Hace dos años se notificaron los primeros casos de COVID-19. Desde entonces se han desarrollado numerosas vacunas, en un tiempo récord. No obstante, los médicos han tenido que esperar por una terapia realmente eficaz contra la enfermedad, que evite de forma fiable un curso grave. Pero muchos colegas confían en que su arsenal de fármacos será prónto lo suficientemente amplio como para controlar el SARS-CoV-2 incluso en el cuerpo de un paciente.
En esta presentación de diapositivas podrá saber qué medicamentos se están investigando actualmente y cuáles están disponibles hasta la fecha.
» La epilepsia es una enfermedad cerebral no transmisible crónica que afecta a personas de todas las edades. » En todo el mundo, unos 50 millones de personas padecen epilepsia, lo que la convierte en uno de los trastornos neurológicos más comunes. » Cerca del 80% de los pacientes viven en países de ingresos bajos y medianos. » Se estima que el 70% de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones si se diagnosticaran y trataran adecuadamente. » El riesgo de muerte prematura en personas con epilepsia es hasta tres veces mayor que en la población general. » Tres cuartas partes de las personas que viven en países de ingresos bajos no reciben el tratamiento que necesitan. » En muchos lugares del mundo, los pacientes y sus familias pueden ser víctimas de la estigmatización y la discriminación.
La epilepsia es una enfermedad cerebral no transmisible crónica que afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por convulsiones recurrentes, que son episodios breves de movimiento involuntario que pueden involucrar una parte del cuerpo (parcial) o todo el cuerpo (generalizado) y en ocasiones se acompañan de pérdida de conciencia y control de la función intestinal.
Las convulsiones se deben a descargas eléctricas excesivas de grupos de células cerebrales que pueden producirse en diferentes partes del cerebro. Las convulsiones pueden ir desde episodios muy breves de ausencia o de contracciones musculares hasta convulsiones prolongadas y graves. Su frecuencia también puede variar desde menos de una al año hasta varias al día.
Las características de las convulsiones varían y dependen de en qué parte del cerebro comienza la alteración y cómo se propaga. Ocurren síntomas temporales, como pérdida del conocimiento o la conciencia, y alteraciones del movimiento, de los sentidos (incluyendo visión, audición y gusto), estado de ánimo u otras funciones cognitivas.
Signos y síntomas
La epilepsia se define por dos o más convulsiones no provocadas. Estas convulsiones son episodios breves de movimientos involuntarios que pueden afectar a una parte del cuerpo (convulsiones parciales) o a su totalidad (convulsiones generalizadas) y a veces se acompañan de pérdida de la consciencia y del control de los esfínteres.
Las personas con epilepsia suelen padecer más problemas físicos (tales como fracturas y hematomas derivados de traumatismos relacionados con las convulsiones) y mayores tasas de trastornos psicosociales, entre ellos ansiedad y depresión. Del mismo modo, el riesgo de muerte prematura en las personas epilépticas es hasta tres veces mayor que en la población general, y las tasas más altas se registran en los países de ingresos bajos y medianos y en las zonas rurales.
En esos países, una gran parte de las causas de defunción relacionadas con la epilepsia se pueden prevenir, por ejemplo, caídas, ahogamientos, quemaduras y convulsiones prolongadas.
Datos de la enfermedad
La epilepsia es responsable de una proporción significativa de la carga mundial de morbilidad, pues afecta a más de 50 millones de personas. La proporción estimada de la población general con epilepsia activa (es decir, ataques continuos o necesidad de tratamiento) en algún momento dado oscila entre 4 y 10 por 1000 personas.
Según estimaciones, se diagnostican anualmente unos 5 millones de casos de epilepsia en todo el mundo. En los países de altos ingresos, se estima que 49 de cada 100 000 personas son diagnosticadas de epilepsia cada año. En los países de ingresos bajos y medianos, esa cifra puede ser de hasta 139 de cada 100 000 personas.
