Enfoques

La ciencia en los años duros

Estas notas han sido escritas en vísperas del 15 de enero (el Día de la Ciencia Cubana) de 2025, y cualquier reflexión, de prácticamente cualquier tema, para que sea útil y combativa, hay que ubicarla en el contexto, muy especial, del momento mundial y el momento cubano actual.

En el mundo es un momento en que un pequeño grupo de naciones “super-ricas”, y dentro de estas una oligarquía de personas “super-ricas”, además de riquezas indecentes, han acumulado poder político. El mundo ha visto con espanto a personajes vinculados a la nueva administración de Estados Unidos, hablar de retomar el control del Canal de Panamá, de absorber Groenlandia, de anexar Canadá, y de militarizar la política con los inmigrantes.

Hacia el exterior, ellos quieren el mundo bajo su control. Hacia el interior de Estados Unidos, quieren menores impuestos para los ricos y menor control democrático de la acumulación de riquezas (ya hoy en EE.UU. el 1 % más rico acumula más riquezas que el 90 % en la base de la pirámide), menor seguridad social y menor protección del medio ambiente.

En tal contexto, la nación cubana, más que a un bloqueo económico, se enfrenta a una guerra de reconquista, la que se les quedó pendiente desde la Enmienda Platt en 1901. Y nuestra batalla de defensa debemos darla en dos frentes (al menos) muy importantes: el de la ciencia y el de la cultura. Así lo dijo José Martí: “De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace. Ganémosla a pensamiento”.

¿Qué somos? La nación cubana no es una etnia, ni una religión única, ni una comunidad lingüística, ni un territorio conquistado a otros. No hemos llegado hasta aquí por procesos deterministas (“leyes”) o coyunturas de la historia. Somos una nación construida durante más de 200 años, con sacrificio, heroísmo y pensamiento, cohesionada por un proyecto de soberanía y justicia social.

La cultura, el acceso al conocimiento y a la capacidad de construir nuevo conocimiento (la ciencia) han estado siempre en las raíces de la nacionalidad cubana durante esos más de 200 años, y se sintetizan en el pensamiento de Félix Varela, de José Martí y de Fidel Castro.

Esa construcción histórica ha debido enfrentar siempre agresiones y dificultades. El proyecto de nación cubana y sus raíces éticas son los mismos, pero las amenazas y los desafíos han ido cambiando en cada momento. Quienes trabajamos en la ciencia tenemos que comprenderlos a fondo, para poder alinear eficazmente nuestros esfuerzos con las grandes tareas del momento, las cuales, es cierto que rebasan el espacio de la ciencia, pero también es cierto que contienen un componente grande de ciencia, tecnología e innovación, y no solamente en el campo de las ciencias naturales, sino muy especialmente en el campo de las ciencias sociales. Hay que continuar construyendo ese conocimiento sobre nosotros mismos y sobre nuestro tiempo.

Hoy en Cuba nos enfrentamos, al menos, a cinco grandes desafíos:

  • El desafío económico e industrial
  • El desafío alimentario
  • El desafío energético
  • El desafío demográfico y salubrista
  • El desafío cultural y de valores

No hay espacio en este breve artículo para discutirlos a fondo, pero quizás subrayar algunos de sus rasgos relevantes y tendencias pueda ayudar al lector a entender como conecta la ciencia, la tecnología y la innovación con la enorme diversidad de lo que hay que hacer.

La economía mundial ha cambiado mucho en las últimas décadas: ahora es mucho más global (economía interconectada) y mucho más tecnológica (economía del conocimiento). La economía cubana necesita crecer. No basta con ahorrar, ser eficientes, controlar y distribuir bien, hay que crecer en la producción de bienes y servicios; y especialmente de bienes y servicios que puedan cerrar su ciclo económico en las exportaciones y en la inserción en cadenas globales de valor. Esto quiere decir también bienes y servicios con un alto contenido de ciencia, tecnología e innovación.

