Desde la OMS

¡Sí! ¡Podemos poner fin a la TB!

Con este lema y como cada 24 de marzo, se celebra en todo el planeta el Día Mundial de la Tuberculosis. Con él se transmite el mensaje de esperanza de que es posible retomar el rumbo para invertir la tendencia progresiva de la epidemia de tuberculosis mediante un liderazgo de alto nivel, el aumento de las inversiones y una aplicación más rápida de las nuevas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Tras los compromisos contraídos por los jefes de Estado en la reunión de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2023 para acelerar los progresos hacia el fin de la tuberculosis, este año la atención se centra en convertir esos compromisos en acciones tangibles.

Datos y cifras mundiales

  • En 2022, 1,3 millones de personas murieron de tuberculosis (entre ellas, 167 000 personas con VIH). La tuberculosis es la segunda enfermedad infecciosa más mortífera después de la COVID-19 y por delante del VIH y el sida. Vea el Informe mundial sobre la tuberculosis (en inglés).
  • Se ha calculado que en 2022 enfermaron de tuberculosis 10,6 millones de personas en todo el mundo: 5,8 millones de hombres, 3,5 millones de mujeres y 1,3 millones de niños. Aunque la está presente en todos los países y grupos de edad, es una enfermedad que se puede curar y prevenir.
  • La tuberculosis multirresistente sigue representando una crisis de salud pública y una amenaza para la seguridad sanitaria. Solo dos de cada cinco personas con tuberculosis farmacorresistente tuvieron acceso al tratamiento en 2022.
  • Las actividades desarrolladas en todo el mundo desde el año 2000 para combatir la tuberculosis han salvado la vida a 75 millones de personas.
  • Se necesitan US$ 13 000 millones anuales para la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la atención de la tuberculosis a fin de alcanzar la meta mundial acordada en la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la tuberculosis de 2018.
  • Acabar con la epidemia de tuberculosis para 2030 es una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionadas con la salud.

La eliminación de tuberculosis para 2030 es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se han vuelto un reto con una pandemia de por medio; pero también la pandemia de COVID-19 ha aumentado drásticamente la conciencia sobre la importancia de la salud para la estabilidad social, económica y política y ha acelerado la adopción de innovaciones en la prestación de servicios de salud, creando oportunidades únicas para aumentar la resiliencia de los sistemas de salud frente a las crisis actuales y futuras.

La TB es una de las 30 enfermedades transmisibles contempladas dentro de la Iniciativa de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para la Eliminación de Enfermedades en las Américas, región que ya presenta éxitos previos en la consecución de eliminación de enfermedades.

Datos y cifras en Las Américas:

  • En las Américas, en 2022, se estimaron 325.000 casos nuevos de tuberculosis y se notificaron 239.987 (74 %), lo que significó un 4 % más comparado con 2021.
  • Las muertes estimadas para la región fueron 35.000, de las cuales 11.000 correspondieron a la co-infección por TB/VIH.
  • Se diagnosticó 5.136 casos de TB-RR/MDR. De estos, el 90 % inició tratamiento.
  • La Estrategia Fin de la TB tiene como propósito terminar con la epidemia de tuberculosis en el mundo y está vinculada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), bajo tres indicadores de alto nivel: reducir el número de muertes por tuberculosis en un 95 % comparado con 2015, reducir los nuevos casos en un 90 % entre 2015 y 2035, y garantizar que ninguna familia enfrente costos catastróficos debidos a la tuberculosis.

Entre los avances que pueden ayudar a los países a eliminar la tuberculosis para 2030, el doctor Barbosa, director de la OPS, destacó los equipos de radiografía asistidos por inteligencia artificial para la búsqueda activa de la tuberculosis en la comunidad, las pruebas moleculares rápidas para detectar la enfermedad en el primer nivel de atención y los tratamientos totalmente orales y más cortos.

