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Control de equinococosis quística: perspectivas en el siglo XXI

La equinococosis quística (EQ) es un problema grave de salud pública en América del Sur y la Organización Panamericana de la Salud la incluye en su Plan de acción para el control de las enfermedades infecciosas desatendidas. Para ello se definió un marco lógico para su control, que incluye establecer el objetivo a alcanzar (la erradicación o su eliminación como problema de salud pública) y determinar niveles de endemicidad que puedan servir de guía para establecer las frecuencias de intervención: alta endemicidad, endémico y baja endemicidad según tasas en los diferentes hospedadores.

Con este objetivo existen dos herramientas validadas: la desparasitación sistemática de perros con praziquantel (PZQ) y la vacunación sistemática de ovinos con proteína recombinante EG95, o una combinación de ambas. Existen también estrategias complementarías, como el desarrollo de infraestructura sanitaria en estancias, educación en salud, y la búsqueda activa de casos asintomáticos y su tratamiento oportuno.

La disminución de la prevalencia en el perro y el ovino lleva asociada una pérdida de la inmunidad adquirida, por lo que los animales se vuelven susceptibles a la infección. A pesar de que se cuenta con herramientas listas para su utilización, el control de EQ aún presenta dificultades (vea ciclo de vida, CDC).

El apoyo del Centro Panamericano de Fiebre Aftosa, Unidad de Salud Pública Veterinaria, Organización Panamericana de la Salud (PANAFTOSA/SPV-OPS/OMS) a los programas nacionales y a los esfuerzos locales desde la Iniciativa sudamericana para el control y la vigilancia de la EQ es vital para impulsar estrategias novedosas de control y de diagnóstico temprano en las personas con un enfoque de Una Salud.

Vea el artículo completo en:

Larrieu E, Vieira Alvez R, Vigilato M. Control de equinococosis quística: perspectivas en el siglo XXI. Rev Panam Salud Publica. 2025;49:e13 (pdf, 453.8 Kb).

Descubren que el sistema inmunitario controla los niveles de azúcar en sangre

Un estudio recogido en la revista Science ha revelado la capacidad del sistema inmunitario para controlar los niveles de azúcar en sangre, lo que abre prometedoras vías de tratamiento para enfermedades como la diabetes, la obesidad y el cáncer.

‘Durante décadas, la inmunología se ha centrado en la inmunidad y las infecciones, pero empezamos a darnos cuenta de que el sistema inmunitario tiene otras funciones’, ha señalado uno de los autores, Henrique Veiga-Fernandes, director de Inmunofisiología de la Fundación Champalimaud, en Lisboa.

Tradicionalmente, la regulación de la glucemia se ha atribuido a las hormonas insulina y glucagón, ambas producidas por el páncreas. La insulina reduce la glucemia al favorecer su absorción por las células, mientras que el glucagón la eleva al indicar al hígado que libere la glucosa almacenada.

Recientemente se ha demostrado que las interacciones cerebro-inmunitarias ayudan a controlar el metabolismo de las grasas y la obesidad, lo que hizo plantearse a los investigadores si los sistemas nervioso e inmunitario también podrían colaborar para regular los niveles de azúcar en sangre. A través de experimentos con ratones modificados genéticamente, que carecían de células inmunitarias específicas para observar sus efectos sobre los niveles de azúcar en sangre, los autores vieron que los ratones a los que les faltaba un tipo de célula inmunitaria llamada ILC2 no podían producir suficiente glucagón (la hormona que eleva el azúcar en sangre) y sus niveles de glucosa bajaban demasiado.

‘Cuando trasplantamos ILC2 a estos ratones deficientes, su glucemia volvió a la normalidad, lo que confirma el papel de estas células inmunitarias en la estabilización de la glucosa cuando escasea la energía’, explica Veiga-Fernandes.

Inicialmente, los investigadores pensaron que el sistema inmunitario regulaba el glucagón en el hígado, pero a través de métodos de etiquetado celular descubrieron que estimula la producción de la hormona glucagón enviando células inmunitarias ‘en un viaje a través de distintos órganos’. Una vez en el páncreas, esas células inmunitarias liberan citoquinas, pequeños mensajeros químicos, que ordenan a las células pancreáticas que produzcan la hormona glucagón, y el aumento de glucagón indica en ese momento al hígado que libere glucosa. ‘Cuando bloqueamos estas citocinas, los niveles de glucagón disminuyeron, lo que demuestra que son esenciales para mantener los niveles de azúcar en sangre’, ha apuntado el investigador en un comunicado.

