Cambio climático y salud: una amenaza lenta pero más mortal que la pandemia de covid-19

Responsable: Mirta Núñez Gudás

Dpto. Servicios Especiales de Información

Cambio climático

En el año 2000 se le dio nombre a un concepto que ya se sabía desde hace más de un siglo: que la salud humana, la sanidad animal y la salud ambiental están interconectadas. `Una Sola Salud’ (One Health, en inglés) se define como «los esfuerzos de colaboración de múltiples disciplinas (personal médico, veterinario, investigador, etc.) que trabajan local, nacional y globalmente para lograr una salud óptima para las personas, los animales y nuestro medio ambiente».

La aparición del virus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, hizo patente la necesidad de reforzar este enfoque. «Intentar ahorrar dinero descuidando la protección del medio ambiente, la preparación para emergencias, los sistemas de salud, las infraestructuras de agua y saneamiento y las redes de protección social ha demostrado ser un falso ahorro, y la factura se está pagando ahora con creces», advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Actualmente, se sabe, por ejemplo, que alrededor del 60 % de las enfermedades infecciosas emergentes que se registran en el mundo proceden de los animales, tanto salvajes como domésticos. En las últimas tres décadas se han detectado más de 30 nuevos agentes patógenos humanos, el 75 % de los cuales tiene su origen en animales.

También conllevan un elevadísimo coste a pagar los problemas de salud pública que ya está causando el cambio climático a nivel mundial. La sequía en África oriental ha afectado a más de 10 millones de personas. Los huracanes en el sur de Estados Unidos han dejado cientos de muertos y miles de personas sin hogar. Los mosquitos están propagando el dengue en cantidades récord más allá de su área de distribución geográfica habitual. El informe del Foro Económico Mundial de enero de 2024, Cuantificación del Impacto del Cambio Climático en la Salud Humana, evaluó los impactos sanitarios y económicos de los fenómenos meteorológicos agravados por el calentamiento global, como inundaciones, sequías, tormentas tropicales y el aumento del nivel del mar.

Dar un vuelco a las funestas previsiones

Para 2050, se proyecta que estos impactos causarán 14,5 millones de muertes adicionales y costarán a la economía mundial 12,5 mil millones de dólares. Anualmente, las pérdidas son comparables al PIB de Singapur. Y a la postre, serán las poblaciones vulnerables, las menos responsables de la crisis climática, las que sufrirán las consecuencias más graves, principalmente en las economías menos desarrolladas.

En este contexto tan preocupante, el Foro Económico Mundial, en colaboración con Oliver Wyman, ha publicado en enero del presente año 2025 el informe Healthcare in a Changing Climate: Investing in Resilient Solutions (`Atención sanitaria en un clima cambiante: invertir en soluciones resilientes’), donde analiza las medidas que la economía mundial puede adoptar para mitigar estos impactos previstos. De acuerdo a todo lo analizado, una de las conclusiones clave confirma que,mediante la inversión en vacunas, medicamentos, dispositivos médicos, tecnología sanitaria y servicios climáticos, se podrían salvar 6,5 millones de vidas, reducir las pérdidas económicas mundiales en 5,8 mil millones de dólares y reducir en mil millones los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) acumulados.

Pero, para ello, «el apoyo activo de los innovadores en ciencias de la vida será crucial, y la perspectiva de estos impactos positivos debería incentivar la colaboración entre los gobiernos, el mundo académico, la sociedad civil y el sector privado», señalan los expertos.

De hecho, la crisis climática exigirá una coordinación global a una escala aún mayor que la necesaria durante la pandemia. La investigación realizada para este informe concluye que se requerirán una serie de inversiones rápidas y focalizadas en I+D por un total de 65 mil millones de dólares durante al menos los próximos cinco años para mitigar los posibles desafíos relacionados con el clima. Esto representa menos del 5 % del gasto anual normal en I+D de la industria farmacéutica.

Asimismo, para abordar eficazmente los impactos del cambio climático en la salud y la economía asociada, es esencial desarrollar mecanismos de financiación innovadores y marcos regulatorios globales armonizados que fomenten la inversión en soluciones sanitarias impulsadas por el clima. Algo que requerirá una acción coordinada entre innovadores en ciencias de la vida, diferentes agencias gubernamentales y naciones, organismos reguladores y organizaciones no gubernamentales, así como actores de los sistemas de salud, inversionistas y el mundo académico.

La integración de datos climáticos y de salud impulsará aún más la innovación, conectando a científicos de diferentes campos de la salud y el medio ambiente, a la vez que crea plataformas y otras herramientas digitales para recopilar y difundir los datos. Así pues, se requerirá el desarrollo de sistemas de distribución e infraestructura eficaces para difundir nuevos protocolos de tratamiento y concienciar al público, a fin de apoyar la transición hacia sistemas de salud resilientes.

