Enfoques

Realizan en La Habana taller de actualización sobre la epilepsia

El Taller Nacional de Actualización en Epilepsia, la segunda enfermedad neurológica en cuanto a prevalencia a nivel mundial, se celebró durante los días 23 y 24 de enero en esta capital. La sede del evento fue el Palacio del Segundo Cabo, en La Habana Vieja.

Este evento de actualización fue auspiciado por el Capítulo Cubano de la ILAE y el Instituto de Neurología y Neurocirugía (INN). En el mismo se expusieron novedosos temas por parte de especialistas del Capítulo Cubano y se brindaron actualizaciones sobre las clasificaciones de la epilepsia y el tratamiento.

Entre los temas abordados, se habló de cirugía de la epilepsia y de estimulación magnética transcraneal por parte de dos profesores extranjeros. Se abordaron también las particularidades de la epilepsia en la mujer y en el adulto mayor. Fue sin dudas, un espacio de intercambio donde participaron principalmente médicos de la atención secundaria y terciaria, residentes y especialistas, e invitados de España.

Entre los profesores asistentes se encontraban especialistas del INN, del Centro de Restauración Neurológica (CIREN) y un profesor del Hospital Pediátrico de Centro Habana y se contó con la participación de más de 120 delegados.

Durante el Taller se constituyó la Comisión Técnica Asesora del Minsap en Epilepsia.

Cabe destacar entre los temas desarrollados, la defensa del enfoque preventivo para el abordaje de la epilepsia, con acciones que van desde el embarazo, la captación precoz, la identificación del riesgo preconcepcional y el seguimiento a la embarazada con epilepsia, donde la atención primaria juega un papel clave.

Vea el reportaje del periodista Abdiel Bermúdez para Canal Caribe.

Nuevo informe de la OPS sobre seguridad vial destaca avances lentos y desiguales en la reducción de las muertes por tránsito en las Américas

Un nuevo informe de la Organización Panamericana de la salud (OPS) sobre seguridad vial revela que, en 2021, los siniestros de tránsito causaron poco más de 145.000 muertes en la región de las Américas, lo que representa el 12 % de las muertes globales por esta causa. A pesar de algunos avances, la tasa de reducción de muertes en las vías ha sido lenta y desigual, lo que evidencia la necesidad urgente de políticas nacionales más fuertes e integrales.

El informe Salvar vidas promoviendo un enfoque de sistemas de tránsito seguros en las Américas se basa en los datos más recientes disponibles, recabados en 31 países y un territorio de la región, y es la quinta edición desde 2009. Debido al impacto de la pandemia en 2020, se compararon los años 2010 y 2021.

Según el estudio, la tasa de mortalidad por tránsito en las Américas disminuyó un 9,37 % entre 2010 y 2021, lo que refleja un progreso lento. Solo nueve países lograron reducir las muertes. A nivel de subregiones, América del Norte y el Caribe Latino han visto un aumento en las tasas de mortalidad. En contraste, el Cono Sur y la Zona Andina han logrado reducciones significativas.

«La seguridad vial sigue siendo un importante desafío para la salud pública en la región”, afirmó el doctor Jarbas Barbosa, Director de la OPS. «A pesar de los esfuerzos realizados, las cifras siguen siendo inaceptables. La seguridad vial no es solo un tema de infraestructura o legislación, es una cuestión de vida o muerte para millones. Es crucial que los países implementen medidas integrales para proteger a todos los usuarios de las vías, especialmente a los más vulnerables.»

Disparidades en las muertes y grupos más afectados

Alrededor del 37 % de las muertes por tránsito ocurren en países de ingresos altos, aunque estos países solo representan el 41 % de la población, el 57 % de los vehículos registrados y el 49 % del territorio. En cambio, los países de ingresos medianos-bajos, que tienen solo el 5 % de la población y el 3 % del territorio, concentran el 7 % de las muertes, a pesar de contar con solo el 1 % de los vehículos registrados.

Las víctimas fatales de siniestros viales son mayoritariamente hombres (79 %) y adultos jóvenes entre 18 y 44 años (54 %). Sin embargo, el impacto no se limita a las muertes. En 2021, más de 4 millones de personas sufrieron lesiones no fatales en la región, 638.620 de ellas graves y con consecuencias permanentes.

