Reconocimiento

Doctor Rolando Montero: Héroe del Trabajo al servicio de la vida

Orden, limpieza y carteles dedicados a los líderes de la Revolución resaltan al llegar al Hospital Dermatológico “Dr. Guillermo Fernández Hernández-Baquero”, ubicado en El Rincón, en las afueras de La Habana.

“Es martes y tocaba chapear. Disculpen el ruido. Aquí quien llega encuentra el hospital en su ajetreo cotidiano”, afirma al recibirnos el doctor Rolando Montero Díaz, director de la institución e impulsor de muchas de sus transformaciones recientes.

El hospital es el único en Cuba con un santuario dentro: el dedicado a San Lázaro. En este espacio conviven la fe y la obra revolucionaria, con vínculos afianzados actualmente, en buena medida, gracias al liderazgo del doctor Rolando.

Una gran bandera cubana cuelga tras el escritorio de su oficina. En el lado opuesto de la habitación, una fotografía recuerda un encuentro con Fidel, décadas atrás.

“Nos preguntan cómo el hospital ha mejorado en estos años. Nuestra filosofía de trabajo es que, si se quiere resolver un problema, debemos movilizarnos y buscar mecanismos de solución. La pasividad y el acomodamiento llevan a la mediocridad, que es lo opuesto al desarrollo”, señala, con sentido de la práctica, el Doctor en Ciencias de la Salud.

Desde que dirige el Hospital Dermatológico, hace cinco años, ha crecido la cultura del detalle en la institución. Se han reparado áreas en mal estado constructivo, se crearon nuevas consultas, y se colocó una estancia para recibir a los pacientes que llegan, aunque no tengan turno, porque la premisa es que nadie se vaya sin atención.

Las mejoras trascienden los muros del centro. Hace más de un año el hospital ejecuta un proyecto de desarrollo local en conjunto con organismos de la agricultura, para producir alimentos que beneficien a los pacientes, trabajadores y a la comunidad.

“Aquí tenemos casas de cultivo, un campamento juvenil agrario y estamos terminando una minindustria. Atendemos a personas vulnerables y, más adelante, esperamos beneficiar a toda la comunidad de El Rincón”, comenta el galeno. Por estos y otros esfuerzos, el hospital fue reconocido como institución Colectivo Moral.

La labor de su director también ha sido distinguida. En abril último recibió el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, un reconocimiento a su tenacidad y méritos en 32 años de trayectoria profesional.

“Cuando me dieron la orden pensé en mis maestros, desde la primaria hasta la universidad; en los colectivos laborales de los que he sido parte, en el ejército de batas blancas y en mis compañeros del Hospital Dermatológico. Estos resultados nos deben recordar cuánto hemos aprendido de los otros, y nos deben remontar a nuestras raíces”, asegura.

El doctor Rolando Montero nació en la playa El Caimito, un pueblo de pescadores de la geografía mayabequense, perteneciente al municipio San Nicolás de Bari. Recuerda su infancia como un tiempo feliz, pero la Medicina nunca pasó por su mente en esa época.

“Soy el primer médico de la familia. En mi niñez no tuve mucha relación con la salud. No fue hasta empezar en la escuela vocacional Vladimir Ilich Lenin que comenzó a definirse mi vocación por la carrera”, recuerda.

Entre otras opciones, escogió la Medicina como un modo de vida, una posibilidad de servir al otro y sacar una sonrisa. “Las personas suelen venir enfermas, con problemas y alta sensibilidad para quejarse. No hay nada mejor que devolverles la salud y la tranquilidad”.

De las tareas más importantes que ha desempeñado en estos años, destaca la dirección de un centro de aislamiento durante la pandemia de covid-19.

“Fui de los primeros médicos que entraron a dirigir una instalación de ese tipo. Ahí estuve alrededor de 10 meses. Luego me incorporé a la brigada 53 del contingente médico “Henry Reeve”, que viajó a Azerbaiyán para combatir la pandemia”.

Tres meses después, al regresar de la misión, dirigió el Centro de Dirección de la Vacunación en La Habana, encargado de coordinar la administración a la población capitalina de las vacunas contra la covid-19.

