Mientras los casos de chikungunya en la región de las Américas superan los 210.000 en los primeros meses de 2023, expertos repasaron esta semana en un seminario web los métodos para controlar el vector de la enfermedad, los factores que facilitan su propagación y el apoyo a los paÃses para hacer frente a un número creciente de casos.
La fiebre chikungunya es una enfermedad que se transmite a través de la picadura de mosquitos hembra del género Aedes infectados con el virus del chikungunya. El sÃntoma más común es una aparición brusca de fiebre, a menudo acompañada de dolor articular que suele durar dos semanas.
Aunque la mortalidad de la enfermedad es baja, algunos pacientes experimentan un dolor debilitante que puede durar hasta 6 meses, afectando la capacidad de la persona para moverse, trabajar y cuidar de sà misma o de los demás. El nombre «chikungunya» procede de la lengua africana makonde y significa «doblado por el dolor».
La enfermedad se ha detectado en cerca de 115 paÃses, con brotes estacionales o esporádicos hasta ahora. Sin embargo, en 2023 se registró un aumento de la circulación de chikungunya en cinco paÃses de las Américas, superando amplicamente las cifras del mismo periodo de años anteriores.
Situación en las Américas
El chikungunya se detectó por primera vez en la región en 2013, en la isla de San MartÃn, y un año después se habÃa extendido a la mayorÃa de los paÃses de la región. Más de un millón de casos ese reportaron en el primer año tras su introducción en el continente.
En el primer cuatrimestre de 2023 se detectó un aumento de la circulación de chikungunya en la región, con más de 214.000 casos notificados.
«Lo que vemos este año son cambios en la magnitud y el momento. La epidemia es mucho más temprana y con más casos que en los últimos años», dijo Thais dos Santos, asesora en Vigilancia y Control de Enfermedades Arbovirales de la OPS/OMS, durante el seminario web EPI-WIN de la Organización Mundial de la Salud (OMS): Chikungunya – Experiencias de la respuesta actual al brote en las Américas.
El paÃs más afectado es Paraguay, que «registró la peor epidemia de su historia, con 138.730 casos», añadió Dos Santos.
Argentina y Uruguay también notificaron transmisión local por primera vez en 2023, y Bolivia registró altos niveles de transmisión tanto de chikungunya (1.150 casos) como de dengue (116.224 casos), enfermedad transmitida por el mismo mosquito.
La urbanización no planificada y el cambio climático impulsan la transmisión
El cambio climático es uno de los factores que contribuyen a la propagación del chikungunya. Las temperaturas inusualmente altas, la previsión o el aumento de las lluvias y la consiguiente humedad han hecho que el mosquito Aedes esté presente en zonas donde antes no podÃa sobrevivir.
«Los largos periodos de calor en el sur de las Américas han permitido al mosquito desarrollarse bien en lugares donde antes no lo hacÃa», añadió Dos Santos.
La urbanización creciente y no planificada también puede estar impulsando su propagación, ya que los Aedes prefieren los entornos urbanos y cálidos, y buscan puntos que acumulan agua dentro de los hogares -como recipientes para plantas o floreros- para reproducirse.
Las restricciones de movimiento durante la pandemia de COVID-19 también pueden haber influido en los métodos de control de vectores, limitando actividades como las visitas de control domiciliario para eliminar los criaderos, junto con la resistencia a los insecticidas.
Control de la enfermedadÂ
Aunque se están desarrollando siete vacunas contra el chikungunya -tres de ellas en ensayos clÃnicos de fase 3-, actualmente no hay ninguna vacuna aprobada ni tratamiento especÃfico para la enfermedad.
Por ahora, la mejor protección es evitar las picaduras de mosquito. Las medidas recomendadas incluyen la aplicación de insecticidas, el uso de mosquiteros y la eliminación de los criaderos de mosquitos.
«Debemos implicar a las comunidades, identificar la ecologÃa local de los mosquitos y los puntos calientes, y desarrollar un plan y una estrategia de control», afirmó el doctor Thomas Scott, profesor emérito de EntomologÃa y NematologÃa de la Universidad de California Davis.
La vigilancia de la enfermedad también es fundamental, sobre la base de las lecciones aprendidas de la pandemia de COVID-19 en los últimos tres años. «La capacidad de las pruebas PCR se ha ampliado enormemente y puede utilizarse para otros patógenos», declaró Maria Van Kerkhove, jefa de la Unidad de Enfermedades Emergentes y Zoonosis de la OMS. También ha aumentado la capacidad de vigilancia genómica para conocer los virus circulantes, y los paÃses deberÃan ampliarla a otros patógenos.