Archivos Anuales 2025

Taller “Miradas multidisciplinarias al envejecimiento y las personas mayores”. Del 26 al 30 de mayo, en La Habana

La II Edición de la Convención Científica Internacional Saber UH 2025, convoca al Taller “Miradas multidisciplinarias al envejecimiento y las personas mayores” como parte del I Simposio Internacional de Estudios sobre Población y Desarrollo: La dinámica demográfica en contexto, que se desarrollará del 26 al 30 de mayo de 2025.

Participarán las instituciones, proyectos e investigadores del ámbito universitario, que tributen a la promoción del envejecimiento activo y saludable, a la atención de las personas mayores, su protección jurídica, estudios sociodemográficos, los cuidados a corto y largo plazo, el bienestar psicológico, la educación a lo largo de la vida, diseño, entornos amigables, participación de las personas mayores en la comunidad, el uso de tecnologías, imagen de la vejez en los medios, género, las buenas prácticas, así como, programas y experiencias en la formación de profesionales vinculados al tema del envejecimiento.

Coordinadoras:

  • Dra. Joanna Pereira – Facultad de Derecho / joannapp17@gmail.com (Jefa del Proyecto “Envejecer con dignidad”)
  • M.Sc. Teresa Orosa-  Facultad de Psicología / teteorosa@gmail.com (Presidenta de la Cátedra del Adulto Mayor)

Importante: Los resúmenes se subirán al sitio web del evento durante la inscripción

Fecha límite para la inscripción: 10 de marzo 2025 por la página web del evento.

Este taller constituye una expresión de los aportes universitarios desde muy diversos perfiles profesionales a la investigación y estrategias de atención al envejecimiento, la vejez y las personas mayores. Es, sin dudas, una contribución de integración de saberes universitarios a la Década del Envejecimiento Saludable, declarada por las Naciones Unidas.

Encuentra más información en en sitio web del evento.

No todo es el IMC: expertos proponen repensar el concepto de obesidad

El propio concepto de obesidad como enfermedad asumido como cuestión dicotómica de blanco o negro, tiene muchos detractores. Hay quienes postulan que este problema de salud se despliega “en una escala de grises” y que la medida que define quién es obeso o no deja de tener en cuenta parámetros como sexo, etnias y la composición de grasa y músculo que definen el peso.

En esa línea, una comisión global, respaldada por más de 75 organizaciones médicas de todo el mundo, llamaron a repensar el concepto de obesidad y publicaron este manifiesto en la revista científica The Lancet Diabetes & Endocrinology. En concreto, dicen que se necesita un “cambio radical” y una diferenciación de criterios para definir quién necesita un tratamiento farmacológico.

El escrito critica la vigencia absoluta del Índice de Masa Corporal (IMC), la ecuación que determina quién es obeso o no. Porque en la medicina moderna, con sofisticados aparatos que miden la composición corporal, y la forma en la que el exceso de peso puede afectar nuestra salud, esta fórmula es insuficiente.

Por otra parte señalan que a quienes tienen enfermedades asociadas con su peso se les debe diagnosticar “obesidad clínica”, pero a los que no tienen problemas de salud más allá del sobrepeso se postula la categoría de “obesidad preclínica”.

Por tanto, el manifiesto insta a reformular el concepto de obesidad ante los pacientes que ya padecen una enfermedad y los que siguen sanos pero corren el riesgo de desarrollarlas en el futuro.

IMC versus abordaje más amplio

El índice de masa corporal o IMC se obtiene dividiendo el peso de una persona por su altura al cuadrado. Si el resultado es superior a 25, el paciente tiene sobrepeso. Si pasa del 30, se clasifica como obeso. En muchos países, superar este número es el que marca el acceso a tratamientos como el semaglutide.

Pero el IMC no tiene en cuenta la composición de ese peso, que puede provenir de un exceso de grasa o de músculo. Tampoco marca que la grasa más peligrosa es la que está alrededor de la cintura y de los órganos. Otra de las críticas que posee es que estuvo pensando para pacientes caucásicos y tiene una mirada sobre las diferentes etnias.