Usuarios vulnerables y el reto de las motocicletas

El reporte también destaca el impacto particularmente desproporcionado en los usuarios más vulnerables. Desde 2009 hasta 2021, las muertes de motociclistas, peatones y ciclistas han aumentado del 39 % al 47 % del total de muertes por siniestros viales. En 2021, los motociclistas representaron el 27 % de las muertes, los peatones el 17 % y los ciclistas el 3%. Esta tendencia contrasta con la leve disminución observada en la mortalidad de los ocupantes de vehículos de motor de cuatro ruedas.

Ricardo Pérez-Núñez, asesor regional en seguridad vial de la OPS, comentó: «La seguridad de los motociclistas sigue siendo una prioridad urgente. Para reducir este tipo de muertes, es fundamental mejorar la infraestructura vial, aplicar leyes más estrictas sobre el uso de cascos, cinturones de seguridad y la conducción bajo los efectos del alcohol, y promover prácticas de conducción más seguras».

Gestión institucional, infraestructura vial y vehículos más seguros

El informe destaca la necesidad de fortalecer la gestión institucional para mejorar la seguridad vial. Aunque algunos países han avanzado en políticas y marcos normativos, aún falta coordinación y capacitación en muchos casos.

En cuanto a la infraestructura, si bien varios países han mejorado las carreteras con medidas como zonas de protección para peatones y mejores señales, se requiere más inversión, especialmente en áreas rurales y con alta incidencia de accidentes.

Sobre vehículos más seguros, el informe resalta los beneficios de normas internacionales como el control electrónico de estabilidad y airbags. Sin embargo, la implementación de estas normativas sigue siendo insuficiente en algunos países, lo que limita su impacto.

Usuarios más seguros y respuesta posterior al siniestro

El informe también subraya la importancia de reducir comportamientos de riesgo, como el exceso de velocidad, el alcohol al volante y el uso del celular. Además, llama a reforzar el uso de dispositivos de seguridad como cascos y cinturones de seguridad.

Finalmente, en cuanto a la respuesta posterior al siniestro, aunque varios países han mejorado el acceso a servicios médicos y de rehabilitación, persisten disparidades en el tiempo de respuesta y cobertura, lo que exige una mejora en la infraestructura de emergencias.

La OPS hace un llamado a los gobiernos para que adopten un enfoque integral de «sistemas de tránsito seguros», que incluya mejoras en la infraestructura vial, el fortalecimiento de las leyes de tránsito y el aumento de la seguridad en los vehículos. Además, se subraya la importancia de la cooperación entre los sectores público y privado para enfrentar este problema de salud pública.

Descargue el informe desde aquí: Español; 132 páginas (8.695Mb).

La ciencia en los años duros

Estas notas han sido escritas en vísperas del 15 de enero (el Día de la Ciencia Cubana) de 2025, y cualquier reflexión, de prácticamente cualquier tema, para que sea útil y combativa, hay que ubicarla en el contexto, muy especial, del momento mundial y el momento cubano actual.

En el mundo es un momento en que un pequeño grupo de naciones “super-ricas”, y dentro de estas una oligarquía de personas “super-ricas”, además de riquezas indecentes, han acumulado poder político. El mundo ha visto con espanto a personajes vinculados a la nueva administración de Estados Unidos, hablar de retomar el control del Canal de Panamá, de absorber Groenlandia, de anexar Canadá, y de militarizar la política con los inmigrantes.

Hacia el exterior, ellos quieren el mundo bajo su control. Hacia el interior de Estados Unidos, quieren menores impuestos para los ricos y menor control democrático de la acumulación de riquezas (ya hoy en EE.UU. el 1 % más rico acumula más riquezas que el 90 % en la base de la pirámide), menor seguridad social y menor protección del medio ambiente.

En tal contexto, la nación cubana, más que a un bloqueo económico, se enfrenta a una guerra de reconquista, la que se les quedó pendiente desde la Enmienda Platt en 1901. Y nuestra batalla de defensa debemos darla en dos frentes (al menos) muy importantes: el de la ciencia y el de la cultura. Así lo dijo José Martí: “De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace. Ganémosla a pensamiento”.

¿Qué somos? La nación cubana no es una etnia, ni una religión única, ni una comunidad lingüística, ni un territorio conquistado a otros. No hemos llegado hasta aquí por procesos deterministas (“leyes”) o coyunturas de la historia. Somos una nación construida durante más de 200 años, con sacrificio, heroísmo y pensamiento, cohesionada por un proyecto de soberanía y justicia social.

La cultura, el acceso al conocimiento y a la capacidad de construir nuevo conocimiento (la ciencia) han estado siempre en las raíces de la nacionalidad cubana durante esos más de 200 años, y se sintetizan en el pensamiento de Félix Varela, de José Martí y de Fidel Castro.