Esto se debe probablemente al mayor riesgo de enfermedades endémicas tales como el paludismo o la neurocisticercosis; la mayor incidencia de traumatismos relacionados con accidentes de tránsito; traumatismos derivados del parto; y variaciones en la infraestructura médica, la disponibilidad de programas de salud preventiva y la accesibilidad de la atención.
Cerca del 80 % de los pacientes con epilepsia viven en países de ingresos bajos y medianos.
Causas
La epilepsia no es contagiosa. Aunque muchos mecanismos de enfermedad subyacentes pueden producir epilepsia, se desconoce la causa de la enfermedad en aproximadamente el 50% de los casos de todo el mundo.
Las causas de la epilepsia se dividen en las categorías siguientes: estructurales, genéticas, infecciosas, metabólicas, inmunológicas y desconocidas. Entre ellas cabe señalar:
daño cerebral por lesiones prenatales o perinatales (por ejemplo, asfixia o traumatismos durante el parto, bajo peso al nacer);
malformaciones congénitas o alteraciones genéticas con malformaciones cerebrales asociadas;
traumatismos craneoencefálicos graves;
accidentes cerebrovasculares que limitan la llegada del oxígeno al cerebro;
infecciones cerebrales como las meningitis y encefalitis o la neurocisticercosis;
algunos síndromes genéticos;
tumores cerebrales.
Prevención
Se estima que el 25% de los casos de epilepsia son prevenibles.
La prevención de los traumatismos craneales es la forma más eficaz de evitar la epilepsia postraumática.
La atención perinatal adecuada puede reducir los nuevos casos de epilepsia causados por lesiones durante el parto.
El uso de medicamentos y otros métodos para bajar la temperatura corporal de los niños con fiebre puede reducir las probabilidades de convulsiones febriles.
La prevención de la epilepsia asociada a los accidentes cerebrovasculares se centra en la reducción de los factores de riesgo cardiovascular, por ejemplo, a través de medidas de prevención o control de la hipertensión arterial, la diabetes y la obesidad, y la prevención del tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol.
Las infecciones del sistema nervioso central son causas frecuentes de epilepsia en las zonas tropicales. La eliminación de los parásitos y la educación sobre cómo evitar las infecciones pueden ser eficaces para reducir la epilepsia en estos entornos.
Repercusiones sociales y económicas
La epilepsia representa un 0,6% de la carga mundial de morbilidad, una medida basada en el tiempo que combina los años de vida perdidos debido a la mortalidad prematura con el tiempo vivido en situaciones en las que la salud no es plena. La epilepsia tiene importantes repercusiones económicas por la atención sanitaria que requiere y las muertes prematuras y la pérdida de productividad laboral que ocasiona.
Las repercusiones económicas de la epilepsia son muy variables, dependiendo de su duración y gravedad, de la respuesta al tratamiento y del entorno sanitario. Los costos directos y las pérdidas de productividad suponen una carga considerable para las familias. En un estudio económico realizado en la India se estimó que la financiación pública de los tratamientos de primera y segunda línea y de otros costos médicos alivia la carga económica de la epilepsia y es costoefectiva.
La discriminación y la estigmatización social que rodean la epilepsia en algunos lugares son a menudo más difíciles de vencer que las propias convulsiones. Las personas con epilepsia pueden ser objeto de prejuicios. La estigmatización de la enfermedad puede hacer que los afectados no busquen tratamiento para evitar que se los identifique con la enfermedad.
Producción científica de economía de la salud en Cuba (2010-2019)
La economía de la salud ocupa un papel importante dentro del campo sanitario en Cuba, se han realizado algunas evaluaciones parciales de la producción científica de la disciplina. No obstante, sus productos no han sido evaluados de manera integrada, por lo tanto, no se dispone de un análisis integrado de dicha producción científica de la economía de salud.
Este estudio tuvo como propósito caracterizar la producción científica en economía de la salud para el período 2010-2019.
