La relación entre las alteraciones en el ciclo menstrual, el comportamiento sexual y los tumores mamarios, así como la creencia de que el cáncer de mama era contagioso, permearon en el estudio de esta enfermedad hasta la edad moderna. Conforme ha avanzado el desarrollo de la medicina también lo ha hecho el entendimiento de este tipo de cáncer que en 2022 causó 670.000 defunciones en el mundo.
Desde tiempos remotos se encuentran variados registros de este padecimiento, los cuales han permitido que a través de la historia se trate de explicar su causa. Pero no es hasta el siglo XXI, en que se lleva a cabo el estudio de los genes asociados a mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, así como el descubrimiento de los genes BRCA1 y BRCA2, que se da un parteaguas en el estudio de esta enfermedad, sentando las bases para el desarrollo de terapias con menos efectos secundarios para los pacientes.
Los trabajos realizados marcan el presente y el futuro en la investigación del cáncer de mama.
De los papiros a los genes: las diversas teorías del cáncer de mama
Al igual que otros tipos de cáncer, el de mama ha recorrido un largo camino para entender los factores que lo causan y desarrollar tratamientos que permitan una mejor calidad de vida a los pacientes. Los primeros registros del cáncer de mama datan desde los egipcios, con el papiro de Edwin Smith, que describe más de 40 casos clínicos.
Los griegos utilizaron el término karkinos, que significa cangrejo, para referirse a las lesiones ulcerosas debido a la similitud que encontraban con la forma de este crustáceo. Hipócrates, padre de la medicina, relacionó los tumores mamarios con el «cese de la menstruación»; su teoría humoral, en la que planteaba que la bilis negra causaba el cáncer, predominó en la medicina de la Antigüedad y la Edad Media hasta el desarrollo de la anatomía durante el Renacimiento, lo que benefició al desarrollo de procedimientos quirúrgicos, incluidos aquellos que extirpaban tumores mamarios.
Si bien desde el papiro de Smith se describían cirugías primitivas con cauterios, el conocimiento de anatomistas renacentistas sentó las bases de las mastectomías modernas, como el caso de Miguel Servet, que propuso un procedimiento en el que no solo se extirpaba el tumor mamario, sino también el músculo circundante y los ganglios axilares.
Entre los siglos XVI y XVII médicos de la época relacionaron las causas de este tipo de cáncer con el comportamiento sexual de las mujeres. En 1717 el médico Bernardino Ramazzini planteó que la frecuencia del cáncer de mama en monjas italianas se debía al celibato, que «ocasionaba la inestabilidad de los órganos reproductivos». No fue el único en relacionar la actividad sexual con el desarrollo de los tumores mamarios. En 1739 Friedrich Hoffmann, médico alemán, sugirió que el cáncer de mama se desarrollaba debido a «relaciones sexuales con toqueteos rudos nada placenteros».
En el siglo XVIII Henri Le Dran planteó que el cáncer era «una enfermedad local» en sus primeras etapas, pero que conforme avanzaba se propagaba a los ganglios linfáticos y llegaba a la circulación, mediante la cual se expandía por todo el cuerpo. Un siglo después del planteamiento de Le Dran, en 1858 el médico alemán Rudolf Ludwig Karl Virchow propuso que «las células axilares metastásicas se originaban como respuesta a ingredientes dañinos o materia venenosa emitida por el cáncer en la mama». Para Virchow el cáncer de mama era una enfermedad progresiva que se extendía por los ganglios linfáticos regionales.
Con estos planteamientos, el cirujano estadounidense William Halsted impulsó la mastectomía radical, procedimiento que consistía en retirar mama, músculos pectorales y ganglios de la axila, lo que llegó a plantear la posibilidad de curar el cáncer en sus fases tempranas, antes de que se expandiera a otras partes del cuerpo. Esta cirugía se realizó hasta inicios del siglo XX.
Los grandes acontecimientos del siglo XX, como la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento de diversos movimientos sociales, influyeron en la investigación sobre el cáncer de mama para el desarrollo de otros tratamientos, como quimioterapias y radioterapias, así como cirugías menos invasivas. Pero lo que marcó el rumbo de la investigación en cáncer de mama en las últimas dos décadas fue el descubrimiento de los genes BRCA1 y BRCA2 en 1994 y 1995, respectivamente, los cuales están asociados a riesgo más alto de desarrollar este tipo de cáncer. El estudio de ambos genes ha arrojado más pistas sobre el comportamiento de este padecimiento.
Lea el texto completo y participe del debate en: De los papiros a los genes: cuatro hitos en la investigación del cáncer de mama – Medscape – 11 de jun de 2025 (debe registrarse en el sitio web).