Los países en vías de desarrollo, los más vulnerables a la crisis climática

Otro punto que destaca el informe, como ya hemos mencionado, es que las poblaciones más vulnerables de las economías menos desarrolladas sufrirán las consecuencias más graves de las enfermedades provocadas por el clima. Parte del desafío mundial de la atención médica consistirá en adaptar los protocolos y servicios de tratamiento a los entornos locales, fortalecer los sistemas de salud locales y abordar todos los determinantes sociales de la salud. Se necesita un enfoque integral y coordinado para mejorar la capacidad de los sistemas de salud globales para tratar las enfermedades más agravadas por el cambio climático.

«Necesitamos fuertes esfuerzos de mitigación para evitar los impactos más graves del cambio climático en la naturaleza, la economía y las personas», advierten Shyam Bishen, Head of Healthcare del World Economic Forum y Terry Stone, Global Leader of Health and Life Sciences de Oliver Wyman. Sin embargo, la mitigación por sí sola no es suficiente, de manera que, grosso modo, la iniciativa del Foro Económico Mundial se centra en lograr que los sistemas de salud sean más resilientes y adaptables a los impactos del cambio climático. En concreto, se centra en tres pilares clave: generar evidencia para el cambio, promover sistemas de salud más resilientes e incentivar la acción.

«Se necesita una inversión aproximada de 65.000 millones de dólares en prevención, diagnóstico y tratamiento innovadores durante los próximos cinco a ocho años»

Con ese fin analiza los impactos humanos y económicos prevenibles del cambio climático en once enfermedades y afecciones: malaria, dengue, cólera, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de estrés postraumático, retraso del crecimiento, hipertensión, enfermedad cardíaca isquémica, muertes y lesiones, enfermedades relacionadas con el calor y asma. Tras una exhaustiva exposición los autores del documento determinan que «una mejor prevención, mejores diagnósticos y nuevos tratamientos podrían reducir a la mitad los impactos del cambio climático en la salud». La evaluación se centra en identificar áreas donde la innovación médica podría tener un impacto significativo.

En este sentido, los hallazgos demuestran oportunidades significativas para mejorar la prevención, en particular en el desarrollo de vacunas. En el caso del dengue, por ejemplo, se han logrado excelentes avances, especialmente con la precalificación de la vacuna TAK-003 por parte de la OMS en 2024. Un mayor desarrollo podría extender este éxito a vacunas para otras afecciones médicas.

Por su parte, el diagnóstico se beneficiaría de una mejora continua, en particular del desarrollo de herramientas asequibles, precisas y fáciles de usar en el punto de atención. En entornos con recursos limitados, la falta de pruebas diagnósticas rápidas y definitivas limita la intervención oportuna y el tratamiento eficaz, por ejemplo, para las enfermedades relacionadas con el calor y el asma. En términos de tratamiento, abordar la farmacorresistencia sigue siendo una necesidad apremiante debido a la baja adherencia al tratamiento y la limitada efectividad de las terapias, lo que obliga a algunos pacientes a tomar el mismo medicamento repetidamente. Este es un problema particularmente extendido en el caso de enfermedades infecciosas como la malaria. Todo esto subraya la necesidad de nuevas vacunas, desarrollo de fármacos y mejores estrategias para garantizar que los pacientes completen sus tratamientos.

Además de las intervenciones tradicionales, las nuevas tecnologías ofrecen importantes oportunidades para reducir el impacto del clima en la salud. Por ejemplo, la tecnología de desalinización se plantea como prometedora para reducir la incidencia de la hipertensión relacionada con el clima, mientras que las soluciones de saneamiento con bajo consumo de agua podrían reducir las enfermedades entéricas asociadas al retraso del crecimiento.

Finalmente, los servicios climáticos para la salud, como la recopilación y el uso del conocimiento climático para mejorar las soluciones sanitarias, podrían mejorar la efectividad de las respuestas médicas al cambio climático. Dichos servicios pueden aprovechar una variedad de lecturas climáticas (temperatura, precipitaciones, viento, etc.) y datos no meteorológicos (producción agrícola, tendencias sanitarias, cartografía de infraestructuras, etc.).

Este enfoque permite realizar análisis robustos de riesgos y vulnerabilidad, al igual que desarrollar proyecciones y escenarios a largo plazo. Por ejemplo, los principales servicios climáticos podrían predecir brotes de enfermedades infecciosas con hasta dos meses de antelación. Al integrar estas predicciones con los servicios de salud, pueden mejorar significativamente las medidas preventivas y preparar los sistemas de salud para mitigar los impactos, lo que podría resultar en una reducción de hasta un 25% en la incidencia de dichas enfermedades.