Se realizó una Investigación descriptiva, transversal retrospectiva. Se empleó una metodología mixta en tres fases: 1. Aplicación de encuesta a expertos en economía de la salud; 2. Búsqueda y recolección de la información y 3. Normalización, clasificación y análisis de la información.
Se recuperaron 635 productos para el período en estudio, la producción general fue variable, el 36 % de los productos se hicieron en colaboración, la oferta de servicios de salud, evaluación general y evaluación económica fueron los campos con mayor frecuencia en la disciplina. Se obtuvo respuesta de 12 expertos; la mayoría considera que la disciplina ha tenido un desarrollo aceptable (5/12) o significativo (4/12), se argumentaron logros y retos en la docencia, investigación y toma de decisiones.
En conclusión, la caracterización de la producción científica de la economía de la salud en Cuba permitió conocer el comportamiento de los productos desarrollados en el último decenio, la actividad científica nacional es variable dada la inclusión de diferentes tipos de elementos, no obstante, esta se mantiene permanente.
Israel Borrajero Martínez, Jefe del Departamento de Anatomía Patológica del Hospital Hermanos Ameijeiras, en entrevista exclusiva para la Agencia Cubana de Noticias (ACN), en La Habana, Cuba, el 26 de agosto de 2021. Tomado de ACN.
Eran las nueve de la mañana del jueves 9 de septiembre de 2021 y en el cuarto piso del Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, en una pequeña aula, un equipo de investigadores estudiaba células y muestras de diferentes tejidos.
Detrás del microscopio, como cada martes y jueves desde abril de 2020, se encontraba el Doctor en Ciencias Israel Borrajero Martínez, a quien la determinación por comprender el comportamiento de las enfermedades lo llevó a estudiar Medicina y también a tratar de entender el SARS-CoV-2.
Han pasado varios jueves desde aquel último día en el que quedaron tantos pendientes, porque para el galeno, a los 91 años de edad, la jubilación no estaba entre sus planes.
“¿Muchachitas y el cafecito de hoy? A veces pienso que va a entrar por la puerta y nos hará esa habitual pregunta. Después de su partida nunca más llevé la cafetera. No podía. Para nosotros compartir con él durante ese tiempo, aprender junto a él, era especial. Su muerte fue algo chocante y no hay un día que no lo recordemos”, dijo la doctora Teresita Montero González.
Israel Borrajero Martínez, Jefe del Departamento de Anatomía Patológica del Hospital Hermanos Ameijeiras, en entrevista exclusiva para la Agencia Cubana de Noticias (ACN), en La Habana, Cuba, el 26 de agosto de 2021. Tomado de ACN.
Cuando muchos temían el contagio con la recién descubierta COVID-19, ella fue la primera que realizó, en el Hospital Militar Central Dr. Luis Díaz Soto (conocido como Naval), autopsias a personas fallecidas a causa de esa enfermedad. Él lo supo y de inmediato la llamó.
Se reunieron con algunos de sus mejores alumnos, pues al profe le encantaba el trabajo en equipo, “sin darle ese nombre era lo que generaba a su alrededor y sabía a quién consultar para cada experiencia”.
Así Teresita Montero González, José Hurtado de Mendoza Amat, Victoria Capó de Paz y el propio Borrajero formaron el Grupo Especial de Trabajo de Anatomía Patológica, perteneciente al Ministerio de Salud Pública, que pronto se convirtió en una residencia para los veteranos especialistas y otros que se sumaron.
Grupo especial de trabajo de anatomía patológica para la COVID-19, en el Hospital Hermanos Hameijeiras, en La Habana, Cuba, el 26 de agosto de 2021. Tomado de ACN.
“Los martes y los jueves sentíamos alegría porque nos íbamos a encontrar, la relación entre todos era de mucha camaradería, esos meses resultaron increíbles y pudimos trabajar con él como si fuéramos estudiantes de nuevo. Desde que decidimos hacer la especialidad Borrajero siempre estuvo ahí, y, sin adorarlo, teníamos la certeza de que siempre estaría presente, como mismo está el Sol todos los días”, afirmó la doctora Virginia Capó de Paz.