La tuberculosis se puede prevenir y curar. Según los cálculos, alrededor de una cuarta parte de la población mundial se ha infectado por el bacilo de la tuberculosis y solo entre el 5 % y el 10 % de estas personas acaba presentando síntomas y enfermando de tuberculosis.

Las personas que están infectadas pero que (aún) no han enfermado no pueden transmitir la enfermedad. La tuberculosis suele tratarse con antibióticos, pero puede ser mortal si no se trata.

En algunos países, como en Cuba, se administra la vacuna antituberculosa BCG (bacilo de Calmette-Guérin) a los bebés y los niños pequeños. Esta vacuna previene la tuberculosis fuera de los pulmones, pero no dentro de estos.

Vea también:

Más de 1 de cada 3 personas tienen afecciones neurológicas, la principal causa de enfermedad y discapacidad en todo el mundo

Un nuevo estudio de gran envergadura publicado por The Lancet Neurology muestra que, en 2021, más de 3000 millones de personas en todo el mundo vivían con alguna afección neurológica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) contribuyó al análisis de los datos del Estudio sobre la Carga Mundial de Morbilidad, Lesiones y Factores de Riesgo (CMM) de 2021..

Actualmente, las afecciones neurológicas son la principal causa de mala salud y discapacidad en todo el mundo. Desde 1990, se ha registrado un incremento del 18 % del volumen total de  discapacidades, enfermedades y muertes prematuras (lo que se conoce como años de vida ajustados en función de la discapacidad, AVAD) causadas por afecciones neurológicas.

Más del 80 % de los casos de muerte y mala salud por motivos neurológicos se producen en países de ingreso bajo y mediano, y el acceso al tratamiento es muy variable: los países de ingreso alto tienen hasta 70 veces más profesionales neurológicos por cada 100 000 habitantes que los países de ingreso bajo y mediano.

«Las afecciones neurológicas causan un gran sufrimiento a las personas y familias que las padecen, y sustraen capital humano a las comunidades y economías,» dijo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. «Este estudio debe servir de llamada urgente a la acción para ampliar las intervenciones específicas destinadas a ofrecer acceso a la atención, el tratamiento y la rehabilitación de calidad que necesitan el número, cada vez mayor, de personas que viven con afecciones neurológicas. Es más importante que nunca asegurarnos de que la salud cerebral se comprenda, valore y proteja mejor, desde la primera infancia hasta la edad adulta.»

En 2021, las diez afecciones neurológicas que más contribuyeron a la pérdida de salud fueron los accidentes cerebrovasculares, la encefalopatía neonatal (lesión cerebral), la migraña, la demencia, la neuropatía diabética (lesión nerviosa), la meningitis, la epilepsia, las complicaciones neurológicas derivadas del parto prematuro, el trastorno del espectro autista y los cánceres del sistema nervioso.

En general, las afecciones neurológicas provocan más discapacidad y pérdida de salud en los hombres que en las mujeres, si bien hay algunas afecciones, como la migraña o la demencia, que afectan de manera desproporcionada a las mujeres.

El estudio también examinó 20 factores de riesgo modificables de afecciones neurológicas potencialmente prevenibles, como los accidentes cerebrovasculares, la demencia y la discapacidad intelectual idiopática.

La eliminación de los factores de riesgo clave (sobre todo, la presión arterial sistólica elevada y la contaminación atmosférica y del aire doméstico) podría evitar hasta el 84 % de los AVAD debidos a los accidentes cerebrovasculares. Del mismo modo, prevenir la exposición al plomo podría reducir un 63,1 % la carga de discapacidad intelectual idiopática, y rebajar los niveles elevados de glucosa plasmática en ayunas podría reducir un 14,6 % la carga de demencia. El tabaquismo contribuyó significativamente al riesgo de padecer un accidente cerebrovascular, demencia y esclerosis múltiple.