“La pandemia ha sido uno de los mayores retos de la salud pública, porque trajo mucha incertidumbre. Para mí es un honor haber sido parte de un gran equipo de profesionales y de un sistema de salud robusto, que logró controlar la enfermedad con vacunas propias”.

El doctor confiesa que la covid-19 le sirvió para crecer en todos los sentidos. “Te haces mejor persona, porque comprendes que eres un servidor, y debes subordinar tus cuestiones personales al cumplimiento del deber”. En ese tiempo, tras su ausencia de casa, uno de sus hijos estuvo cuidando a su abuelo paterno casi dos años.

Otra de las misiones que recuerda con especial cariño es la de Timor Leste, país al que Fidel prometió formar mil médicos. El doctor Rolando fue jefe de esa misión entre 2012 y 2016, y fue merecedor de la Medalla al Mérito por la contribución al pueblo timorense y a la humanidad.

“A día de hoy, Timor Leste cuenta con más de mil médicos formados por Cuba y es uno de los países con más galenos por habitantes del sureste asiático. Haber contribuido a la transformación de este sistema sanitario es una gran satisfacción”, dice.

Durante su trayectoria profesional también cumplió diferentes tareas en el Ministerio del Interior. Además, fue director del Hospital Clínico-Quirúrgico Docente Freyre de Andrade, y ocupó igual responsabilidad en el Hospital Universitario Julio Trigo y en el Miguel Enriquez.

Aunque muchos señalan el sacrificio de su profesión, el doctor asegura que nada se compara con la alegría de salvar una vida. Si se le pregunta por una anécdota que recuerde con especial cariño, no cuenta la de los viajes o las distinciones; regresa, en cambio, a la esencia de devolver el bienestar a los demás.

“Hace unos años llegó al hospital “Miguel Enriquez” un muchacho con heridas por armas blancas en los pulmones. Estaba muy grave y los familiares fueron a verme, desesperados. Les transmití confianza y creamos un equipo multidisciplinario para atender al joven. Hace poco se me acercó una señora y me dijo: ‘¿Usted es el doctor Rolando? Quiero darle las gracias, porque por usted mi niño está vivo’. Para mí, eso es lo más importante”.

El galeno destaca la gratitud a la Revolución, por permitirle contemplar la Medicina como oportunidad profesional. “Me tocó iniciar el camino en la familia. Luego mi hija mayor se hizo médico, mi sobrina y un primo”.

Recordando estas más de tres décadas de labor, afirma: “Hemos tratado de hacer lo que nos ha correspondido en cada momento, en lo individual y lo colectivo. Pero también hay insatisfacciones. Ningún médico puede estar tranquilo cuando aún quedan enfermedades como el cáncer y otras, que son retos para los sistemas sanitarios. A veces las cosas no salen como esperamos, y los resultados que quisiéramos a corto plazo se demoran en aparecer. Pero trabajar para mejorar la calidad de vida de los demás es lo más importante”.

Ese último, confiesa, es el motivo que lo levanta cada día. “Saber que de ti depende la salud de muchas personas es el motor para prepararnos más, crecer, brindar mejor atención y buscar soluciones. Es de los impulsos más grandes de un ser humano que aspire a ser buena persona y buen profesional”.

Desde fuera de la oficina, una voz indica al doctor que llegaron las lámparas que gestionó para el alumbrado del hospital. Termina nuestro diálogo con una cordial despedida y lo llama el deber de poner manos a la obra. Este Héroe del Trabajo no ve descanso donde queden asuntos pendientes.

El sector de la salud celebra el Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores

La celebración de este Primero de Mayo en Cuba fue precedida por emotivas jornadas, entre las cuales estuvo la imposición de condecoraciones y títulos honoríficos a trabajadores y colectivos destacados, en presencia de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la ceremonia oficial que tuvo lugar el pasado lunes 29 de abril.

En dicho acto también estuvieron presentes los miembros del Buró Político Esteban Lazo Hernández, presidente del Parlamento cubano; Manuel Marrero Cruz, primer ministro; Roberto Morales Ojeda, secretario de Organización del Comité Central del Partido; y Ulises Guilarte de Nacimiento, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba.