Del Hospital Hermanos Ameijeiras el equipo se trasladó, el 29 de noviembre, al Instituto de Nefrología Dr. Abelardo Buch López, a un aula más pequeña, donde también se le extraña y se le rinde homenaje como les enseñó: honrando la especialidad y desentrañando los misterios de las enfermedades, en especial de la COVID-19, pues para el doctor no existía nada más apasionante que hacer un buen diagnóstico.
A sus 81 años José Hurtado de Mendoza Amat —miembro del Grupo Nacional de Anatomía Patológica y de Honor de la Sociedad Cubana de la especialidad, así como profesor Titular y Consultante del Hospital Naval— es entre todos los alumnos de Borrajero, que actualmente se encuentran activos y en el territorio nacional, quien más años llevaba a su lado.
Hurtado conoció al que sería su maestro para toda la vida en 1962, cuando estudiaba para convertirse en médico. Por aquel momento Borrajero, con solo 32 años, comenzaba al frente de la Cátedra de la especialidad en la Facultad de Medicina.
Durante esos años, producto de la emigración, las asignaturas quedaron debilitadas en su plantilla docente y esa carencia afectó también a la Anatomía Patológica, pues de siete profesores solo quedaron dos.
En tales condiciones era imposible atender a la gran cantidad de estudiantes que llegaron a las aulas, por lo que hasta el Hospital Clínico Quirúrgico Mercedes del Puerto (actual Joaquín Albarrán), donde trabajaba el patólogo, llegaron el decano de la Facultad y el jefe del departamento de Medicina, para proponerle que impartiera clases en la universidad.
Borrajero no tenía nombramientos ni desempeñaba la docencia, pero contaba con los conocimientos y habilidades adquiridos tras muchas horas en los laboratorios. Desde que en 1950 empezó como alumno interno en el departamento de Anatomía Patológica del Hospital de Maternidad América Arias se introdujo por completo en la patología, sin pensar en otra especialidad.
Cuando le propusieron asumir la jefatura de la Cátedra, aceptó esa nueva etapa dentro de la disciplina, pero manteniendo sus responsabilidades asistenciales y científicas en el Clínico Quirúrgico y la jefatura del departamento de Anatomía Patológica del Hospital Nacional (actual Enrique Cabrera), además de apoyar el trabajo de ese departamento en el Hospital William Soler.
Pocas jornadas antes de su partida física, el propio Borrajero nos contó en una entrevista que, para asumir la docencia de los más de 900 estudiantes que empezaron en enero de 1963, fue necesario captar personal con conocimientos de la especialidad, ya fuese como alumnos o residentes empíricos, porque en aquel momento no existía un programa de residencia. “Con mi presencia y la de otros dos no era suficiente”, acotó.
“Creamos un grupo de 17 o 18 entre alumnos ayudantes, internos, residentes y formamos un colectivo para la docencia. Había que organizar al personal, los materiales, crear condiciones de logística de la docencia teórica y práctica, y en los meses de noviembre de 1962 y enero de 1963 se preparó ese equipo que lo he nombrado fundacional de la Anatomía Patológica de la Revolución.
“Fueron los pioneros en ese trabajo, gente joven, entusiasta, que desempeñaron y aún desempeñan un papel importantísimo en la patología de Cuba y en otros países”, reconoció el especialista.
Uno de los que se acercó a él con los deseos de convertirse en alumno ayudante fue Hurtado, a quien definiría casi 60 años después como “un hombre persistente, porque cuando se propone algo no para hasta lograrlo”. Y el joven aspirante a ser galeno se propuso ser patólogo.