El crecimiento es una función del capital que se genera con inversiones y de la cantidad de fuerza de trabajo, multiplicados por un factor que representa el cambio tecnológico. Inversiones no tenemos muchas y nuestra fuerza de trabajo siente hoy las presiones demográficas. La intensidad tecnológica de lo que hacemos es el factor que mejor podemos mover. Tarea para los científicos, los tecnólogos y los innovadores. Tarea que incluye la industrialización con tecnologías de la 4ª Revolución Industrial (la “Industria 4.0”, algunos les llaman “tecnologías profundas”) y el uso intensivo de la información y las comunicaciones.

Es una nueva industrialización, que ahora debe incluir en un lugar protagónico empresas basadas en la inteligencia artificial, el manejo masivo de datos, la biología sintética, la robótica, la “internet de las cosas”, los nuevos materiales, las nuevas formas de generar y almacenar energía, las nanotecnologías y otras ramas emergentes de la industria.

La producción de alimentos, dentro de los crecimientos productivos que necesitamos, es una tarea no solamente importante, sino también urgente. Y es un componente de la soberanía nacional. Ese crecimiento en la producción de alimentos hay que lograrlo con poca fuerza de trabajo rural, con suelos poco productivos, y bajo las presiones del cambio climático. De nuevo, es la tecnología el factor que está en nuestras manos mover, pero entendiendo como tecnología no solamente la que proviene de las ciencias naturales, sino también la que aborda los componentes sociales del sistema de producción y distribución de alimentos. Sin voluntad no es posible vencer, pero no avanzaremos solamente con la voluntad: hacen falta conocimientos nuevos.

La energía es lo que mueve la industria y el comercio en el mundo, y la pobreza energética es una de las grandes crisis de los países del sur, no solamente de Cuba. Los países del llamado “tercer mundo” donde vive el 80% de la población mundial, consumen solo el 25% de la energía. Lo sabíamos, pero también hay problemas nuevos. En la historia del siglo XX el crecimiento económico ha estado vinculado al crecimiento en el consumo de combustibles fósiles. Hoy son la fuente del 86% de la energía primaria que se consume en el mundo. La pospuesta industrialización del sur no puede repetir esa trayectoria.

Pero sabemos además que las energías renovables, en la forma en que las conocemos hoy, no tienen todavía capacidad de respuesta para lo que demandaría el desarrollo económico del sur. Este problema exige no solo transferencia de tecnología, sino también innovación “disruptiva” en la producción y el almacenamiento de energía, lo que no puede provenir de otra parte que de la investigación científica. Otra tarea más para los científicos y los tecnólogos.

El problema demográfico y salubrista también demanda pensamiento e innovación, empezando por el desafío de desentrañar sus causas, en las condiciones específicas de Cuba en el siglo XXI, en lo cual la función de las ciencias sociales, y en especial las ciencias de la salud, es determinante. El cambio demográfico en Cuba nos lleva a una “pirámide invertida” (más viejos que jóvenes) que tiene grandes y diversas consecuencias. Una de ellas es la estructura de la morbilidad y la mortalidad, ahora a expensas de las llamadas “enfermedades crónicas no-trasmisibles” (cáncer, enfermedades cardiovasculares y neurológicas, diabetes, etc.) que reclaman tratamientos más complejos y de mayor duración; y esto ocurre precisamente en el momento en que los costos de los medicamentos y de la atención médica se disparan en el mundo, presionados por las leyes del mercado.

Esa disociación, al menos en su magnitud actual también es algo nuevo. Las enfermedades infecciosas y la mortalidad infantil aprendimos a enfrentarlas con éxito, pero ahora vamos a necesitar nuevo pensamiento científico y nuevas estrategias en la salud pública y en las industrias vinculadas a la salud, para responder al crecimiento de las enfermedades crónicas en una población envejecida. Estas patologías dependen mucho de estilos de vida y no es posible abordarlas solamente desde el reduccionismo propio de las ciencias naturales: exigen una participación cada vez mayor de las ciencias sociales. Aquí hay también caminos propios que construir, demandantes de ciencia, tecnología e innovación.

La amenaza a la cultura y los valores atraviesa y complejiza todos los problemas mencionados. Son retos que no se pueden enfrentar “con las armas melladas del capitalismo” (como nos decía el Che), ni con ingenuidades pasivas ante las deformaciones (las espontáneas y las diseñadas) a las que nos conducen los tsunamis de banalidades, noticias falsas, deconstrucciones históricas, apelación a reflejos primitivos, y celebración de individualismos, y a donde nos llevan las industrias de la desinformación y las llamadas “redes sociales” (más bien antisociales).