Entre los condecorados también recibieron los títulos honoríficos de Héroe del Trabajo, y la Orden Lázaro Peña en Primero, Segundo y Tercer Grado, trabajadores de destacada trayectoria del sector de la salud, así como la clínica internacional Siboney, cuyo colectivo laboral fue merecedor de la Medalla Jesús Menéndez.

A propuesta del Secretario General de la CTC, el Presidente de la República, en ejercicio de sus atribuciones, otorgó, según el Decreto Presidencial No. 804, el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba a los siguientes trabajadores de nuestro sector:

—Rolando Montero Díaz, Doctor en Ciencias de la Salud, Director del Hospital Dermatológico Dr. Guillermo Fernández Hernández-Baquero, institución Colectivo Moral y líder del proyecto agropecuario integral Finca El Rincón de La Habana.

—Teniente coronel de la reserva Alfredo Antonio Hernández Martínez, Doctor en Ciencias Médicas, Profesor Titular, primer vice director general del Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas CIMEQ, de La Habana.

—Coronel Juan Carlos Martín Tirado, Doctor Especialista de Primer y Segundo Grado en Ortopedia y Traumatología. Prestó servicios en Pakistán cuando los grandes daños ocasionados por el terremoto. Director del Hospital Militar de Matanzas.

—Caridad Piloto Hernández, técnica en Servicios Farmacéuticos, especialista de Medicina Natural y Tradicional de la Dirección Municipal de Salud en San Cristóbal, Artemisa. Ha tenido una destacada participación en jornadas científicas y programas nacionales de medicamentos.

—Coronel Ariel Luis Soler Muñoz, Médico Especialista de Primer Grado y Profesor Consultante en Anestesiología y Reanimación. Brindó aseguramiento médico al Comandante en Jefe durante más de cuatro décadas.

Ayer 30 de abril, en el Ministerio de Salud Pública de Cuba se homenajeó a una representación de estos compañeros, a los que se suman otros prestigiosos trabajadores de nuestro sector que también han sido condecorados en actos realizados en todas las provincias del país.

A todos ellos, lleguen también nuestras más sinceras felicitaciones.

Este año, la sede central del acto por el Primero de Mayo es la Tribuna Antiimperialista “José Martí”, donde los trabajadores demandarán el cese del bloqueo económico estadounidense y la exclusión de la isla de la ilegal lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo.

Fuentes:

¡Gracias, Doctor Balmaseda!

Roberto José Balmaseda Manen

¿Por qué las lágrimas al recibir el Premio al Mérito Científico por la obra de toda la vida?, le preguntó Infomed y él reaccionó al instante: «Me emocionó pensar en que hasta ahora en el mundo de la ortopedia cubana, solamente le han conferido éste título a mi profesor y padre Alfredo Ceballos… y porque a veces lo entregan casi al morir». Y rió con resuelto tono de picardía.

Quien así se confiesa es el Doctor Roberto Balmaseda Manent, uno de los médicos más internacionales de Cuba, a razón de que ha tenido la oportunidad de operar en países como México, Argentina, Perú, Guatemala, Angola, Tanzania, Venezuela, Estados Unidos, Francia, República Checa, Japón e Inglaterra.

Para él lo más interesante y aportador de tales experiencias ha sido compartir con cirujanos de otras culturas. Para nosotros quizás haya algo más en eso, algo que roza con el orgullo nacional y con el prestigio que ha ganado la escuela cubana de medicina, algo que nos dignifica y hasta conmueve.

Nuestro entrevistado fue uno de los fundadores en Cuba de la Operation Walk, una organización humanitaria médica de voluntarios, fundada en 1996, que cuenta con 20 equipos que han realizado más de un centenar de misiones en 25 países, incluyendo nuestro país, y han atendido a miles de personas en el mundo.