Él era alumno del Clínico Quirúrgico y al saber sus intenciones con la especialidad, Borrajero lo incorporó al departamento. Rememoró el doctor que en aquellos años se podían contar con los dedos la cantidad de profesores especialistas que había y el grupo de docentes estaba integrado, en su mayoría, por estudiantes de varios cursos.
Hurtado siempre trataba de ir al hospital cuando el profesor pasaba por allí a ver las muestras y realizar los diagnósticos. Aún recuerda la forma en que su maestro analizaba las biopsias, autopsias y citologías de ese hospital y del Nacional y, mientras lo hacía, se cercioraba de compartir conocimientos para que los demás también aprendieran.
“Le copié hasta su estilo para mover las láminas en la platina del microscopio, quitaba el herraje y lo hacía con las manos, pero yo no era el único que lo copiaba, casi todos los que nos formamos con él lo hacíamos así”, dijo.
Para el patólogo el genio del profesor y su acuciosidad para determinar los padecimientos se debía a su memoria fotográfica. “En varias ocasiones le consulté casos vistos con anterioridad y con solo observar la lámina se daba cuenta de que la había visto antes y cuál era la enfermedad del paciente.
“Era capaz de hacerlo, a pesar de todo su trabajo como consultor central de Anatomía Patológica en el país y más cuando se creó el Centro Nacional de Referencia de la especialidad en el “Ameijeiras”, donde recibía los diagnósticos más complejos, incluso de otras naciones, y siempre tenía una respuesta”.
Sobre Borrajero, uno de sus alumnos más longevos, solo tiene palabras de admiración: “Era muy laborioso, prueba de ello es que nunca quiso jubilarse y se demoró en pasar a ser profesor Consultante, teniendo todos los méritos, por permanecer activo como jefe de departamento”.
Cuando en su carrera, por asumir responsabilidades administrativas, Hurtado estuvo alejado de la atención directa, no perdió el contacto con el maestro y luego de tantos años de cercanía insiste en que nadie lo podrá sustituir.
“Más allá de los cargos que desempeñó —profesor principal de la asignatura a nivel nacional, jefe del tribunal de doctorado, del Grupo Nacional, presidente de la Sociedad Cubana de Anatomía Patológica, y posteriormente Presidente de Honor — lo distinguía el ser muy humano y afectuoso, nunca lo vi maltratar a nadie, era muy ético, y cuando tenía que discutir un diagnóstico defendía los criterios de manera objetiva sin caer en la prepotencia, sino de forma educativa”.
La patóloga del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, Virginia Capó de Paz, “Vicky”, quien es vicepresidenta de la Sociedad Cubana de Anatomía Patológica y secretaria del Grupo Nacional de la especialidad, recuerda con cariño y admiración cada frase y conocimiento adquirido del profe Borrajero.
Ella lo conoció en 1973, cuando se presentó para hacer el internado vertical en el Hospital Universitario Calixto García. A partir de ese momento hizo la residencia con él, participó a su lado en la docencia de las brigadas José Antonio Echeverría y tuvo todo su apoyo durante el servicio social.
“Desde la residencia —comentó— estaba muy pendiente de la preparación de los alumnos, promovía encuentros, nos hacía participar en eventos científicos y estimulaba a que nos superáramos. Él leía cada publicación sin importar si su nombre podría aparecer o no y era capaz de discutir diagnósticos y asumir que el de nosotros tenía más valor que el suyo, y eso habla de su humildad”.
Vicky siempre tuvo la certeza de poder contar con su profe de tantos años, “me salvó de muchos apuros en padecimientos difíciles de identificar y cuando terminé el doctorado me incorporó al tribunal permanente de grado científico. Sentí que me tenía mucha consideración y respaldaba los avances que tuve en la especialidad”, expresó.
Borrajero insistía en que, como parte de la superación profesional, realizaran publicaciones científicas, algo que durante estos meses de pandemia y desde su ausencia el equipo no ha dejado de hacer y que, según la doctora, continuarán haciendo como tributo a su memoria.