El texto de la comisión propone acabar con estas injusticias combinando el IMC con medidas de grasa corporal (por ejemplo, perímetro de cintura o medición directa de grasa) y hasta 18 criterios para analizar los signos de enfermedad y hacer un diagnóstico diferencial.  El objetivo es diagnosticar quién es obeso y quién no de forma mucho más precisa y utilizar recursos en quienes realmente lo necesitan.

En concreto, los expertos abogan por un nuevo modelo que tenga en cuenta los signos de obesidad que afecten a los órganos del cuerpo (como cardiopatías, diabetes tipo 2 y dolor articular, entre otros), como indicadores de que la obesidad se ha convertido en una enfermedad clínica y necesita tratamiento farmacológico.

Lea el texto completo en:

No todo es el IMC: expertos proponen repensar el concepto de obesidad. IntraMed. Noticias médicas – 17 de enero de 2025 (debe registrarse en el sitio web).

Los ritmos circadianos influyen en que los adolescentes coman más al final del día

Los adolescentes comen más al final del día y aquellos con obesidad ingieren más calorías en ese periodo que los que tienen un peso saludable, un comportamiento que, según un nuevo estudio, se ve influido por los ritmos circadianos, el reloj interno del organismo.

Este descubrimiento abre una puerta a posibles intervenciones que puedan mejorar la salud de los adolescentes en el futuro, según un estudio de científicos estadounidenses que publica PNAS. Las causas de la obesidad son complejas y en ellas influyen muchos factores, los científicos siguen sin estar seguros del papel del sistema circadiano (el reloj biológico) en la configuración de los patrones alimentarios.

El estudio revela una relación distinta entre los ritmos circadianos, el peso y los hábitos alimentarios de los adolescentes, un grupo de edad vulnerable cuyos patrones alimentarios influyen en su salud a lo largo de toda la vida. Los resultados mostraron que los cambios en el sistema circadiano a lo largo del día y la noche influían significativamente en el consumo de alimentos, según los investigadores de la Universidad Brown y del Hospital Mass General Brigham.

Durante la investigación, en los tres grupos analizados -divididos en función del índice de masa corporal- la ingesta de alimentos alcanzó su punto máximo al final del día y el mínimo por la mañana. Los adolescentes de los grupos de obesidad y sobrepeso consumieron muchas más calorías en la noche circadiana que los del grupo de peso saludable, si bien no hubo diferencias significativas en el tiempo total de sueño entre los grupos o dentro de ellos a lo largo de los ciclos de sueño.

El sistema circadiano está compuesto por ‘relojes’ en prácticamente todos los órganos, tejidos y células, que preparan la biología y el comportamiento para adaptarse a las exigencias cambiantes a lo largo del ciclo día/noche. Su influencia difiere entre las personas debido a una combinación de factores genéticos, conductuales y ambientales. El estudio se realizó con 51 voluntarios de entre 12 y 18 años a los que se sometió a ciclos de sueño y vigilia de 28 horas -un poco más largos que un día típico de 24 horas- y permanecieron en un entorno controlado de luz tenue mientras estaban despiertos y en completa oscuridad durante el sueño.

Los participantes permanecieron en el mismo espacio durante todo el estudio, que duró 11 días y 10 noches. Para controlar las influencias externas sobre el ritmo circadiano, los investigadores eliminaron todas las señales horarias externas del entorno del laboratorio, incluidos los relojes y el acceso a la luz natural.

Los adolescentes tuvieron seis oportunidades para comer a horas fijas durante el episodio de vigilia, con un menú estandarizado y podían consumir en esos momentos tantos alimentos como quisieran. Los resultados mostraron que los cambios en el sistema circadiano a lo largo del día y la noche ‘influían significativamente en el consumo de alimentos’, según la Universidad de Brown. Además se trata de la primera investigación que ‘demuestra que la propia ingesta de alimentos está regulada por nuestro reloj corporal interno’, en palabras de Frank Scheer, uno de los firmantes.

Los investigadores indicaron que se necesitan estudios futuros para determinar si la afectación del control circadiano de la ingesta de alimentos contribuye a los cambios de peso, si los cambios de peso repercuten en el control circadiano de la ingesta de alimentos, o una combinación de ambos.

