Tendencia clínica: ansiedad

Ante el aumento de la ansiedad en todo el mundo, la Comisión de Servicios Preventivos de Estados Unidos (USPSTF) publicó un nuevo proyecto de recomendaciones para su detección. Esto, combinado con nuevos conocimientos acerca del efecto de la pandemia en la salud mental y los prometedores hallazgos sobre las opciones de tratamiento, hizo que la ansiedad se convirtiera en la Tendencia clínica de esta semana. Quizá lo más destacable es que, por primera vez, la USPSTF ha propuesto la realización de un cribado generalizado de la ansiedad (ver infografía).

Esta recomendación incluye a las mujeres embarazadas y puérperas, además de cualquier adulto de 19 a 64 años que no tenga un trastorno psiquiátrico diagnosticado o que no muestre signos y síntomas claramente visibles de ansiedad. Para los adultos de 65 años o más, las pruebas sobre los beneficios y los posibles daños del cribado de la ansiedad se consideraron «insuficientes». El periodo de comentarios públicos para el borrador de las recomendaciones se extiende hasta el 17 de octubre.

La pandemia de COVID-19 acentuó la preocupación por la salud mental en todo el mundo. Un nuevo informe descubrió que se observaban grandes diferencias entre los distintos países y continentes. Los investigadores examinaron casi 400 artículos publicados y realizaron metanálisis de 64 estudios longitudinales con 170.000 participantes. En particular, el equipo de investigación examinó las proporciones de personas que cumplían los criterios para el diagnóstico de ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático, malestar psicológico, insomnio, abuso de sustancias, soledad y pensamientos suicidas, comparando las diferencias entre el inicio en 2020 y el último seguimiento en 2021.

En cuanto a la ansiedad, la prevalencia conjunta fue de 25%. Norteamérica tenía una tasa de prevalencia más alta, de 43%, en comparación con 22,1% en Europa, 20,5% en Latinoamérica y 15% en la región de Asia-Pacífico. Para la depresión, la prevalencia conjunta fue de 26,8%. Norteamérica tenía una tasa de prevalencia más alta, de 38,3%, en comparación con 24,6% de Europa, 20,9% de Latinoamérica y 20,6% de la región de Asia-Pacífico. En lo que respecta al malestar psicológico, la prevalencia conjunta fue de 30,5%. Latinoamérica tuvo una tasa de prevalencia más alta, de 66,6%, en comparación con 31,2% de Norteamérica, 27,4% de Europa y 18% de la región de Asia-Pacífico. En lo referente al insomnio, la prevalencia conjunta fue de 22,2%. Europa tuvo una tasa de prevalencia más alta, de 30,8%, en comparación con 21,7% de Asia y 18,8% de Norteamérica. En cuanto al trastorno de estrés postraumático, la prevalencia conjunta fue de 17,5%. Los estudios de Norteamérica informaron de una tasa de prevalencia de 23,3%, frente a 14,4% de los estudios realizados en Europa. En el caso del abuso de sustancias, la prevalencia conjunta fue de 24%, con grandes diferencias entre los estudios.

Según una nueva investigación, tener ansiedad también puede aumentar el riesgo de padecer COVID-19 persistente. En un análisis de casi 55.000 participantes adultos en tres estudios en curso, tener malestar psicológico (ansiedad, depresión, preocupación, estrés percibido o soledad) antes de la infección por el SARS-CoV-2 se asoció a un mayor riesgo de presentar COVID-19 persistente. Los que habían experimentado al menos dos tipos de malestar psicológico antes de la infección tenían un riesgo casi 50% mayor de padecer afecciones posteriores a la COVID-19 (risk ratio [RR]: 1,49; intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: 1,23 a 1,80). Según los investigadores, el malestar psicológico se asoció con más fuerza a la presentación de COVID-19 persistente que los factores de riesgo para la salud física, y el aumento del riesgo no fue explicable por comportamientos de salud como el tabaquismo o las comorbilidades físicas. Cabe destacar que 38% de las personas estudiadas eran trabajadores en el campo de la salud en activo.

Una noticia más alentadora es que varias opciones de tratamiento para la ansiedad han demostrado su eficacia, según resultados recientes.

• Los resultados de un análisis retrospectivo de revisión de historias clínicas mostraron que las infusiones de ketamina pueden ayudar a reducir los síntomas de ansiedad, depresión y pensamientos suicidas en pacientes con depresión resistente al tratamiento. El análisis, que incluyó a más de 400 participantes con depresión resistente al tratamiento, indica que la ketamina representa un tratamiento inocuo y rápido en una población de pacientes del mundo real.
• En lo que respecta a las intervenciones no farmacéuticas, se ha comprobado que tanto el yoga como la terapia cognitivo-conductual proporcionan mejoras significativas en la ansiedad, la preocupación y el insomnio en adultos mayores. Según un ensayo con más de 500 personas, estas mejoras duraron al menos 6 meses después de interrumpir el tratamiento.
• A principios de este año, una investigación demostró que los suplementos de piridoxina (vitamina B₆) en dosis altas pueden reducir los sentimientos de ansiedad y depresión. Los investigadores compararon la suplementación con un ciclo de 1 mes de vitamina B₆ o B₁₂ frente a la suplementación con placebo en casi 500 adultos. Los resultados de un estudio relativamente pequeño mostraron que la administración de suplementos de vitamina B₆ se asoció a una reducción de la ansiedad autodeclarada y a una tendencia a la disminución de los síntomas depresivos.

Tomado de Medscape.