Esa construcción histórica ha debido enfrentar siempre agresiones y dificultades. El proyecto de nación cubana y sus raíces éticas son los mismos, pero las amenazas y los desafíos han ido cambiando en cada momento. Quienes trabajamos en la ciencia tenemos que comprenderlos a fondo, para poder alinear eficazmente nuestros esfuerzos con las grandes tareas del momento, las cuales, es cierto que rebasan el espacio de la ciencia, pero también es cierto que contienen un componente grande de ciencia, tecnología e innovación, y no solamente en el campo de las ciencias naturales, sino muy especialmente en el campo de las ciencias sociales. Hay que continuar construyendo ese conocimiento sobre nosotros mismos y sobre nuestro tiempo.

Hoy en Cuba nos enfrentamos, al menos, a cinco grandes desafíos:

  • El desafío económico e industrial
  • El desafío alimentario
  • El desafío energético
  • El desafío demográfico y salubrista
  • El desafío cultural y de valores

No hay espacio en este breve artículo para discutirlos a fondo, pero quizás subrayar algunos de sus rasgos relevantes y tendencias pueda ayudar al lector a entender como conecta la ciencia, la tecnología y la innovación con la enorme diversidad de lo que hay que hacer.

La economía mundial ha cambiado mucho en las últimas décadas: ahora es mucho más global (economía interconectada) y mucho más tecnológica (economía del conocimiento). La economía cubana necesita crecer. No basta con ahorrar, ser eficientes, controlar y distribuir bien, hay que crecer en la producción de bienes y servicios; y especialmente de bienes y servicios que puedan cerrar su ciclo económico en las exportaciones y en la inserción en cadenas globales de valor. Esto quiere decir también bienes y servicios con un alto contenido de ciencia, tecnología e innovación.

El crecimiento es una función del capital que se genera con inversiones y de la cantidad de fuerza de trabajo, multiplicados por un factor que representa el cambio tecnológico. Inversiones no tenemos muchas y nuestra fuerza de trabajo siente hoy las presiones demográficas. La intensidad tecnológica de lo que hacemos es el factor que mejor podemos mover. Tarea para los científicos, los tecnólogos y los innovadores. Tarea que incluye la industrialización con tecnologías de la 4ª Revolución Industrial (la “Industria 4.0”, algunos les llaman “tecnologías profundas”) y el uso intensivo de la información y las comunicaciones.

Es una nueva industrialización, que ahora debe incluir en un lugar protagónico empresas basadas en la inteligencia artificial, el manejo masivo de datos, la biología sintética, la robótica, la “internet de las cosas”, los nuevos materiales, las nuevas formas de generar y almacenar energía, las nanotecnologías y otras ramas emergentes de la industria.

La producción de alimentos, dentro de los crecimientos productivos que necesitamos, es una tarea no solamente importante, sino también urgente. Y es un componente de la soberanía nacional. Ese crecimiento en la producción de alimentos hay que lograrlo con poca fuerza de trabajo rural, con suelos poco productivos, y bajo las presiones del cambio climático. De nuevo, es la tecnología el factor que está en nuestras manos mover, pero entendiendo como tecnología no solamente la que proviene de las ciencias naturales, sino también la que aborda los componentes sociales del sistema de producción y distribución de alimentos. Sin voluntad no es posible vencer, pero no avanzaremos solamente con la voluntad: hacen falta conocimientos nuevos.

La energía es lo que mueve la industria y el comercio en el mundo, y la pobreza energética es una de las grandes crisis de los países del sur, no solamente de Cuba. Los países del llamado “tercer mundo” donde vive el 80% de la población mundial, consumen solo el 25% de la energía. Lo sabíamos, pero también hay problemas nuevos. En la historia del siglo XX el crecimiento económico ha estado vinculado al crecimiento en el consumo de combustibles fósiles. Hoy son la fuente del 86% de la energía primaria que se consume en el mundo. La pospuesta industrialización del sur no puede repetir esa trayectoria.

Pero sabemos además que las energías renovables, en la forma en que las conocemos hoy, no tienen todavía capacidad de respuesta para lo que demandaría el desarrollo económico del sur. Este problema exige no solo transferencia de tecnología, sino también innovación “disruptiva” en la producción y el almacenamiento de energía, lo que no puede provenir de otra parte que de la investigación científica. Otra tarea más para los científicos y los tecnólogos.