También como aspirante a patóloga la Teniente Coronel Teresita Montero González —jefa del Centro de Desarrollo del Hospital Militar Central Dr. Luis Díaz Soto, profesora e investigadora Titular de esa institución y primera especialista de la materia en las Fuerzas Armadas Revolucionarias— conoció a su maestro de toda la vida, y con el tiempo y el cariño pasó a ser para él “la Tere o la niña”.
Siendo estudiante el profe supo de su constancia, laboriosidad y eficiencia, pues desde que en 1982 se inauguró el “Ameijeiras”, Tere se vinculó a través de las reuniones nocturnas que realizaban las sociedades científicas, en las cuales se discutían los casos más complejos.
“Los encuentros eran para especialistas y ahí estaba él como jefe de la especialidad. En una ocasión me hicieron un reconocimiento por ser la única residente que estuvo en todas las presentaciones”, rememoró.
A partir de ese momento la empatía fue mutua y al graduarse como especialista, en 1992, se mantuvo vinculada al ”Ameijeiras” y con el desarrollo de la citopatología en esa institución. En 2001 se gradúo de Doctora en Ciencias Médicas y pasó a integrar el Grupo Nacional de Anatomía Patológica. Con el título en mano “me agarró como una carterita debajo del brazo para todo lo que tenía que ver con la docencia y la investigación”, relató.
Ese vínculo se fortaleció con los años y cuando ella, en 2009, empezó al frente del grupo de la especialidad en La Habana analizaban juntos los problemas de la provincia y también a su lado organizó los planes y programas de estudio relacionados con la Anatomía Patológica en la Facultad de Tecnología de la Salud.
“El profe defendía la especialidad a ultranza e incluso nos enseñaba a lidiar con los errores, a corregirlos y a que no los cometiéramos por presión de nadie”, dijo.
Cuando ella le propuso crear el Grupo Especial de Trabajo de Anatomía Patológica, nunca pensó que tras una vida dedicada a defender la especialidad Borrajero iba a aprender tanto con ese equipo y que el solo hecho de adquirir nuevos conocimientos, a sus 91 años, lo hiciera tan feliz.
“Ponía de su experiencia y su cosecha, pero era capaz de reconocer lo nuevo y eso fue una enseñanza para nosotros. Aprendía de cada uno, hacía un colectivo y reunía a todos para dar posibilidades de solución a los problemas, siempre contando con los demás, incluso con aquellos que estaban en otras provincias”.
La máster en Ciencias Laura López Marín —especialista de II grado en Anatomía Patológica, profesora Auxiliar y patóloga del Instituto de Nefrología Dr. Abelardo Buch López— fue una de las doctoras que se incorporó después de creado el Grupo, a partir del interés de los profesores de nefrología de combinar los estudios de patología y los de convalecientes de la COVID-19 con enfermedad renal crónica. Habló con Borrajero y él le dio la bienvenida al equipo.
Años atrás también le había dado la bienvenida a la especialidad cuando le realizó la temida entrevista. Ella era madre de un bebé de tres meses y llevar ambas cosas sería un enorme reto. — ¿Pero así vas a hacer Anatomía Patológica? —Sí, profe — ¿Te vas a estudiar todos los libros? —Sí, profe Tras intercambiar esas palabras él confió en su determinación. Laura se graduó en 2003 como patóloga y cuatro años después comenzó en el Instituto de Nefrología. Como todos sus alumnos contó siempre con el apoyo de Borrajero, desde que inició la residencia en el Hospital Militar Dr. Carlos Juan Finlay. A él le consultaba los casos más difíciles y nunca tuvo un no como respuesta.
“Me decía: «Ven mijita» y no hubo de su parte un después o un ahora no, más tarde. De su experticia aprendí mucho y siempre llegaba a un diagnóstico de certeza. A mi consideración era un genio, capaz de recordar cada caso, hasta la edad del paciente”.