Leer el texto completo del artículo en:
D.H. Barker, M.A. Carskadon, C. Gredvig-Ardito, C.N. Hart, H.A. Raynor, & F.A.J.L. Scheer. Independent effects of the human circadian system and sleep/eating cycles on caloric intake in adolescents vary by weight status, Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 122 (8) e2407907122, https://doi.org/10.1073/pnas.2407907122 (2025).

Nuevo hallazgo explica por qué recordamos ciertos sueños

Al despertarse por las mañanas, algunas personas son capaces de revivir con toda claridad los sueños que han tenido por la noche, mientras que otras no pueden recordar ni un detalle. ¿Por qué?

Un estudio, realizado por investigadores de la Escuela de Estudios Avanzados IMT de Lucca y publicado en Communications Psychology, investigó los factores que influyen en el ‘recuerdo de los sueños’ –la capacidad de recordar los sueños al despertar– y descubrió que ciertos rasgos individuales y determinados patrones de sueño influyen en este fenómeno.

Entre 2020 y 2014, el equipo de la Escuela IMT, en colaboración con la Universidad de Camerino, llevo a cabo un estudio con más de 200 participantes de 18 a 70 años a quienes registraron sus sueños durante 15 días mientras hacían un seguimiento de sus datos cognitivos y de sueño mediante dispositivos portátiles y pruebas psicométricas.

Cada participante recibió una grabadora de voz en la que cada día, al despertarse, debía contar si había soñado o no, si creía que había soñado, pero no lo recordaba, o describir el sueño si podía recordarlo.

Los participantes también llevaban un reloj de pulsera de control del sueño que detectaba la duración, la eficiencia y las alteraciones del sueño.

Además, al inicio y al final del periodo de grabación de los sueños, los participantes fueron sometidos a pruebas psicológicas para determinar aspectos como los niveles de ansiedad, el interés por los sueños o la propensión a la divagación mental (desviar la atención de la tarea en curso hacia reflexiones internas), y a pruebas de memoria y atención selectiva.

Factores que influyen en recordar los sueños: personalidad y patrones de sueño

El recuerdo de los sueños, definido como la probabilidad de despertarse por la mañana con impresiones y recuerdos de una experiencia onírica, mostró una variabilidad considerable entre individuos influida por múltiples factores.

El estudio reveló que las personas con una actitud positiva hacia los sueños y una tendencia a vagar por la mente tenían muchas más probabilidades de recordar sus sueños.

Los patrones de sueño también parecían desempeñar un papel fundamental: los individuos que experimentaban periodos más largos de sueño ligero tenían más probabilidades de despertarse recordando sus sueños.

Los participantes más jóvenes mostraban mayores tasas de recuerdo de los sueños, mientras que los mayores experimentaban a menudo ‘sueños blancos’ (sensación de haber soñado sin recordar ningún detalle), lo que sugiere cambios relacionados con la edad en los procesos de memoria durante el sueño.

Además, el equipo observó variaciones estacionales: los participantes recordaban menos los sueños en invierno que en primavera, lo que apunta a la posible influencia de factores ambientales o circadianos.

Implicaciones y futuras investigaciones sobre el estudio de los sueños

«Nuestros hallazgos sugieren que el recuerdo de los sueños no es una mera cuestión de azar, sino un reflejo de cómo interactúan las actitudes personales, los rasgos cognitivos y la dinámica del sueño», según Giulio Bernardi, autor principal y profesor de Psicología General en la Escuela IMT.

«Estos conocimientos no solo profundizan nuestra comprensión de los mecanismos que subyacen al sueño, sino que también tienen implicaciones para explorar el papel de los sueños en la salud mental y en el estudio de la conciencia humana».

Los datos recogidos en el proyecto servirán de referencia para futuras comparaciones con poblaciones clínicas y ayudarán a avanzar en el estudio de las alteraciones patológicas del sueño.