Se necesitan más inversiones para mejorar el tratamiento, la atención y la calidad de vida

En la Asamblea Mundial de la Salud de 2022, los Estados Miembros adoptaron el Plan de Acción Mundial Intersectorial sobre la Epilepsia y Otros Trastornos Neurológicos 2022-2031 (IGAP, por sus siglas en inglés), un proyecto dotado de un ambicioso alcance con el que se pretende resolver la prolongada desatención de los trastornos neurológicos.

«El Plan de Acción Mundial Intersectorial 2022-2031 establece una hoja de ruta para que los países mejoren la prevención, detección precoz, tratamiento y rehabilitación de los trastornos neurológicos. Para lograr la equidad y el acceso a una atención de calidad, también debemos invertir en aumentar la investigación sobre los riesgos para la salud cerebral, en mejorar el apoyo al personal sanitario y en unos servicios adecuados,» afirmó Dévora Kestel, Directora del Departamento de Salud Mental y Consumo de Sustancias de la OMS.

Un informe de la OMS revela que las desigualdades de género están en el origen de la crisis mundial del trabajo en el sector de la salud y asistencial

Un nuevo informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), titulado Fair share for health and care: gender and the undervaluation of health and care work, muestra de qué manera las desigualdades de género en el trabajo en el sector de la salud y asistencial afectan negativamente a las mujeres, los sistemas de salud y los resultados de salud.

El informe destaca que la falta de inversión en los sistemas de salud provoca un círculo vicioso de trabajo no remunerado en el sector de la salud y asistencial, lo que reduce la participación de las mujeres en los mercados de trabajo remunerados, perjudica el empoderamiento económico de estas y supone un obstáculo para la igualdad de género.

Las mujeres representan el 67 % de los trabajadores de la salud y asistenciales remunerados en todo el mundo. Además de esta labor retribuida, se estima que llevan a cabo aproximadamente el 76 % de todas las actividades asistenciales no remuneradas. Las tareas que recaen principalmente en las mujeres están, por lo general, peor retribuidas y se llevan a cabo en malas condiciones.

El informe recalca que el sector de la salud y asistencial se caracteriza por unos salarios bajos y unas condiciones de trabajo exigentes. La devaluación de los cuidados, un trabajo que efectúan principalmente mujeres, incide negativamente en los salarios, las condiciones de trabajo, la productividad y la huella económica del sector.

El informe muestra de qué manera la insuficiente inversión en el sector de la salud y asistencial, una situación crónica desde hace varios decenios, está contribuyendo a una crisis mundial cada vez más acentuada en la esfera de los cuidados. En un contexto en el que se han estancado los avances en pro de la cobertura sanitaria universal (CSU), lo que provoca que 4500 millones de personas carezcan de cobertura total de los servicios de salud esenciales, las mujeres corren el riesgo de tener que asumir todavía más trabajo asistencial no remunerado.

El efecto deletéreo de unos sistemas de salud débiles, combinado con el aumento del trabajo no remunerado en el sector de la salud y asistencial, está redoblando la presión sobre la salud de los trabajadores asistenciales y la calidad de los servicios que prestan.

«El informe Fair share pone de relieve de qué manera unas inversiones equitativas desde el punto de vista del género en el sector de la salud y asistencial restablecerían el valor del trabajo en la esfera de la salud y asistencial e impulsarían unas economías más justas e inclusivas», señaló Jim Campbell, Director del Departamento de Personal de Salud de la OMS. «Exhortamos a los líderes, a los responsables políticos y a los empleadores a que apuesten por la inversión: es hora de que el sector de la salud y asistencial reciba lo que le corresponde».