De pequeño era sólo Robertico, el menor de dos hermanos nacidos en San Antonio de los Baños, hijos de la maestra Nydia y de Diego, el ginecólogo del pueblo. Su sueño siempre fue ser médico, y eso lo consiguió en 1977. Ni siquiera sus resultados como deportista de alto rendimiento opacaron una pasión que primero le inclinó por la cirugía, pero que se definió cuando su hermano, que hacía Ortopedia y Traumatología, le invitó a ver operar al Profesor Julio Martínez Páez. «Ese día giró el rumbo de mi vida hacia el arte de la ortopedia» y lo dice con la nostalgia de fiesta.

Dr. Balmaseda Manent durante cirugía.

Hoy este Especialista de II Grado en Ortopedia y Traumatología, Doctor en Ciencias, Profesor e Investigador Titular y Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba, nunca ha podido separar o definir si le gusta más tratar a niños o adultos, porque su gran propósito es ayudar.

Y luego sí es directo: «La especialización dentro de la especialidad que más disfruto es la cirugía del pie». Todo a partir de que ha introducido, con excelentes resultados, una técnica quirúrgica para la corrección de lo que comúnmente conocemos como «pie plano»: el pie valgo evolutivo de la infancia.

Su proyecto científico más reciente es la primera prótesis cubana de cadera. Surge por la necesidad de solventar la escasez de estos implementos, debido al férreo bloqueo impuesto por los Estados Unidos y ya ha beneficiado a más de 300 pacientes con muy buenos resultados. También así surgió el fijador externo plástico circular para tratar fracturas, el cual fue premiado en la Clínica Mayo, de Estados Unidos y en Japón; o el fijador externo lineal de plástico para tratar las fracturas de cadera, nacido en plena pandemia de COVID-19, cuando no se contaba con suficientes niveles de sangre para operar y no se podía usar anestesia general ni espinal.

Si alguien le pregunta qué es lo que más dolor le causa él responde que «no poder lograr el éxito deseado, es devastador». Si pensamos en algo que le falta por hacer nos sorprende: «creo que estoy comenzando, trataré de aprovechar lo que me queda por vivir para adquirir conocimientos y poder ayudar a más personas». Si de satisfacciones más personales intentáramos saber: «citaría a mis 6 hijos, de los cuales tres son médicos y uno de ellos ortopédico».

Si nos dijera las máximas por las que rige su vida, se permite recordar algunos de los Consejos de Esculapio, que íntegramente recibió de su padre: «Piensa mientras estás a tiempo; pero si, indiferente a la fortuna, a los placeres de la juventud; si sabiendo que te verás solo entre las fieras humanas, tienes un alma bastante estoica para satisfacerse con el deber cumplido sin ilusiones; si te juzgas bien pagado con la dicha de una madre, con una cara que sonríe porque ya no padece, o con la paz de un moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte; si ansías conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su destino… ¡hazte médico, hijo mío!».

Para él, el premio recién otorgado por el Ministerio de Salud Pública, ha sido «una emoción no esperada y un compromiso a superarme y aportar más a la salud de mi pueblo. Para mí ser médico es un privilegio».

Por: Mylenys Torres.

¡Gracias, Doctor Más Bermejo!

El Doctor Pedro Más Bermejo no recogió el Premio al Mérito Científico por la obra de toda la vida, otorgado hace unos días por el Ministerio de Salud Pública de Cuba. Coincidió que por esta fecha cumple deberes de Profesor Adjunto en la Universidad norteamericana de Tulane. La responsabilidad y el orgullo recayeron entonces en la esposa Cristina (según él su revisora y animadora constante) y en el hijo Alejandro, quien decidió seguir los pasos de ambos y convertirse en médico… aunque, en el reconocimiento por supuesto que hay parte para el hijo mayor, que también apoya a papá desde su formación de informático.

En casa bien saben que el camino no ha sido fácil: «el Instituto de Investigaciones Básicas y Preclínicas Victoria de Girón, la Escuela de Medicina de Villa Clara, el postgrado en Manicaragua, el Hospital de Trinidad, el curso en la URSS, la dirección de Salud en Sancti Spiritus y en el Instituto Nacional de Higiene y Epidemiología, el Doctorado en Praga, (…) y por encima de todo, la resuelta y definitiva decisión de dedicarse a la Epidemiología».