Leer el texto completo del artículo en:

Elce, V., Bergamo, D., Bontempi, G. et al. The individual determinants of morning dream recall. Commun Psychol 3, 25 (2025). https://doi.org/10.1038/s44271-025-00191-z

Una proteína podría haber contribuido a la aparición del lenguaje hablado

Los orígenes del lenguaje humano siguen siendo un misterio. ¿Somos los únicos animales capaces de un habla compleja? ¿Y fueron los Homo sapiens los únicos homínidos capaces de dar indicaciones detalladas o describir los matices y colores de un atardecer?

Nuestros parientes cercanos, como los neandertales, probablemente tenían características anatómicas en la garganta y los oídos que podrían haber permitido hablar y oír el lenguaje hablado, y comparten con nosotros una variante de un gen relacionado con la capacidad de hablar. Sin embargo, sólo en los humanos modernos encontramos regiones cerebrales ampliadas que son fundamentales para la producción y comprensión del lenguaje.

Tras décadas de estudio, un equipo de científicos de la Universidad Rockefeller ha descubierto una variante proteínica exclusiva de los humanos (la I197V) que podría haber contribuido a la aparición del lenguaje hablado. En el estudio, publicado este martes en Nature Communications, el equipo descubrió que al introducir en ratones esta variante exclusivamente humana de NOVA1 -una proteína del cerebro que se une al ARN y que es crucial para el desarrollo neuronal- se alteraban sus vocalizaciones al llamarse entre sí.

El estudio también confirmó que ni los neandertales ni los denisovanos tenían la variante I197V. ‘Este gen forma parte de un cambio evolutivo radical en los primeros humanos modernos y apunta a posibles orígenes antiguos del lenguaje hablado’, defiende Robert B. Darnell, jefe del Laboratorio de Neurooncología Molecular de la Universidad de Rockefeller.

‘NOVA1 puede ser un ‘gen del lenguaje’ humano de buena fe, aunque ciertamente es sólo uno de los muchos cambios genéticos específicos de los humanos’, concluye.

Tres décadas de desarrollo

Las adaptaciones anatómicas del tracto vocal y las intrincadas redes neuronales hacen posible nuestras capacidades lingüísticas pero la genética que las sustenta no se conoce bien. NOVA1 podría ser uno de los genes implicados. Este gen produce una proteína de unión a ARN específica de las neuronas, clave para el desarrollo cerebral y el control neuromuscular y se encuentra en una amplia franja de la biosfera, desde mamíferos a aves, pero no en los humanos.

Los humanos tenemos la variante I197V en la cadena proteica. En el estudio actual, el equipo usó la edición genética CRISPR para sustituir la proteína NOVA1 común en ratones por la variante humana I197V. Así descubrieron que la variante humana no tenía ningún impacto en la unión del ARN relacionado con el desarrollo neuronal o el control motor.

En los años siguientes, estudiaron el impacto en las vocalizaciones de ratones de varias edades en diferentes contextos y descubrieron patrones vocales alterados tanto entre las crías de ambos sexos como entre los machos adultos. El elemento humano La posible influencia del I197V en la evolución humana fue el siguiente objetivo del equipo.

Para confirmar que no se encontraba en nuestros parientes humanos más cercanos -neandertales y denisovanos-, el equipo comparó ocho genomas humanos con tres genomas neandertales y uno denisovano. Como era de esperar, nuestros parientes arcaicos -de quienes se cree que nos separamos hace unos 250 000-300 000 años- tenían la misma proteína NOVA1 que todos los animales no humanos. A continuación, examinaron 650 058 genomas humanos modernos en la base de datos dbSNP, un catálogo de variaciones de secuencias cortas extraídas de personas de todo el mundo. De esas 650.058 personas, todas menos seis tenían la variante humana.

‘Nuestros datos muestran que una población ancestral de humanos modernos en África desarrolló la variante humana I197V, que luego se hizo dominante, quizá porque confería ventajas relacionadas con la comunicación vocal’, sugiere. ‘Esta población abandonó entonces África y se extendió por todo el mundo’. En el futuro, el laboratorio de Darnell investigará cómo NOVA1 regula la función del lenguaje con la vista puesta en los trastornos del lenguaje o del desarrollo como el autismo no verbal.

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