
La lepra se considera una de las enfermedades tropicales desatendidas, a pesar de que continúa siendo causa de una morbilidad significativa en comunidades marginadas, acompañada de una fuerte carga de estigma. Antes de la pandemia de COVID-19, la detección anual de nuevos casos se estancó durante más de una década en aproximadamente 200 000 casos nuevos y en estos momentos existen reportes de incremento de casos en cierras áreas.
Es por ello que proponemos esta revisión de la importante revista Nature Reviews.
Los fenotipos clínicos de la lepra presentan un fuerte paralelismo entre la inmunidad del huésped y sus agentes causales, Mycobacterium leprae y Mycobacterium lepromatosis. El espectro resultante abarca desde la lepra paucibacilar, caracterizada por una vigorosa inmunidad proinflamatoria con pocas bacterias, hasta la lepra multibacilar, que alberga un gran número de bacterias con altos niveles de anticuerpos anti M. leprae, aparentemente no protectores.
El diagnóstico de la lepra sigue siendo clínico, dejando a las personas asintomáticas con la infección sin detectar. El tratamiento antimicrobiano es eficaz con la terapia multimedicamentosa recomendada durante 6 meses para la lepra paucibacilar y 12 meses para la lepra multibacilar.
El período de incubación oscila entre 2 y 6 años, aunque se han descrito períodos más largos. Dado este largo período de incubación y la disminución de la experiencia clínica, existe una necesidad urgente de crear herramientas diagnósticas innovadoras y de baja complejidad para la detección de la infección, así como fortalecer los sistemas de vigilancia en los sistemas de salud para la detección temprana de los casos.
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