
El habitual uso combinado o concomitante de numerosos psicofármacos y otros fármacos en pacientes con enfermedades psiquiátricas complejas y comorbilidades refuerza la necesidad de que la polifarmacia sea «racional» para minimizar el riesgo de interacciones y eventos adversos, señalaron en el XXXV Congreso Argentino de PsiquiatrÃa de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA 2022), celebrado en esta ciudad entre el 27 y el 30 de abril.
No es que sumar fármacos en un paciente sea malo per se cuando existen razones que justifican la prescripción de manera juiciosa. «El concepto básico es que hay que usar fármacos efectivos, que tengan sinergia, con la menor toxicidad y eventos adversos posibles. Y que todo aquello que indiquemos tenga un sentido, que esté avalado por estudios cientÃficos y guÃas», indicó a Medscape en español el Dr. MartÃn Bosio, docente de la carrera de especialización en psiquiatrÃa de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en Rosario, Argentina.
A diferencia de la polifarmacia «irracional», que tiene lugar cuando hay dudas en el diagnóstico, falta de conocimiento del prescriptor o falta de respuesta ante un primer abordaje, la polifarmacia racional sigue una regla, parte de combinaciones conocidas y estudiadas, el prescriptor conoce las interacciones farmacocinéticas y farmacodinámicas de los fármacos para asociar, no se suman efectos secundarios y existe una relación riesgo/beneficio favorable, postularon los expositores.
El primer orador, Dr. Germán Maraval, terapeuta cognitivo y tesorero de la Asociación de Psiquiatras de Rosario, señaló que la polifarmacia se define como el consumo simultáneo de más de tres fármacos, clasificándose como una polifarmacia «mayor» cuando son más de cinco. Sostuvo que la polifarmacia predispone a un aumento potencial de interacciones, de reacciones adversas, de incumplimiento y de errores de cumplimiento. Y que la población más vulnerable incluye a los adultos de edad avanzada, a los que tienen enfermedades graves y a los que presentan lesiones hepáticas y renales.
En el caso especÃfico de las interacciones farmacológicas, su prevalencia en la práctica clÃnica está subestimada porque los médicos no suelen sospechar esta posibilidad ante un evento adverso, alertó. «Por el contrario, también se observan interacciones en cascada cuando se prescriben nuevos fármacos para resolver una interacción que se confunde con una comorbilidad nueva, lo cual agrava la magnitud de la polifarmacia», añadió.
Dentro de los psicofármacos, por lo general los antidepresivos son inhibidores enzimáticos del sistema citocromo P-450, por lo cual pueden afectar el metabolismo de otros fármacos, aunque los que menos interfieren en este aspecto son citalopram, escitalopram y mirtazapina. Por el contrario, los antipsicóticos atÃpicos «son en su mayorÃa vÃctimas, ya que no son inhibidores ni inductores potentes y son muy susceptibles a los efectos de otros fármacos», aseguró.
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