Habrá que emprender esta tarea en un contexto de crecientes conexiones económicas, políticas, mediáticas y culturales con el mundo en toda su diversidad, las cuales pueden ser enriquecedoras, pero también retadoras y pueden operar diluyendo la cultura cubana. Igualmente, a lo que sucede con los combustibles fósiles y la industria, los modelos del siglo XX ya no bastan para los retos del siglo XXI.

Este desafío ha crecido a tal velocidad que ya no es posible encontrar referentes históricos válidos sobre cómo enfrentarlo (el campo socialista europeo no los encontró). Nos demandará mucha creatividad y muchas conexiones con nuestras propias raíces históricas, que no pueden ser construidas por nadie más que por nuestros científicos sociales, educadores y comunicadores. De ello depende también la propia ciencia: las aptitudes cognitivas humanas solo pueden desarrollarse en el seno de una cultura que las produjo, las preservó y las trasmitió.

A estos cinco desafíos habría que sumar un sexto, que los atraviesa a todos, que es el desafío de la gestión de la ciencia, la tecnología y la innovación.

Necesitaremos más ciencia, mucha, pero no basta tampoco con “sembrar ciencia”. También hay que llevar la creatividad científica hasta la solución de problemas concretos, y ese camino pasa no solamente por las instituciones académicas y las universidades: pasa también por las empresas, principalmente por las empresas estatales.

Y tendremos que encontrar con mucha creatividad, formas novedosas de financiar la ciencia, la tecnología y la innovación, de conectarlas con el mundo empresarial cubano y con el exterior, haciendo crecer el componente de productos y servicios de tecnología alta y media en nuestras exportaciones.

Nuestros centros científicos y universidades tienen que involucrarse más directamente en el proceso de transformación productiva. Esa tarea contiene componentes nuevos y en contextos nuevos.

El mismo objetivo del fortalecimiento de la empresa estatal socialista, del que depende la base económica del socialismo, y en última instancia también la justicia social, además de comprensión y voluntad política, requiere pensamiento científico e innovación. La combinación eficiente entre una propiedad centralizada en manos del pueblo, representado por el Estado, y una gestión descentralizada y flexible es un problema todavía no resuelto por las ciencias económicas, ni siquiera en el plano conceptual.

Retador también será encontrar las formas de gestión de las nuevas pequeñas y medianas empresas estatales de base tecnológica, que están llamadas a ser un dispositivo conector entre la ciencia y la economía. Tendrán que surgir nuevos actores económicos, pero más allá de eso, necesitaremos desplegar creatividad en los mecanismos de conexión entre esos actores. No es suma sino integración. Es nada menos que un despliegue creativo de nueva institucionalidad.

Ha sido siempre así en otras tareas. El objetivo de elevar los indicadores de salud implicó desde los años 60 el desarrollo de instituciones para eso: universidades de ciencias médicas, hospitales, policlínicos, institutos de salud, programa del médico de la familia, industrias de la salud etc. El objetivo de garantizar educación masiva y de calidad implicó también un despliegue de nuevas instituciones: escuelas, universidades, institutos pedagógicos, escuelas de arte, contingentes de maestros, etc.

Durante décadas Fidel se dedicó “con delectación de artista” a la creación de esas instituciones.

La conexión de la ciencia con la economía, la construcción de una economía basada en el conocimiento y la inserción de la economía cubana en la economía mundial demandarán cada vez más un despliegue de nuevas empresas para construir esas conexiones. Y esas empresas deberán construir, como exigen las tecnologías de hoy, redes de inserción internacional distribuida, desde la propia empresa.

En junio de 1892, preparando la Guerra Necesaria, José Martí decía en una carta dirigida a los presidentes de los clubes revolucionarios en Cayo Hueso: “La obra es de ahora, y extraordinaria, y hay que atenderla ahora, con un esfuerzo extraordinario”.

Digámonos nosotros eso mismo en este Día de la Ciencia de 2025.

Por: Agustín Lage Dávila.

