
El presente documento es un resumen de una directriz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuya versión completa está disponible exclusivamente en inglés (Use of lower-sodium salt substitutes: WHO guideline ). El resumen no abarca la totalidad de la directriz, sino que presenta información esencial extraída de ella.
El objetivo de esta directriz es orientar a los responsables políticos, los directores de programas, los profesionales de la salud y otras partes interesadas sobre el consumo de sales hiposódicas, a fin de ayudarles en su labor de reducción de la ingesta de sodio y el riesgo de hipertensión y enfermedades no transmisibles mediante una serie de políticas e intervenciones de salud pública.
Cada año se producen en el mundo 8 millones de muertes asociadas a una alimentación inadecuada, de las cuales 1,9 millones son atribuibles a una ingesta elevada de sodio. Disminuir este consumo es una forma eficaz de reducir las enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculopatías y la insuficiencia renal crónica, gracias a la disminución de la tensión arterial, y también previene el riesgo de otras afecciones asociadas a una ingesta elevada de sodio, como el cáncer de estómago.
En 2012, la OMS publicó una directriz en las que recomendó limitar el consumo de sodio a menos de 2 gramos diarios para reducir la tensión arterial y el riesgo cardiovascular. Los Estados Miembros acordaron el objetivo mundial de reducir en un 30 % la ingesta media de sodio de la población para 2025 con el propósito de prevenir y controlar las enfermedades no transmisibles.
Posteriormente, en 2019, la Asamblea Mundial de la Salud decidió ampliar ese plazo hasta 2030. A pesar de los esfuerzos realizados por los Estados Miembros, se ha avanzado lentamente a este respecto. La ingesta media de sodio en el mundo sigue siendo elevada: se calcula que, en 2019, fue de 4,3 gramos diarios (entre 2 y 7 g/día), más del doble de la cantidad recomendada por la OMS, lo cual obliga a tomar urgentemente medidas inmediatas.
Esta directriz fue elaborada por el Subgrupo sobre Dieta y Salud del Grupo Consultivo Técnico de Expertos sobre Orientaciones Nutricionales (NUGAG) de la OMS, siguiendo el proceso descrito en la segunda edición del manual de la OMS para la elaboración de directrices.
Este proceso incluye examinar evidencias recopiladas sistemáticamente por un grupo internacional y multidisciplinario de expertos; evaluar su grado de certeza mediante el método de calificación de la evaluación, elaboración y valoración de recomendaciones (GRADE); y tener en cuenta otros factores contextuales 3 al tomar decisiones y traducir las evidencias en recomendaciones. Un grupo de expertos externos revisó la directriz, y se llevó a cabo una consulta pública para recabar la opinión de las partes interesadas.