Metotrexato más leflunomida resultan eficaces para la artritis psoriásica

Responsable: Patricia Alonso Galbán

Dpto. Servicios Especiales de Información

Un nuevo estudio ha mostrado que metotrexato más leflunomida supera a metotrexato solo como opción de tratamiento para los pacientes con artritis psoriásica.

«Creemos que la prescripción de esta combinación en la práctica sistemática es viable cuando se combina con la toma de decisiones compartida y el seguimiento estricto de los efectos secundarios», afirmaron la Dra. Michelle L. M. Mulder, del Departamento de Reumatología de la Sint Maartenskliniek Nijmegen, en Nimega, Países Bajos, y sus coautores. Sus conclusiones fueron publicadas en The Lancet Rheumatology.

Las últimas guías de tratamiento del Grupo de Investigación y Evaluación de la Psoriasis y la Artritis Psoriásica (GRAPPA) y la Alianza Europea de Asociaciones de Reumatología (EULAR) recomiendan los fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad sintéticos convencionales para los pacientes con artritis psoriásica activa, pero la Dra. Mulder y sus colegas observaron una clara falta de información sobre su eficacia, en especial sobre esta combinación en particular.

Para evaluar la eficacia y la tolerabilidad de metotrexato más leflunomida, iniciaron un ensayo aleatorizado, doble enmascarado y en un único centro, que incluyó a 78 pacientes neerlandeses con artritis psoriásica. La mayoría de los participantes en este ensayo (denominado COMPLETE-PsA) eran hombres (64%) y la media de edad de los pacientes era de 55 años. Todos tenían la enfermedad activa al inicio del estudio; la mediana del recuento de articulaciones inflamadas y del recuento de articulaciones sensibles era de 4,0 en los dos grupos.

Se asignó a los participantes a recibir metotrexato más leflunomida (n = 39) o metotrexato más placebo (n = 39). Después de 16 semanas, la puntuación media de la actividad de la enfermedad artritis psoriásica (PASDAS) había mejorado para los pacientes del grupo asignado a tratamiento combinado en comparación con el grupo que recibió monoterapia (3,1; desviación estándar [DE]: 1,4; frente a 3,7, DE: 1,3; diferencia de tratamiento: -0,6; intervalo de confianza de 90% [IC 90%]: -1,0 a -0,1; p = 0,025). El grupo que recibió tratamiento combinado también logró una baja actividad en la puntuación media de la actividad de la enfermedad artritis psoriásica, en un porcentaje mayor (59%) que el grupo asignado a monoterapia (34%; p = 0,019).

Otras diferencias notables después de 16 semanas fueron las mejoras en el número de articulaciones inflamadas, 66 articulaciones (-3,0 en el grupo con tratamiento combinado frente a -2,0 en el grupo con monoterapia), y unas medidas de la piel y las uñas significativamente mejores (como la psoriasis activa y el cambio en la superficie corporal) en el grupo asignado a metotrexato más leflunomida.

Cuando se le preguntó a quién se le debería prescribir el tratamiento combinado y a quién se le debería prescribir metotrexato en lo sucesivo, la Dra. Mulder respondió para Medscape Noticias Médicas: «En este momento, no tenemos conocimientos suficientes para establecer quién se beneficiará más o quién presentará efectos secundarios clínicamente relevantes. Al parecer está justificado hablar con cada paciente para saber qué enfoque preferiría. Podría tratarse de un enfoque descendente o ascendente. Esperamos que en el futuro podamos predecir mejor la respuesta al tratamiento y los efectos secundarios mediante un análisis post hoc de nuestro estudio y a través de una amplia fenotipificación mediante citometría de flujo de las células sanguíneas inmunitarias obtenidas al inicio», comentó.

Tres pacientes del grupo que recibió tratamiento combinado presentaron efectos adversos graves, dos de los cuales se consideraron no relacionados con leflunomida. Los efectos adversos más frecuentes fueron náuseas o vómitos, cansancio y elevación de la alanina aminotransferasa. Los efectos adversos leves fueron más frecuentes en el grupo tratado con metotrexato más leflunomida. Ningún participante falleció y todos los pacientes con efectos adversos se recuperaron completamente.

«Al parecer es una buena práctica obtener sangre para realizar análisis de laboratorio de las enzimas hepáticas al menos mensualmente durante los primeros cuatro meses y cada cuatro meses después, una vez que se haya conseguido una dosis estable, así como tener una consulta telefónica después de seis a ocho semanas para hablar de los posibles efectos secundarios que pueda experimentar un paciente y cambiar o añadir medicamentos si es necesario», añadió la Dra. Mulder.

Vea la noticia completa en Medscape.

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