El Gobierno de los Estados Unidos publica el primer plan nacional de Una Sola Salud para proteger a las personas, los animales y nuestro ambiente de las amenazas para la salud compartidas

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el Departamento de Agricultura (USDA) y el Departamento del Interior (DOI) de los Estados Unidos dieron a conocer el pasado 10 de enero el primer Marco de trabajo nacional de Una Sola Salud para abordar las enfermedades zoonóticas y avanzar en la preparación de salud pública en los Estados Unidos.

Una Sola Salud es un enfoque colaborativo, multisectorial y transdisciplinario que busca mejorar la salud de los seres humanos, los animales y el ambiente mediante el reconocimiento de sus estrechas conexiones. El enfoque de Una Sola Salud provee de manera importante un marco de trabajo para explorar amenazas para la salud compartidas entre las personas y los animales, tales como la COVID-19, la viruela símica (mpox), la influenza (gripe) aviar y el ébola, entre otros.

Por orden del Congreso en la Ley de Presupuesto Consolidado del 2023, los CDC, el Departamento de Agricultura y el Departamento del Interior crearon este marco de trabajo para abordar las enfermedades zoonóticas y avanzar en la preparación de salud pública en los Estados Unidos. Los CDC, el USDA y el DOI son responsables de proteger la salud pública, la salud de los animales domésticos, y la salud silvestre y ambiental, respectivamente, y como tales son representantes de sectores clave de Una Sola Salud para el Gobierno estadounidense.

Estas tres agencias a través de la historia han abordado asuntos de Una Sola Salud y trabajan para ayudar a controlar las enfermedades zoonóticas que afectan tanto a las personas como a los animales. El marco de trabajo busca fundamentar la colaboración de Una Sola Salud dentro del Gobierno de los Estados Unidos durante los próximos cinco años, al describir una visión y misión comunes, así como metas comunes para los colaboradores federales clave que participen en la implementación del enfoque de Una Sola Salud para abordar las enfermedades zoonóticas dentro de este país.

Al crear este marco de trabajo, el Gobierno estadounidense está ayudando a garantizar que se sienten las bases para una respuesta eficaz contra las enfermedades en el futuro, de manera que podamos estar mejor preparados para la próxima amenaza posible. Para obtener más información sobre Una Sola Salud y la coordinación federal de los esfuerzos de Una Sola Salud, visite: https://www.cdc.gov/one-health/php/about/federal-one-health-coordination-1.html.

Las noticias favoritas de 2024 para Science

Desde los misteriosos círculos en el espacio profundo hasta lo que nuestras mascotas podrían hacernos después de morir, este ha sido otro gran año para las noticias científicas sorprendentes y fascinantes. A continuación, encontrará un resumen de algunas de las favoritas: una mezcla de artículos que el equipo de trabajo de la revista Science apreció más y aquellos que ejercieron mayor impacto entre los lectores. Las investigaciones que divulgan estas noticias pueden no cambiar el mundo (para profundizar en ello, consulte Breakthrough of the Year), pero muchas fueron historias exclusivas contadas por primera vez en esta sección. Le invitamos a ver esta selección:

Osteoporosis: impacto de la dieta mediterránea en el eje microbioma-músculo-hueso abre nuevas vías de abordaje

Las evidencias más recientes respecto a los aspectos endocrino-nutricionales de la osteoporosis centraron una de las sesiones del 65º Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología (SEEN), celebrada en colaboración con la Sociedad Portuguesa de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (SPEDM).

La red médica Medscape reseña la ponencia de la Dra. Araceli Muñoz, del Departamento de Endocrinología y Nutrición del Hospital Virgen de las Nieves, en Granada, España, titulada La dieta en la osteoporosis. En ella la autora analizó el impacto que tienen a nivel óseo tanto los nutrientes como determinados patrones alimenticios y expuso los resultados de las principales líneas de investigación en este sentido.

La Dra. Muñoz aludió a las recomendaciones contenidas en las guías específicas para esta esta enfermedad, poniendo como ejemplo la guía que promueve la Sociedad Española de Investigación Ósea y Metabolismo Mineral (SEIOMM) publicada en 2022 y en la que se insta a seguir una dieta equilibrada en la que el aporte de proteínas esté en torno a 1 a 1,5 g/kg peso/día.