Para la doctora, poder regresar durante estos meses a su lado fue vivir otra residencia, y es que lo mismo encontraba lesiones de patología general que tumores y alteraciones desconocidas.
“Él trataba de averiguarlo todo con un ímpetu tremendo y conformó un equipo perfecto en el que también está su impronta”, por eso aspiran a elaborar más artículos científicos, además de los que ya están publicados, y a realizar tesis de residencia, maestría y doctorado con toda la información recopilada y que empezó con él. “Eso será una fortaleza para la especialidad a la que tanto le dedicó”, afirmó.
Otra de las muchachitas del profe Borrajero fue la doctora Licet González Fabián, especialista de II grado en Anatomía Patológica y profesora e investigadora Auxiliar del Instituto de Gastroenterología. Ella pasó a integrar el Grupo luego de la muerte del profesor, pero con la certeza de que continúa presente en cada diagnóstico.
“Todos los que nos formamos como patólogos tenemos alguna experiencia con él, porque era quien daba el visto bueno para iniciar la especialidad”, comentó.
Recordó que desde sus primeros pasos en ese campo, en 1998, conoció de su sencillez y humildad, y se convirtió en un padre que con una sonrisa atendía cada una de sus necesidades y dudas. “Al principio iba con miedo y él me hacía sentir en casa y que no me pensara inferior a él”.
Borrajero estuvo como presidente de su tribunal cuando Licet defendió la especialidad, la maestría y cuando se hizo especialista de II grado. Ella también aspiraba a que estuviese ahí el día en que defendiera su tesis de doctorado, aunque eso ya no será posible, mantiene su compromiso de terminarlo “porque todo el tiempo te impulsaba a seguir superándote y a él se lo debo”.
Es 9 de febrero de 2022, han pasado exactamente cinco meses del encuentro en aquella aula y aún duele cada palabra sobre el eterno profesor de Anatomía Patológica. Sirva este trabajo para honrar su memoria y el quehacer de todos sus alumnos, quienes sin dudas mantendrán vivo su legado.
Las más de 136 000 cubanas y cubanos víctimas de artritis reumatoide, enfermedad crónica irreversible que erosiona cartílagos y huesos, y que afecta principalmente a mujeres, serán beneficiados en su momento por la producción y aplicación masiva del producto biotecnológico Jusvinza (CIGB-814/258), péptido inmunorregulador para el tratamiento de ese padecer y la hiperinflamación.
La molécula obtenida y patentada por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) ya mostró sus beneficios en el tratamiento a pacientes con COVID-19, y tiene la posibilidad de obtener por parte de la autoridad regulatoria de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (el ya icónico CECMED), un «Registro clínico condicionado a la ejecución de fase III» de ensayos clínicos.
La información la dio a conocer la Doctora en Ciencias María del Carmen Domínguez en el encuentro de este martes del Primer Secretario de Comité Central del Partido Comunista, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con científicos y expertos que participan en las actividades de ciencia e innovación tecnológica en el enfrentamiento al nuevo coronavirus, y a la que también asistió, como es costumbre, el miembro del Buró Político y Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz.
La investigadora anunció que este año podría comenzar el ensayo clínico fase III de Jusvinza, durante el cual se estima tratar a 66 000 personas; o sea, alrededor el 50 por ciento de los pacientes reportados con esa enfermedad en Cuba.
Según los intercambios con la autoridad reguladora—explicó— se prevé, además, aplicar a una Asesoría científica por CECMED para un Registro condicionadopara el tratamiento de la hiperinflamación, y el desarrollo de estudios clínicos controlados y estudios compasionales, entre otros.
La artritis reumatoide, señaló la Dr. C.María de Carmen Domínguez, aflige al 1,2 por ciento de la población cubana. La prevalencia mundial se sitúa en el entorno del uno por ciento; la relación de afectados según sexo es de tres mujeres y un hombre. La enfermedad debuta entre los 40 y 60 años de edad.