Este estudio ‘demuestra que las células inmunitarias no son solo soldados aguerridos que luchan contra las amenazas a las que se enfrenta el cuerpo, también actúan dando respuestas de emergencia, interviniendo para suministrar energía crítica y mantener la estabilidad en momentos de necesidad’, ha añadido. Los autores subrayan que este estudio supone una de las primeras pruebas de que ‘los sistemas nervioso, inmunitario y hormonal colaboran para hacer posible uno de los procesos más esenciales del organismo: la producción de glucosa cuando la energía escasea’.

Leer el texto completo del artículo en:

Marko Šestan et al. Neuronal-ILC2 interactions regulate pancreatic glucagon and glucose homeostasis. Science387,eadi3624(2025). DOI:10.1126/science.adi3624

Un fármaco en fase de ensayo para el cáncer de mama también podría tratar algunos cánceres sanguíneos

Dos nuevos estudios dirigidos por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis (EEUU) han identificado una posible forma de bloquear la progresión de varias formas de cáncer de sangre utilizando un fármaco en fase de ensayo clínico contra el cáncer de mama.

Los estudios -ambos realizados en muestras de pacientes y modelos animales- descubrieron que la inhibición de una proteína llamada RSK1 reduce la inflamación y detiene la progresión de los cánceres de la sangre llamados neoplasias mieloproliferativas (NMP), así como de una forma agresiva de leucemia mieloide aguda (LMA).

Con el inhibidor de RSK1 ya en fase de pruebas clínicas, es probable que se acelere su uso como tratamiento de los cánceres hematológicos. De este modo, el primero de los estudios está publicado en ‘Nature Communications’, mientras que el segundo se encuentra disponible en línea en ‘Blood Cancer Journal’.

En los seres humanos, los NMP pueden ser cánceres sanguíneos de crecimiento lento que permanecen latentes durante años. Los médicos pueden controlar la enfermedad y tratar los síntomas, pero no existe un método fiable para curarla o ralentizar su progresión. Los pacientes con NMP corren un alto riesgo de desarrollar una LMA secundaria, muy agresiva y sin opciones de tratamiento eficaces. ‘Los pacientes con NMP crónica pueden vivir con la enfermedad a veces durante décadas, pero corren un mayor riesgo de desarrollar LMA secundaria, que tiene un mal pronóstico’, ha asegurado el autor principal Stephen T. Oh, profesor asociado de medicina y codirector de la División de Hematología de la Universidad de Washington.

‘Estos pacientes carecen de terapias médicas eficaces, por lo que esperamos que este nuevo fármaco ayude a llenar ese vacío en la atención clínica. Como mínimo, esperamos que este fármaco pueda detener la progresión de la enfermedad crónica a LMA. Pero el objetivo es eliminar la enfermedad y conseguir que los pacientes entren en remisión’, ha agregado. Según Oh, los investigadores llevan tiempo buscando un inhibidor que bloquee la progresión de la NMP porque las terapias actuales sólo reducen los síntomas causados por la enfermedad, como fatiga intensa, sudores nocturnos, inapetencia, pérdida de peso y aumento del tamaño del bazo, pero no frenan la progresión de la enfermedad ni reducen el riesgo de que evolucione a leucemia aguda.

LA INHIBICIÓN DE RSK1 AYUDA A INVERTIR LA PROGRESIÓN DE LOS NMP

En teoría, el uso de inhibidores de la RSK1 para tratar a pacientes con NMP crónicos podría mejorar su salud hasta el punto de hacerlos aptos para un trasplante de células madre, que es la terapia preferida para muchos cánceres de la sangre porque puede conducir potencialmente a una remisión a largo plazo. En el estudio de ‘Nature Communications’, la inhibición de RSK1 ayudó a invertir la progresión de los NMP en ratones, reduciendo la fibrosis, o formación de cicatrices, en la médula ósea.