«También se indica que los pacientes en tratamiento con fármacos para la osteoporosis (antirresortivos o anabólicos) deben asegurarse un aporte adecuado de calcio y vitamina D. Sin embargo, como se reconoce en este documento, en general estas recomendaciones por sí mismas no son suficientes para la prevención y el tratamiento de esta enfermedad», dijo la especialista.

«Las revisiones sistemáticas no arrojan resultados significativos en lo que respecta al papel del calcio (procedente tanto de la dieta como en forma de suplementos) en la reducción del riesgo de fracturas».

Algo similar ocurre con la vitamina D, cuyas recomendaciones (que pueden variar en función del rango de edad) son de 800 a 1.200 UI/día, debiendo ser los niveles séricos de 25 OHD superiores a 20 a 25 ng/dl (preferentemente mayores de 30 ng/dl). En relación con esto, la Dra. Muñoz comentó los resultados de un estudio publicado en The New England en 2022 sobre el efecto de la suplementación de vitamina D en la incidencia de fracturas en población mayor de 50 años.

Asimismo, la médica hizo un repaso a la evidencia más reciente arrojada por estudios sobre la influencia de los patrones dietéticos más habituales entre la población y su efecto en la salud ósea.

«Respecto a la dieta occidental, rica en alimentos ultraprocesados, carne roja, refrescos azucarados y harinas refinadas, en principio dábamos por hecho que tendría un efecto negativo sobre el hueso y los estudios han demostrado cómo efectivamente disminuye la densidad mineral ósea debido al patrón proinflamatorio de este tipo de alimentación. Concretamente se ha visto que una dieta alta en azúcar o alta en grasa y azúcar se asocia a peor remodelado óseo y a mayor riesgo de fractura».

En cuanto a la dieta asiática, caracterizada por el consumo de soja como una de las principales fuentes proteicas junto con el pescado y las legumbres, la Dra. Muñoz comentó que las isoflavonas presentes en este patrón podrían reducir la tasa de resorción ósea y aumentar la formación de hueso: «Las revisiones sistemáticas revelan sus efectos positivos, aumentando la densidad mineral ósea en los que la consumen habitualmente. También se sabe que la importancia del impacto óseo de las isoflavonas es directamente proporcional al tiempo de consumo: aquellos que seguían este tipo de dieta durante más de 12 meses eran los que obtenían mayor beneficio en cuanto a la calidad del hueso».

El análisis de las dietas vegetarianas, tanto con vegetarianos estrictos (veganos) como con aquellos que consumen leche y miel, arroja resultados distintos a otros patrones, ya que la evidencia refleja que quienes siguen este estilo alimenticio presentan densidad mineral ósea 4 % menor respecto a los omnívoros.

De acuerdo con la Dra. Muñoz, en base a todas estas evidencias hay un patrón que destaca especialmente en cuanto a la protección del hueso y que por tanto, es la opción más aconsejable para estos pacientes: la dieta mediterránea. Así lo han demostrado estudios como Predimed y Predimed Plus, entre otros, que asocian un consumo elevado de aceite de oliva virgen extra con riesgo menor de fracturas relacionadas con la osteoporosis.

La especialista destacó que estudios más recientes hablan de la influencia de esta dieta tanto en la osteoporosis como en la sarcopenia.

Vea el análisis completo en: Osteoporosis: impacto de la dieta mediterránea en el eje microbioma-músculo-hueso abre nuevas vías de abordaje – Medscape – 3 de dic de 2024 (debe registrarse en el sitio web).

La atención primaria se postula como agente clave para impulsar la salud planetaria

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente el cambio climático es la mayor amenaza para la salud humana. Prueba de ello es que 2023 ha sido el tercer año más cálido hasta la fecha y diferentes papers e informes han reflejado los riesgos que esto tiene en la salud. Por ello, urge actuar para mitigar la situación y sus efectos derivados.

En este contexto surge el concepto de salud planetaria. Este se refiere a un estado de bienestar físico, mental y social que permite el desarrollo óptimo del individuo, poniendo el foco en el respeto a los límites ambientales que salvaguarden el presente y futuro de la salud humana y del planeta.

Conscientes de ello, desde la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC), cuentan con un grupo de trabajo que aborda esta temática y, además, en la edición de este año de su programa formativo APDay han incluido una sesión referente a la salud planetaria.