La retrospectiva que tan amablemente accede a hacer hoy, en exclusiva para Infomed, el Doctor Más Bermejo no transcurre apartada de su voz reposada y segura, ni de la humildad que transmite cuando habla de sus profesores, su principio de «aprender haciendo», o su participación activa en el enfrentamiento a diferentes brotes epidémicos que han afectado al país.

Tanto el dengue como la meningoencefalitis bacteriana como la neuropatía, entre otros males, encontraron en nuestro entrevistado un feroz adversario y un estudioso elocuente. De modo que su experiencia le valió ¡y mucho!, para conducir el Grupo Coordinador de Epidemiología y Modelación, integrado por 12 expertos de diversas ramas de la ciencia contra la COVID-19, una obra de la que habla satisfecho porque fue vital y efectiva para ganarle la batalla al virus.

«La integración lograda entre los sectores de la Biotecnología y la Salud Pública fue la gran fórmula del éxito, que será capaz también de enfrentar nuevos escenarios con audacia». Lo dice con un convencimiento tajante, como si estuviera listo para un próximo combate, o una próxima victoria.

Entiendo pues a los decisores de que este Doctor en Medicina y en Ciencias Médicas, Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba, integrante de disímiles organizaciones sanitarias de renombre mundial, con varios libros y más de 150 artículos científicos publicados en revistas nacionales e internacionales, todo un ícono de la Epidemiología cubana haya sido acreedor del Premio al Mérito Científico por la obra de la vida.

Gracias Cristina, Alejandro y Pedro Ernesto por apoyarlo. ¡Gracias por su pasión, Doctor Más Bermejo!

Por: Mylenys Torres.

¡Gracias, Doctora Consuelo!

Hace unos días el Ministerio de Salud Pública de Cuba distinguió a tres personalidades del sector con los Premios al Mérito Científico por la obra de toda la vida. Infomed se honra con contar parte de sus historias de consagración y entrega.

Hoy: la de la Dra. Consuelo Milagro Macías Abraham.

La escucho, y su voz me recuerda que no es una mujer común, con un destino común ni un pasado común. La imagino como la conocí, con cabellos caoba, bata blanca y el desvelo por terminar la entonces «nueva sede» del Instituto de Hematología e Inmunología, que dirigió durante años.

Desde ese instante en el que la vi, rodeada de anhelos y de coraje para superar obstáculos, intuí que siempre había querido ser médica. Luego supe que había crecido en un hogar donde la mamá era enfermera, la tía doctora y el papá, el respetado Profesor Dr. Ignacio Macías Castro, quien diseñó el Primer Programa para el Control Comunitario de la Hipertensión Arterial, aprobado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Era fácil adivinar que tanto la hermana como ella se iban a decidir por la medicina y la investigación. Ahora ya son más de 4 décadas como Especialista de II Grado en Inmunología, es Profesora Titular y Consultante y Dra. en Ciencias Médicas desde 2004, Académica Titular y de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba, directora de la Revista Cubana de Hematología, Inmunología y Hemoterapia y jefa del Grupo Nacional de Inmunología del MINSAP. También pertenece a la Asociación Latinoamericana y Caribeña de Inmunología y la Europea de Inmunodeficiencias Primarias, entre otras prestigiosas sociedades médicas.

Nuestra premiada es autora del desarrollo de la vacuna antiSARSCoV-2 Soberana PLUs en Cuba, ha investigado acerca de la inmunología del trasplante hematopoyético y renal, las moléculas de adhesión en la respuesta inmune y el endotelio vascular en enfermedades con síndrome vaso-oclusivo, como la cardiopatía isquémica y la anemia drepanocítica.

La Dra. Consuelo con mujeres inmunólogas premiadas, presentes en el acto

Se ha dedicado además al estudio inmunológico en enfermedades hematológicas y al diagnóstico inmunológico de hemopatías malignas e inmunodeficiencias primarias.

Toda una obra a respetar, merecedora de un premio que le hace pensar en su padre, en quien fuera su esposo: el prominente hematólogo José Manuel Ballester, y en su hija, una muchacha con unos valores y una carrera ya dignos de admirar.

Por todo entonces: ¡Gracias, Doctora Consuelo!

Por: Mylenys Torres

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