La inhibición de RSK1 eliminó hasta el 96 por ciento del cáncer en ratones al cabo de cuatro semanas. También se demostró que impedía que la enfermedad crónica se transformara en LMA secundaria.

Por otra parte, en el estudio del ‘Blood Cancer Journal’, el bloqueo de esta proteína trata una forma específica de LMA denominada FLT3-ITD AML que se desarrolla directamente -sin que se desarrolle primero una NMP. Este tipo de LMA puede tratarse con fármacos establecidos denominados inhibidores de FLT3, pero el cáncer suele desarrollar resistencia a este tratamiento con el tiempo. Dado que el inhibidor de RSK1 bloquea una vía distinta, Oh y sus coautores sugirieron que podría ayudar a combatir esta resistencia.

El inhibidor específico de la RSK1 utilizado en ambos estudios, denominado PMD-026, se administra en forma de píldora y se encuentra actualmente en fase de ensayo clínico como tratamiento del cáncer de mama. Los estudios en curso pretenden determinar su eficacia, y las primeras pruebas mostraron que los sujetos de ensayo con cáncer de mama metastásico han tolerado bien el fármaco con escasos efectos secundarios.

RASTREAR EL CAMINO HACIA EL DESARROLLO DE LOS NMP Y DETENERLO

Un estudio anterior del grupo de Oh identificó una molécula de señalización llamada DUSP6 como una proteína importante en la progresión de las NMP. Un trabajo posterior identificó las señales descendentes desencadenadas por DUSP6, y RSK1 destacó como la que podrían bloquear potencialmente con el inhibidor de RSK1 ya en ensayos clínicos para el cáncer de mama.

El fármaco en investigación PMD-026 es un inhibidor pan-RSK que bloquea las cuatro versiones de la proteína: RSK1, RSK2, RSK3 y RSK4. En el cáncer de mama, las pruebas sugieren que el PMD-026 puede actuar bloqueando la RSK2. Si la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) lo aprueba para tratar el cáncer de mama, sería el primer fármaco del mercado que inhibe la familia de proteínas RSK.

Oh y su equipo, incluido Tim Kong, primer autor de ambos estudios y estudiante de doctorado en el laboratorio de Oh, se interesaron por trabajar con la empresa que fabrica el fármaco -una empresa biotecnológica llamada Phoenix Molecular Designs- cuando identificaron la RSK1 como un factor clave de varios cánceres de la sangre y plantearon la hipótesis de que este fármaco también podría bloquear su actividad. La empresa proporcionó el fármaco para estos estudios. ‘Estamos entusiasmados con estos estudios porque ponen de relieve que RSK1 es una diana terapéutica novedosa para las NMP y la LMA con una estrategia viable para llevar un fármaco en investigación a ensayos clínicos en un futuro próximo’, ha finalizado Oh.

Leer texto completo de los artículos en:

Kong, T., Laranjeira, A.B.A., Letson, C.T. et al. RSK1 dependency in FLT3-ITD acute myeloid leukemia. Blood Cancer J. 14, 207 (2024). https://doi.org/10.1038/s41408-024-01187-4

Kong, T., Laranjeira, A.B.A., Letson, C.T. et al. RSK1 is an exploitable dependency in myeloproliferative neoplasms and secondary acute myeloid leukemia. Nat Commun 16, 492 (2025). https://doi.org/10.1038/s41467-024-55643-7

 

Precisan la relación de la pérdida de peso inesperada con posible riesgo significativo de cáncer

La publicación corregida de la revista British Medical Journal actualiza el valor predictivo de la PPI como posible indicador de cáncer atendiendo factores como la edad, el género, hábitos de consumo, síntomas concurrentes y resultados de pruebas de laboratorio.

Los autores identificaron un sesgo de selección en el artículo anterior, lo que significó que ciertos pacientes fueran excluidos del estudio porque sus registros médicos contenían un código que no estaba asociado con PPI. Sin embargo, se consideró que tiempo después algunos podrían haber incluido un código de PPI y cáncer, razón por la cual el primer estudio había subestimado la prevalencia de cáncer en los que asistían a atención primaria, situación que podía alterar los resultados y mensajes clave oportunamente publicados.