El problema demográfico y salubrista también demanda pensamiento e innovación, empezando por el desafío de desentrañar sus causas, en las condiciones específicas de Cuba en el siglo XXI, en lo cual la función de las ciencias sociales, y en especial las ciencias de la salud, es determinante. El cambio demográfico en Cuba nos lleva a una “pirámide invertida” (más viejos que jóvenes) que tiene grandes y diversas consecuencias. Una de ellas es la estructura de la morbilidad y la mortalidad, ahora a expensas de las llamadas “enfermedades crónicas no-trasmisibles” (cáncer, enfermedades cardiovasculares y neurológicas, diabetes, etc.) que reclaman tratamientos más complejos y de mayor duración; y esto ocurre precisamente en el momento en que los costos de los medicamentos y de la atención médica se disparan en el mundo, presionados por las leyes del mercado.

Esa disociación, al menos en su magnitud actual también es algo nuevo. Las enfermedades infecciosas y la mortalidad infantil aprendimos a enfrentarlas con éxito, pero ahora vamos a necesitar nuevo pensamiento científico y nuevas estrategias en la salud pública y en las industrias vinculadas a la salud, para responder al crecimiento de las enfermedades crónicas en una población envejecida. Estas patologías dependen mucho de estilos de vida y no es posible abordarlas solamente desde el reduccionismo propio de las ciencias naturales: exigen una participación cada vez mayor de las ciencias sociales. Aquí hay también caminos propios que construir, demandantes de ciencia, tecnología e innovación.

La amenaza a la cultura y los valores atraviesa y complejiza todos los problemas mencionados. Son retos que no se pueden enfrentar “con las armas melladas del capitalismo” (como nos decía el Che), ni con ingenuidades pasivas ante las deformaciones (las espontáneas y las diseñadas) a las que nos conducen los tsunamis de banalidades, noticias falsas, deconstrucciones históricas, apelación a reflejos primitivos, y celebración de individualismos, y a donde nos llevan las industrias de la desinformación y las llamadas “redes sociales” (más bien antisociales).

Habrá que emprender esta tarea en un contexto de crecientes conexiones económicas, políticas, mediáticas y culturales con el mundo en toda su diversidad, las cuales pueden ser enriquecedoras, pero también retadoras y pueden operar diluyendo la cultura cubana. Igualmente, a lo que sucede con los combustibles fósiles y la industria, los modelos del siglo XX ya no bastan para los retos del siglo XXI.

Este desafío ha crecido a tal velocidad que ya no es posible encontrar referentes históricos válidos sobre cómo enfrentarlo (el campo socialista europeo no los encontró). Nos demandará mucha creatividad y muchas conexiones con nuestras propias raíces históricas, que no pueden ser construidas por nadie más que por nuestros científicos sociales, educadores y comunicadores. De ello depende también la propia ciencia: las aptitudes cognitivas humanas solo pueden desarrollarse en el seno de una cultura que las produjo, las preservó y las trasmitió.

A estos cinco desafíos habría que sumar un sexto, que los atraviesa a todos, que es el desafío de la gestión de la ciencia, la tecnología y la innovación.

Necesitaremos más ciencia, mucha, pero no basta tampoco con “sembrar ciencia”. También hay que llevar la creatividad científica hasta la solución de problemas concretos, y ese camino pasa no solamente por las instituciones académicas y las universidades: pasa también por las empresas, principalmente por las empresas estatales.

Y tendremos que encontrar con mucha creatividad, formas novedosas de financiar la ciencia, la tecnología y la innovación, de conectarlas con el mundo empresarial cubano y con el exterior, haciendo crecer el componente de productos y servicios de tecnología alta y media en nuestras exportaciones.

Nuestros centros científicos y universidades tienen que involucrarse más directamente en el proceso de transformación productiva. Esa tarea contiene componentes nuevos y en contextos nuevos.

El mismo objetivo del fortalecimiento de la empresa estatal socialista, del que depende la base económica del socialismo, y en última instancia también la justicia social, además de comprensión y voluntad política, requiere pensamiento científico e innovación. La combinación eficiente entre una propiedad centralizada en manos del pueblo, representado por el Estado, y una gestión descentralizada y flexible es un problema todavía no resuelto por las ciencias económicas, ni siquiera en el plano conceptual.

Retador también será encontrar las formas de gestión de las nuevas pequeñas y medianas empresas estatales de base tecnológica, que están llamadas a ser un dispositivo conector entre la ciencia y la economía. Tendrán que surgir nuevos actores económicos, pero más allá de eso, necesitaremos desplegar creatividad en los mecanismos de conexión entre esos actores. No es suma sino integración. Es nada menos que un despliegue creativo de nueva institucionalidad.