El informe enumera una serie de palancas políticas para poder valorar mejor el trabajo en el ámbito de la salud y asistencial:

  1. Mejorar las condiciones de trabajo de todas las formas de trabajo en el sector de la salud y asistencial, especialmente en el caso de las ocupaciones con una elevada presencia de mujeres
  2. Incluir a las mujeres de una manera más equitativa en el personal remunerado
  3. Mejorar las condiciones de trabajo y los salarios de los trabajadores de la salud y asistenciales y garantizar la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor
  4. Abordar la brecha de género en el trabajo asistencial, promover una labor asistencial de calidad y defender los derechos y el bienestar de los cuidadores
  5. Garantizar que las estadísticas nacionales tengan en cuenta, midan y valoren todo el trabajo en el sector de la salud y asistencial
  6. Invertir en unos sistemas de salud pública sólidos para reducir la carga del trabajo asistencial no remunerado y mejorar la calidad de los servicios de atención de la salud.

Las inversiones en los sistemas de salud y asistenciales no solo aceleran los avances para lograr la CSU, sino que redistribuyen el trabajo no remunerado en el sector de la salud y asistencial. Cuando las mujeres desempeñan empleos remunerados en el sector de la salud y asistencial, se empoderan económicamente y los resultados de salud son mejores. Los sistemas de salud deben reconocer, valorar e invertir en todas las formas de trabajo en el sector de la salud y asistencial.

Líderes piden que se amplíe la aplicación del enfoque de «Una sola salud»

La adopción de un enfoque de Una sola salud en el que se reconozca que la salud de las personas está estrechamente relacionada con la salud de los animales y de nuestro entorno compartido ofrece soluciones prometedoras para abordar desafíos sin precedentes.

En su intervención en la Segunda Reunión Anual Ejecutiva Cuatripartita celebrada en Nairobi (Kenya), el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, ha dicho: «Necesitamos una voluntad política sostenida para garantizar que los principios de “Una sola salud” se integren en las políticas nacionales e internacionales. Las cuatro prioridades que debemos perseguir juntos en el próximo año son: aplicación en los países; movilización de recursos; ciencia y datos probatorios; y voluntad política.»

Los líderes de las cuatro organizaciones de la iniciativa de colaboración cuatripartita sobre el enfoque de “Una sola salud” (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Mundial de Sanidad Animal) han trabajado juntos para promover esta novedosa perspectiva en todo el mundo.

En la reunión, las organizaciones reafirmaron su compromiso de seguir mejorando el impacto normativo del plan y movilizar recursos sostenibles para apoyar la aplicación del principio de “Una sola salud” en todos los niveles.

El Plan de Acción Conjunto “Una sola salud” puesto en marcha en 2022 está diseñado para integrar sistemas y capacidades de modo que podamos prevenir, predecir, detectar y responder mejor colectivamente ante las amenazas para la salud. En definitiva, esta iniciativa busca mejorar la salud de los seres humanos, los animales, las plantas y el medio ambiente, al tiempo que contribuye al desarrollo sostenible.

La guía de aplicación del Plan de Acción Conjunto “Una sola salud”, recientemente publicada, es una piedra angular de los esfuerzos mundiales, ya que proporciona orientaciones prácticas para llevar a la práctica la teoría que la sustenta. El Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre el tema recopiló los recursos y herramientas existentes y elaboró la lista de inventario de “Una sola salud” para la guía.

«El objetivo final y el valor de nuestra colaboración en el marco de este enfoque radican en lograr cambios positivos en el nivel de los países» dijo la Dra. Amina Benyahia, Jefa interina de la iniciativa “Una sola salud” de la OMS.  «Al empoderar a los países, fortalecer los sistemas de salud y fomentar la colaboración intersectorial, tenemos la oportunidad de impulsar un cambio transformador desde cero para lograr una mejora de la salud y el bienestar a nivel mundial».

Una de cada 8 personas tiene obesidad

De acuerdo con los datos de un estudio publicado en The Lancet, más de 1000 millones de personas tenían obesidad en 2022. Las cifras indican que, desde 1990, la obesidad se ha duplicado con creces entre los adultos y se ha multiplicado por cuatro entre los niños y adolescentes (considerando como tales a los que tienen entre 5 y 19 años). Además, el estudio informa de que el 43 % de los adultos tenían obesidad en ese mismo año.