El 25 de marzo de 2024, la revista BMJ dió a conocer su preocupación:
“Los autores del artículo identificaron recientemente un error en el enfoque de la investigación… 
“La rectificación daría como resultado la inclusión sustancial de más pacientes. La reanálisis cambia los resultados y mensajes clave del estudio; corrige una subestimación de la probabilidad de cáncer para algunos hombres y un grupo más grande de mujeres.» 

La editorial aclaró entonces que “está trabajando con los autores para revisar una nueva versión del artículo y determinar qué acción posterior a la publicación es adecuada en este caso” y anticipa que “proporcionará una actualización cuando nuestra evaluación haya concluido”.

Diseño del trabajo
La precisión diagnóstica del estudio utilizó registros médicos electrónicos recopilados en atención primaria de manera rutinaria para establecer el valor predictivo de la PPI para el cáncer.

Para identificar las neoplasias malignas que podrían priorizarse para una investigación adicional después de la derivación, los autores consideraron el valor predictivo del cáncer en general y por su ubicación

La investigación incluyó 326 240 adultos mayores de 18 años con registros de PPI; excluyó aquellos con antecedentes de cáncer o tratamientos recientes para la reducción de peso, como por ejemplo la cirugía bariátrica.

El análisis abarcó dos décadas abarcó métricas de precisión diagnóstica como valores predictivos positivos y razones de probabilidad,) con el fin de identificar patrones clínicos que orientaran de mejor manera la toma de decisiones en atención primaria.

Hallazgos principales
Luego de evaluar el impacto de la PPI en el diagnóstico de cáncer durante los seis meses posteriores a la detección inicial del síntoma, el estudio encontró que el 4,8% de los pacientes con PPI fueron diagnosticados con cáncer en los seis meses siguientes.

El riesgo más elevado en hombres mayores de 50 años, mujeres de 60 o más y en pacientes de menor edad con síntomas asociados.

Los signos clínicos relevantes identificados correspondieron a masas pélvicas y masas rectales en en mujeres y hombres, respectivamente, ambos con razones de probabilidad de alta significación.

En cuanto a las pruebas de laboratorio, los autores encontraron asociaciones consistentes entre ciertos resultados anormales, como niveles bajos de albúmina y aumento en el recuento de plaquetas, con mayor riesgo de cáncer. Sin embargo, también destacan la insuficiencia de los resultados normales de laboratorio para descartar por completo la presencia de cáncer, subrayando la importancia de contemplar un enfoque diagnóstico integral.

Implicancias clínicas
En los fumadores de 50 años o más y en todos los pacientes con manifestaciones clínicas como síntomas y signos o resultados anormales en análisis de sangre simples, la probabilidad de cáncer no diagnosticado aumenta por encima del 3 %.

La masa abdominal, el dolor abdominal, la pérdida de apetito, la anemia ferropénica, ictericia y linfadenopatía, entre otros, constituyen características distintivas tanto en hombres como en mujeres. La disfagia, hemoptisis y dolor torácico no cardíaco en hombres; mientras en mujeres, el dolor de espalda, cambios en el hábito intestinal, la dispepsia y tromboembolia venosa.

Los resultados anormales de los análisis de sangre de ambos géneros se identifican con niveles bajos de albúmina y elevados de recuento de glóbulos blancos, calcio, plaquetas y marcadores inflamatorios.

La ausencia de características clínicas individuales en los tres meses anteriores y hasta un mes después de la fecha índice, o la presencia de análisis de sangre normales individuales en tal período de tiempo, no descarta con seguridad el cáncer en pacientes con PPI.

Los hallazgos enfatizan la necesidad de priorizar las investigaciones diagnósticas en pacientes con PPI, particularmente en grupos de riesgo. Aunque pueda ser causada por múltiples condiciones, recomiendan evitar la subestimación del síntoma en hombres y mujeres mayores de 50 y 60 años, respectivamente,  o pacientes más jóvenes con síntomas concurrentes.

Además, la coexistencia en los análisis de sangre de manifestaciones inespecíficas con anomalías destaca la complejidad del manejo clínico, refuerza la importancia de una evaluación sistemática para evitar retrasos diagnósticos.

