradual más al norte y luego al nordeste, en forma de parábola, que suelen describir los ciclones tropicales en algún momento de su ciclo de vida. Su peligrosidad será mayor en la medida en que el sistema sea más intenso.

Según el criterio del máster en Ciencias Armando Caymares Ortiz, especialista principal del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, la recurva depende de la posición y desplazamiento de los centros de alta presión, vaguadas y otros sistemas atmosféricos, sus respectivos debilitamientos o fortalecimientos y la interacción que ocurre entre ellos.

Recalcó que la complejidad de su predicción está dada no solo por los diferentes factores que intervienen en dicho proceso, sino también porque el cambio repentino en la trayectoria y el incremento en la velocidad de traslación, que casi siempre la acompañan, puede llevar al huracán, en poco tiempo, a lugares distantes de los inicialmente estimados.

Caymares Ortiz subrayó la importancia de vaticinar la recurva de la forma más certera posible, pues así podrán adoptarse de inmediato las medidas de protección de las personas y bienes de la economía en sitios que, hasta ese momento, se mantenían fuera del cono de trayectoria del huracán.

En dependencia de cuándo y dónde comience a realizarla, la inclinación y la rapidez con que la haga, la magnitud de los embates puede ser mayor o menor sobre Cuba, resaltó.

Si bien en la actualidad la efectividad de los modelos y la capacidad para procesar mayores cantidades de datos, aumentaron de forma notable y confirieron mayor confiabilidad a las predicciones, estimar el inicio de la recurva todavía genera bastante incertidumbre.

Un ejemplo notorio ocurrió con el huracán de octubre de 1948, que en horas de la tarde del día 4 se movía lentamente al norte noroeste, por los mares al sur del cabo de San Antonio.

Todos los avisos coincidían en ubicar la zona de peligro en el extremo occidental de Pinar del Río, pero el ciclón hizo una recurva cerrada al nordeste y, en pocas horas, La Habana fue sorprendida por imprevistos vientos huracanados.

Entre los casos más cercanos en el tiempo encontramos al huracán Michelle, en noviembre de 2001, el cual amenazaba con impactar de manera directa a la Isla de la Juventud, y de pronto comenzó a describir un marcado giro al nordeste, para entrar finalmente en tierra firme (antes pasó sobre Cayo Largo) por un punto al este de Playa Girón.

También vale recordar al Wilma, de octubre de 2005 (el más intenso de la cuenca del Atlántico tropical hasta el momento, al registrar una presión mínima de 882 hectopascal), que tras ubicarse en la porción norte oriental de la península de Yucatán, inclinó su trayectoria en dirección nordeste, para impactar el sur de la Florida.

Sobre el tema, el profesor Luis Enrique Ramos Guadalupe, coordinador de la Comisión de Historia de la Sociedad Meteorológica de Cuba (SometCuba), precisó que también existe la denominada recurva en lazo (sucede con poca frecuencia) y tiene lugar si el huracán es bloqueado en su avance hacia el norte por sistemas de altas presiones bien estructurados en los diferentes niveles de la atmósfera.

Esa condición los obliga a moverse erráticamente en busca de  algún canal de salida y pueden pasar dos veces por el mismo punto geográfico. Dentro de los ejemplos más emblemáticos están el polémico huracán de los Cinco Días, en octubre de 1910, y el Flora, del 4 al 8 de octubre de 1963.

OJO CON EL OJO

El denominado ojo o centro del huracán aparece, generalmente, cuando el evento hidrometeorológico está próximo a alcanzar la categoría 2 en la escala Saffir-Simpson; es decir, no existe en los estadios de depresión y tormenta tropical.

Su formación requiere una velocidad apreciable del viento, que genere en el centro de rotación una zona donde el aire desciende seco y más cálido, dando lugar al surgimiento del área desprovista de nubes. Puede tener un diámetro de entre 30 y 60 kilómetros.

La denominada pared del ojo, conformada por un denso conglomerado nuboso con intensas lluvias y tormentas eléctricas, que rodea el centro del organismo ciclónico, es donde se concentran los vientos más fuertes del huracán.

Divulgar las características de la referida estructura es vital, porque no todos conocen que por donde cruce el centro del meteoro, vendrá una abrupta calma, el cielo se despejará y saldrá el sol si es de día, o se verán las estrellas y la Luna, si fuera de noche.

Esa aparente tranquilidad puede confundir a las personas y hacerles pensar que el huracán ya pasó. No pocas llegan a retirar la protección de las puertas, ventanas y cristales de sus casas, y hasta salen a la vía pública, para ver los daños causados por el ciclón.

Tamaña imprudencia no debe cometerse jamás, pues en dependencia de la extensión del ojo y la velocidad de traslación del sistema, las condiciones del tiempo se deteriorarán en un corto periodo de tiempo, y de nuevo arreciará la intensidad de las precipitaciones, mientras los vientos huracanados soplarán con igual o mayor fuerza.

 

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