En el mismo apartado se constata también cómo el desarrollo de soluciones para abordar las necesidades médicas no satisfechas de enfermedades de alta prioridad ofrece una oportunidad única para reducir significativamente los impactos proyectados del cambio climático, tanto en la carga de enfermedad como en las pérdidas económicas para 2050. Al comienzo del texto hemos detallado las cifras más significativas, como los 14,5 millones de muertes evitables (un 45%, aproximadamente) y un coste acumulado de 12,5 billones de dólares para la economía mundial, situación que se puede revertir mediante inversiones en vacunas, medicamentos, dispositivos médicos, tecnología sanitaria y servicios climáticos. Se podrían llegar a salvar 6,5 millones de vidas, reducir las pérdidas económicas mundiales en 5,8 billones de dólares y acumular 1.000 millones menos de años de vida ajustados por discapacidad.

Garantizar la sostenibilidad del sistema a largo plazo

El retraso del crecimiento, una preocupación importante para la salud infantil, también es factible de ser mitigado en más del 45%, evitando 1,3 millones de defunciones y ahorrando más de 753.000 millones de dólares en pérdidas económicas. Las intervenciones dirigidas a la malaria podrían reducir 180 millones de AVAD y prevenir más de 3,6 millones de muertes para 2050, a la vez que ahorran 450 000 millones de dólares en pérdidas económicas. El dengue, otra enfermedad transmitida por vectores, podría reducir su impacto global en un 63 %, previniendo 66 000 muertes y ahorrando 89.000 millones de dólares en pérdidas económicas. Las enfermedades relacionadas con el calor, otra amenaza creciente debido al cambio climático, podrían disminuir su mortalidad en 50%, salvando más de 800.000 vidas y evitando 3,5 billones de dólares en pérdidas económicas.

«Estas cifras resaltan la urgente necesidad de abordar los desafíos de salud sensibles al clima y la oportunidad de aliviar significativamente las cargas humanas y económicas mediante soluciones específicas. Una oportunidad de actuar que no solo consiste en salvar vidas, sino también en garantizar la sostenibilidad económica a largo plazo. Al reducir la carga de enfermedades y los costos asociados, los gobiernos y las empresas pueden asignar recursos de forma más eficiente, lo que se traduce en poblaciones más sanas y productivas», recuerda el informe.

No en vano, los beneficios a largo plazo de disminuir la carga de estas enfermedades van más allá de los ahorros inmediatos en atención médica, e incluyen el fomento de un mayor crecimiento económico y la reducción de la pobreza en las regiones más vulnerables a los impactos climáticos. «Abordar estas necesidades médicas insatisfechas con soluciones innovadoras para el clima y la salud es fundamental para construir sistemas de salud resilientes y apoyar el desarrollo sostenible en un mundo en constante cambio», recalca el texto.

En resumidas cuentas, Healthcare in a Changing Climate: Investing in Resilient Solutions insta a los gobiernos y la industria a unir fuerzas ahora para movilizar los sistemas globales de salud pública e impulsar la innovación en ciencias de la vida para anticiparse a la crisis que avanza. Esta inversión, aseguran los expertos, salvará vidas y evitará pérdidas económicas. «Se necesita un esfuerzo coordinado a nivel mundial para mitigar los impactos del cambio climático en la salud, similar al que permitió a la economía mundial superar la pandemia de COVID-19. La crisis climática se desarrollará más lentamente, pero será aún más mortal».

A este respecto, llega a la conclusión que el apoyo debe centrarse «en la construcción de un modelo económico viable para intervenciones sostenibles que se base en mecanismos de financiación multilaterales, con alianzas público-privadas globales para financiar la I+D necesaria y construir la infraestructura sanitaria necesaria para difundir el tratamiento y la atención, a la vez que se lleva a cabo una ambiciosa campaña de educación pública».

Una respuesta coordinada, sentencia el artículo, podría reducir significativamente las consecuencias negativas para la salud y la economía mediante una inversión estratégica y consistente. «Es posible evitar casi la mitad de los impactos en la salud y las pérdidas de productividad que se prevé que ocurran para 2050 en ocho áreas clave de enfermedades provocadas por el clima, junto con el 45 % de las muertes y el 23 % de los costos de atención médica. Esto podría lograrse con una inversión aproximada de 65.000 millones de dólares en prevención, diagnóstico y tratamiento innovadores durante los próximos cinco a ocho años. Solo se necesita la determinación de anticiparse al problema».

Puedes descargar el artículo en PDF 

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