Otro dato que se proporciona en el estudio es que, a pesar del descenso de los índices de desnutrición, este problema sigue siendo importante en muchos lugares, sobre todo en Asia Sudoriental y en el África subsahariana.

En 2022, los índices combinados de desnutrición y obesidad más elevados se registraron en países insulares del Pacífico y el Caribe y en países de Oriente Medio y África septentrional.

La malnutrición, en todas sus formas, incluye la desnutrición (que abarca la emaciación, el peso insuficiente y el retraso del crecimiento), la insuficiencia de vitaminas y minerales, el sobrepeso y la obesidad. Mientras que la desnutrición causa la mitad de las defunciones de niños menores de 5 años, la obesidad puede provocar enfermedades no transmisibles como cardiovasculopatías, diabetes y algunos tipos de cáncer.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha ayudado a recoger y analizar los datos empleados en este estudio, y el Observatorio Mundial de la Salud ha publicado la totalidad de los datos en su página.

El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, ha señalado: «Este nuevo estudio pone de manifiesto la importancia de prevenir y controlar la obesidad desde las primeras etapas de la vida y hasta la edad adulta a través de la alimentación, la actividad física y la atención necesarias. Para recuperar el terreno perdido a fin de alcanzar las metas mundiales de reducción de la obesidad, tanto las autoridades públicas como la sociedad civil y los ciudadanos tendrán que ponerse manos a la obra. Con ese fin, deberán basarse en políticas basadas en la evidencia publicadas por la OMS y por las autoridades nacionales de salud pública, y apoyarse también en la cooperación con el sector privado, que debe hacerse responsable de los efectos de sus productos en la salud».

La obesidad es una enfermedad crónica compleja cuyas causas se conocen bien. También se ha demostrado cuáles son las intervenciones basadas en la evidencia que son necesarias para hacer frente a la crisis mundial que causa este problema. En la Asamblea Mundial de la Salud celebrada en 2022, los Estados Miembros de la OMS adoptaron el plan mundial de la OMS para frenar a la obesidad, con el que se prestará apoyo a las medidas que se tomen en los países hasta 2030. Por el momento, 31 países han decidido aplicar este plan para poner fin a la epidemia de obesidad.

Estas son las principales intervenciones recomendadas:

  • medidas para fomentar las prácticas saludables desde el primer día, como la promoción, la protección y el apoyo para la lactancia materna;
  • legislación sobre las prácticas perjudiciales de comercialización a los niños de alimentos y bebidas;
  • políticas aplicables a la alimentación y la nutrición en las escuelas que incluyan, por ejemplo, iniciativas para regular la venta de productos ricos en grasas, sal y azúcares en la cercanía de las escuelas;
  • políticas fiscales y de precios para fomentar la alimentación saludable;
  • políticas sobre el etiquetado nutricional;
  • campañas de sensibilización y formación para la población relativas al ejercicio y la alimentación saludable;
  • normas aplicables a la actividad física en las escuelas, e
  • integración de los servicios de prevención y control de la obesidad en la atención primaria.

El Dr. Francesco Branca, Director del Departamento de Nutrición e Inocuidad de los Alimentos de la OMS, ha dicho: «Nos encontramos con obstáculos considerables para aplicar políticas encaminadas que permitan que todas las personas tengan un acceso asequible a una alimentación saludable y para establecer entornos que promuevan la actividad física y, en general, los hábitos saludables de todas las personas. Además, los países deberían integrar la prevención y el control de la obesidad en las prestaciones básicas de sus sistemas de salud».

Para poner fin a la desnutrición es necesario actuar en varios sectores (como la agricultura y la ganadería, la protección social y la salud), reducir la inseguridad alimentaria, dar más acceso a servicios de agua y saneamiento y ofrecer acceso universal a las intervenciones básicas en materia de nutrición.

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