Limitaciones y próximos pasos
Los autores reconocen ciertas limitaciones como haber usado datos retrospectivos que podrían haber introducido sesgos de selección y la calidad de los registros clínicos posibles de variar entre prácticas médicas.

Si bien el estudio aporta evidencia valiosa, aclaran que representa la versión corregida de un análisis previo, cuya actualización mejoró la precisión de los resultados e identificó a un mayor número de pacientes en riesgo.

Según señala el trabajo, la PPI debe ser considerada en poblaciones específicas un síntoma de alarma de cáncer, especialmente en hombres mayores de 50 años, mujeres mayores de 60 años y pacientes más jóvenes con manifestaciones clínicas.

La incorporación de las evidencias en guías de prácticas clínicas mejoraría la detección precoz y optimizaría el manejo del cáncer en el ámbito de la atención primaria con el aporte de beneficio tanto a pacientes como a los sistemas de salud.

Al finalizar, los autores recomiendan que los próximos ensayos exploren no solo la aplicación de los hallazgos en diferentes sistemas de salud, sino también cómo optimizar las estrategias de triaje para reducir estudios invasivos innecesarios sin comprometer la detección temprana del cáncer.

Leer el texto completo del artículo en:

Nicholson B D, Virdee P, Aveyard P, Price S J, Hobbs F D R, Koshiaris C et al. Prioritising primary care patients with unexpected weight loss for cancer investigation: diagnostic accuracy study (update) doi:10.1136/bmj-2024-080199

Actualización en hepatología: hepatitis C en la infancia y adolescencia

Se estima que 58 millones de personas viven con el virus de la hepatitis C (VHC) en todo el mundo, de las cuales 3,2 millones son niños y adolescentes. Cada año se producen aproximadamente 1,5 millones de nuevas infecciones y 290.000 muertes atribuidas al VHC, la mayoría por cirrosis y carcinoma hepatocelular. La prevalencia del VHC varía según la región, siendo la prevalencia de viremia más alta en Europa oriental, África, Oriente Medio y Asia central.

La red médica Intramed, comparte esta actualización publicada en Infect Dis J. 2024 Apr 1; 43(4):e131-e134.

Las tasas de VHC en niños se correlacionan con la prevalencia geográfica en adultos, con una prevalencia global estimada del 0,904 %.

Los antivirales de acción directa (AADs), ahora autorizados a partir de los 3 años de edad, alcanzan tasas de curación de >95  % y son la base de las metas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la eliminación del VHC en 2030: diagnosticar al 90 % de las personas que viven con el VHC y que el 80 % acceda al tratamiento. Sin embargo, menos de una cuarta parte de los países de altos ingresos están en camino de alcanzar estos objetivos.

La eliminación del VHC en los niños es posible, pero solo si se intensifican los esfuerzos para lograr los objetivos de la OMS en adultos.

La transmisión del VHC de persona a persona es a través de sangre infectada, y ocurre en el ámbito hospitalario por la reutilización y/o esterilización inadecuada de equipos médicos y a través de productos sanguíneos no analizados.

La transmisión en la comunidad ocurre en personas que se inyectan drogas (PID) y, con menor frecuencia, a través de tatuajes y actividades sexuales que conducen a la exposición a la sangre.

La principal vía de transmisión en los niños más pequeños es de madre a hijo, con tasas de transmisión del 5 % en la monoinfección con VHC que aumentan al 10 % en la coinfección con VIH/VHC. En los entornos de bajos ingresos, la transmisión nosocomial se suma a la carga pediátrica, mientras que en los adolescentes mayores, la transmisión se produce a través del uso de drogas inyectables.

El 25 % de los consumidores de drogas inyectables a nivel mundial son menores de 25 años, cifra que aumenta al 43 % en Europa del Este. En las regiones con acceso a AADs, las tasas de viremia por VHC han disminuido significativamente, aunque se requieren más esfuerzos para llegar a las poblaciones vulnerables y prevenir las reinfecciones.

Vea el texto completo en: Hepatitis C en la infancia y adolescencia. Intramed. Artículos – 13 de enero de 2025 (debe registrarse en el sitio web).

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