Ha sido siempre así en otras tareas. El objetivo de elevar los indicadores de salud implicó desde los años 60 el desarrollo de instituciones para eso: universidades de ciencias médicas, hospitales, policlínicos, institutos de salud, programa del médico de la familia, industrias de la salud etc. El objetivo de garantizar educación masiva y de calidad implicó también un despliegue de nuevas instituciones: escuelas, universidades, institutos pedagógicos, escuelas de arte, contingentes de maestros, etc.

Durante décadas Fidel se dedicó “con delectación de artista” a la creación de esas instituciones.

La conexión de la ciencia con la economía, la construcción de una economía basada en el conocimiento y la inserción de la economía cubana en la economía mundial demandarán cada vez más un despliegue de nuevas empresas para construir esas conexiones. Y esas empresas deberán construir, como exigen las tecnologías de hoy, redes de inserción internacional distribuida, desde la propia empresa.

En junio de 1892, preparando la Guerra Necesaria, José Martí decía en una carta dirigida a los presidentes de los clubes revolucionarios en Cayo Hueso: “La obra es de ahora, y extraordinaria, y hay que atenderla ahora, con un esfuerzo extraordinario”.

Digámonos nosotros eso mismo en este Día de la Ciencia de 2025.

Por: Agustín Lage Dávila.

El Gobierno de los Estados Unidos publica el primer plan nacional de Una Sola Salud para proteger a las personas, los animales y nuestro ambiente de las amenazas para la salud compartidas

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el Departamento de Agricultura (USDA) y el Departamento del Interior (DOI) de los Estados Unidos dieron a conocer el pasado 10 de enero el primer Marco de trabajo nacional de Una Sola Salud para abordar las enfermedades zoonóticas y avanzar en la preparación de salud pública en los Estados Unidos.

Una Sola Salud es un enfoque colaborativo, multisectorial y transdisciplinario que busca mejorar la salud de los seres humanos, los animales y el ambiente mediante el reconocimiento de sus estrechas conexiones. El enfoque de Una Sola Salud provee de manera importante un marco de trabajo para explorar amenazas para la salud compartidas entre las personas y los animales, tales como la COVID-19, la viruela símica (mpox), la influenza (gripe) aviar y el ébola, entre otros.

Por orden del Congreso en la Ley de Presupuesto Consolidado del 2023, los CDC, el Departamento de Agricultura y el Departamento del Interior crearon este marco de trabajo para abordar las enfermedades zoonóticas y avanzar en la preparación de salud pública en los Estados Unidos. Los CDC, el USDA y el DOI son responsables de proteger la salud pública, la salud de los animales domésticos, y la salud silvestre y ambiental, respectivamente, y como tales son representantes de sectores clave de Una Sola Salud para el Gobierno estadounidense.

Estas tres agencias a través de la historia han abordado asuntos de Una Sola Salud y trabajan para ayudar a controlar las enfermedades zoonóticas que afectan tanto a las personas como a los animales. El marco de trabajo busca fundamentar la colaboración de Una Sola Salud dentro del Gobierno de los Estados Unidos durante los próximos cinco años, al describir una visión y misión comunes, así como metas comunes para los colaboradores federales clave que participen en la implementación del enfoque de Una Sola Salud para abordar las enfermedades zoonóticas dentro de este país.

Al crear este marco de trabajo, el Gobierno estadounidense está ayudando a garantizar que se sienten las bases para una respuesta eficaz contra las enfermedades en el futuro, de manera que podamos estar mejor preparados para la próxima amenaza posible. Para obtener más información sobre Una Sola Salud y la coordinación federal de los esfuerzos de Una Sola Salud, visite: https://www.cdc.gov/one-health/php/about/federal-one-health-coordination-1.html.

Las noticias favoritas de 2024 para Science

Desde los misteriosos círculos en el espacio profundo hasta lo que nuestras mascotas podrían hacernos después de morir, este ha sido otro gran año para las noticias científicas sorprendentes y fascinantes. A continuación, encontrará un resumen de algunas de las favoritas: una mezcla de artículos que el equipo de trabajo de la revista Science apreció más y aquellos que ejercieron mayor impacto entre los lectores. Las investigaciones que divulgan estas noticias pueden no cambiar el mundo (para profundizar en ello, consulte Breakthrough of the Year), pero muchas fueron historias exclusivas contadas por primera vez en esta sección. Le invitamos a ver esta selección:

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