Papel de los profesionales

La Atención Primaria (AP) tiene como objetivo garantizar el mayor nivel posible de salud incluyendo a toda la sociedad, con una atención equitativa en todo el proceso, desde la prevención hasta el seguimiento de las enfermedades.

En este sentido, Isabel Barrio Diez, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en el Centro de Salud de Sárdoma (Vigo) y miembro del Programa de Salud Planetaria de la semFYC, destaca el papel de los
profesionales de la primera línea asistencial. “Teniendo en cuenta el papel que jugamos los profesionales de AP en la protección de la salud y promoción del bienestar, es evidente que tenemos que velar por cuidar la salud planetaria”.

Durante la sesión inaugural del APDay de semFYC que tuvo lugar a finales de febrero, se puso de manifiesto, como señala Barrio, “la necesidad de afrontar los retos de la salud planetaria desde las pequeñas acciones que cada uno puede hacer a nivel individual y que los médicos de AP podemos transmitir a nuestros pacientes. Tenemos que ser todos conscientes de que nuestra salud depende del medio ambiente y de que somos responsables del cuidado de los sistemas naturales; por ello, debemos conocer los beneficios colaterales que aportan las elecciones del día a día”.

“Teniendo en cuenta el papel que jugamos los profesionales de AP en la protección de la salud y promoción del bienestar, es evidente que tenemos que velar por cuidar la salud planetaria”.

En cuanto a si la sociedad está informada sobre la salud planetaria y su impacto, Barrio considera que “aunque en general todos lo estamos, pero mucha gente no tiene la conciencia”. A este respecto, puntualiza que “los jóvenes son mucho más conscientes porque han nacido en el medio de este problema”. En cambio, en personas de edad más avanzada apunta que “es más difícil hacerles entender ciertas cosas, por lo que hay que seguir
insistiendo”.

El documento ‘Nuevas perspectivas sobre la salud de los canadienses’, documento popularmente conocido como “Informe Lalonde”, en el que Marc Lalonde, abogado, que ejerció como Ministro de Salud y Bienestar de Canadá, plasmó de manera pionera un enfoque holístico de la salud, integrando la biología humana, el medio ambiente, el estilo de vida y la organización del cuidado de la salud.

Con estos y otros documentos como cimiento, el saber y trabajo en este ámbito ha ido evolucionando. Así, el grupo que tiene la semFYC sobre salud planetaria, explica Barrio, “trata de dar visibilidad y actuar desde la
importancia de los pequeños gestos que se pueden realizar a nivel individual”.

Herramientas desde AP

Para poder abordar de manera completa y global la salud planetaria, desde la semFYC aluden a la necesidad de realizar una anamnesis estructurada. En este proceso entran dos herramientas: la hoja verde y la historia clínica medioambiental. La hoja verde pretende ayudar a los profesionales en la detección o cribado de riesgos medioambientales. Al hablar de su implantación, para Barrio, es necesario abordar primero la situación actual de la Atención Primaria en la actualidad.

“En este contexto es muy difícil implementar este tipo de herramientas, aunque son absolutamente necesarias; los que estamos más implicados en la materia, trabajamos para lograrlo, pero necesitamos apoyo de los organismos superiores y la administración”, señala la experta. En este ámbito, la divulgación a los profesionales de AP resulta fundamental, puesto que con unas recomendaciones claras integradas en una entrevista que, desde la semFYC estiman podría durar entre cinco y siete minutos, se pueden recoger datos que no se incluyen de forma habitual en la historia del paciente.

Por otra parte, en cuanto a la Historia Clínica Medioambiental, su meta es diagnosticar y/o tratar la ‘herida medioambiental’. A pesar de su utilidad, Barrio indica que “el problema es que es más compleja y necesita más tiempo y entrenamiento”. Sin embargo, cree que hay que seguir insistiendo para “dar estas herramientas a conocer y quizá implantarlas en consultas como las de pediatría que es más fácil, porque se pueden aplicar en el control del niño sano, o en grupos como las embarazadas”.

Vea el texto completo en: Gaceta Médica. Por: Nieves Sebastián – 22 abril 2024.

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